Las cifras proyectadas por el USDA en su último informe mensual no son realistas para los casos de la soja y del maíz en Sudamérica; para la nueva campaña en EE.UU. parte de rindes de tendencia optimistas
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Las generalizadas y optimistas expectativas respecto del informe mensual que el USDA publicó el 10 del actual (primera proyección del ciclo 2024/2025) no fueron convalidadas. Pero, en nuestra opinión, se ubicaron en niveles esperables. Ello, pues el organismo cierra los números difundidos con varias semanas de anticipación. De tal manera, publicó niveles de producción que hoy no son realistas para soja y maíz en Brasil, como así tampoco para el maíz en la Argentina. Lo mismo opinamos de las estimaciones para la nueva campaña en Estados Unidos, donde va concluyendo la siembra de granos gruesos. Veamos.
La Compañía Nacional de Abastecimiento (el USDA brasileño) estima 11 millones de tonelada menos de maíz y 6 millones de toneladas menos de soja en Brasil que los publicado por el organismo estadounidense (antes de recortes adicionales por el desastre en Rio Grande do Sul). Para la Argentina aún no se contabilizaron los daños generados por la chicharrita en la producción de maíz, que algunos ubican entre 9 y 11 millones de toneladas. Sumando todo, los ajustes son más que relevantes.
Además, las proyecciones para la nueva campaña en EE.UU. en materia de rindes parecieran un poco optimistas. El USDA toma rindes de tendencia, lo cual es correcto en esta instancia. Pero las estadísticas allí evidencian los recortes que suelen generarse cuando las tareas de siembra no se llevan a cabo en las fechas consideradas óptimas. Y actualmente, el retraso en ese aspecto es similar al verificado en 2022.
Si aplicáramos los rindes de aquel año y dejáramos sin modificar las estimaciones de consumo interno y de exportaciones estadounidenses que proyecta el USDA, las reservas en dicha nación caerían a niveles en los cuales las cotizaciones en Chicago se ubicaron muy por encima de las vigentes en la actualidad. A su vez, nuestros registros muestran la escasa confiabilidad del USDA en materia de proyecciones sobre stocks de cierre en EE.UU. (verdadero termómetro de los precios).
En las últimas once campañas, solo acertaron en dos. Las restantes nueve muestran diferencias de entre el 40 y el 60% por debajo de la realidad final. Además, si consideramos que los “fondos” aún mantienen posiciones vendidas que deben corregir comprando, el panorama para los precios es interesante.
Como siempre, es necesario saber manejar los “tiempos del mercado”. Si uno considera el comportamiento del consumo interno de maíz y de soja en Estados Unidos, es obvio que los actores involucrados comienzan a transitar un momento desafiante en materia de aprovisionamiento. La última cosecha en dicha nación se llevó a cabo a fines del año pasado y la próxima recién se está terminando de sembrar. Es el momento en que las disponibilidades de ambos productos comienzan a escasear (naturalmente) y la nueva mercadería recién ingresa al circuito comercial en octubre (a más de cuatro meses vista).
En el plano local, la plaza triguera muestra su mejor versión. Ello, como consecuencia de cuestiones climáticas que afectan la producción en Estados Unidos, Rusia y, en menor medida, en la Unión Europea. A esto se suma el lamentable drama que vive Rio Grande do Sul, en Brasil, que representa más del 30% del trigo en la nación vecina. Momento de construir estrategias comerciales flexibles.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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