Tras varios años de crecimiento continuo, la cadena del sector, con el apoyo del sector público, trabaja en un proyecto de largo plazo
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Desde 2006, como consecuencia de distintas medidas políticas y económicas y cambios en los hábitos de consumo, la producción porcina ha transitado un camino de oportunidades que la han llevado a su desarrollo y consolidación. A partir de entonces, el sector ha tenido un crecimiento promedio anual del 6%, con picos cercanos al 20%. A principio de siglo, cada argentino consumía en promedio apenas 7,8 kg de carne porcina por año; hoy, esa cifra se elevó a 17 kg.
Esta recuperación, ha tenido impacto directo en toda la cadena productiva. La producción porcina consume hoy 1,9 millones de toneladas de maíz por año, cuando en 2014 no alcanzaba 830.000 toneladas. Además, los productores han debido profesionalizarse y lograr una eficiencia productiva de las mayores del mundo, no sólo para poder exportar, sino para lograr eficiencia por kilo de carne producida porque no controlan el precio.
El productor invierte en el país, da trabajo, agrega valor. pero no todo es color de rosa: en la actualidad, la rentabilidad se ve perjudicada por el continuo incremento en las importaciones injustificadas, que saturan el mercado local. En el primer cuatrimestre ingresaron 19.600 toneladas, un 106% más que en el mismo período de 2021 y un 210% más respecto de 2020. Esas importaciones totalizaron US$49,7 millones. Algo inexplicable ante la necesidad de divisas del país.
El auge porcino, su profesionalización y algunas medidas que desaceleran y desincentivan la producción han promovido la conformación y el trabajo conjunto en organizaciones y asociaciones para representar al sector y permitir planificar políticas. En 2018, las principales entidades del sector porcino argentino, encabezadas por la Asociación Argentina de productores porcinos (Aapp) y acompañadas por las Cámaras de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Entre ríos, la Asociación Pormag y el Grupo de Intercambio Tecnológico de Explotaciones porcinas (GITEP) comenzaron a trabajar en una agenda en común, buscando la unificación institucional, y vieron la necesidad de crear una entidad que representara a todos.
Iniciativa
En 2022, el proyecto de la Federación porcina Argentina (FPA) está por concretarse. Es un paso muy importante, que implica la evolución de la actual Aapp hacia una entidad de segundo grado que nuclee al resto de las instituciones, facilitando el consenso interno y transparentando los objetivos. La FPA será un espacio en donde se potenciará la representación institucional del productor ante los gobiernos provinciales y nacional, y ante otros sectores y entidades. La iniciativa ya ha sido presentada al Senasa, los ministerios de Agricultura y de Desarrollo productivo, la Cancillería y autoridades provinciales y municipales.
A su vez, se continuará participando en la Mesa de Carnes, en el Grupo de Exportadores porcinos de Argentina (GEPA), el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), la Mesa del Maíz y en foros internacionales relacionados con la peste porcina Africana y la bioseguridad, donde hoy se cuenta con un lugar. Y se espera poder ampliar la participación a todas aquellas organizaciones que se relacionen con el sector porcino y promuevan su crecimiento en los próximos años.
También se está trabajando con la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo Argentino (FADA) en un plan Estratégico porcino 2022-2030, junto con actores de la cadena del ámbito privado, público y académico, que dará una visión integral del sector porcino y su potencial, con el objetivo de fijar el rumbo y establecer metas. Además, se buscará potenciar la representatividad institucional, promocionar el consumo de carne porcina, mantener el excelente status sanitario, promocionar el financiamiento, reducir el impacto impositivo, promover la apertura de nuevos mercados y defender la rentabilidad del productor.
El autor es coordinador en la Federación Porcina
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