En un ciclo virtual de charlas de Aapresid, diversos expertos trazaron los principales puntos que se deben considerar desde el tipo de forraje hasta el requerimiento de la hacienda
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Se realizó un nuevo ciclo virtual de la “Agenda Aapresid” de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). En esta oportunidad, el foco estuvo sobre los criterios para planificar la composición y el manejo sustentable de verdeos y pasturas.
Oscar Bertín, asesor privado y referente técnico de Biscayart Semillas, señaló que se deben considerar tres elementos fundamentales a la hora de seleccionar el tipo de forraje a implantar: el sistema productivo, el ambiente y los requerimientos del animal.
En este sentido, en primer lugar se tendrá que contemplar el lugar que ocupará en el sistema productivo. En sistemas agrícola-ganaderos, el verdeo puede jugar un rol compartido en la rotación con otros cultivos agrícolas anuales, mientras que en planteos exclusivamente ganaderos la pastura es la base del sistema y deberá persistir a lo largo de todo el año.
Por otra parte, el ambiente determinará la elección de las especies. En campos con calidad agrícola clase I y II, puede ser una muy buena opción la alfalfa ya que allí es donde expresa su potencial productivo, indicó un reporte de Aapresid tras la jornada.
En cambio, si la aptitud del suelo o las condiciones son limitantes, las alternativas a base de gramíneas como festuca o agropiro puras o consociadas con trébol blanco, trébol rojo, lotus o melilotus (en ambientes más restrictivos) son más adecuadas, remarcó el especialista
Además, según se consignó en el informe, la selección dependerá de los requerimientos del animal al que está destinado el alimento. Bertín destacó que “si la actividad ganadera es de cría, recría, invernada o lechería, irá de menor a mayor la priorización de la calidad del forraje a implantar, principalmente digestibilidad y contenido de nitrógeno o proteína”.
“Un punto importante a tener en cuenta en verdeos o pasturas polifíticas -con más de una especie- será planificar mezclas transgresivas, es decir que se complementen en el tiempo y el espacio y que la asociación produzca más que la especie pura más productiva”, detalló el informe. La consociación de gramíneas y leguminosas es un claro ejemplo, donde las primeras aportan estructura al suelo y las segundas aportan nitrógeno y calidad del forraje al sistema, señaló Bertín.
Manejo de la pastura
Según se explicó, el manejo de la defoliación se debe hacer en base a la especie más productiva y en función de la zona en que se encuentre. En zonas semiáridas, no se recomienda el uso intensivo de los cultivos de servicios, mientras que en zonas húmedas “se puede aprovechar hasta la mitad (aproximadamente 4 t) o tres cuartos del pasto producido en total durante cada período”.
Alberto Balbarrey, socio de Aapresid de la Regional Tandilia, compartió la experiencia en Azul donde trabajan 2000 hectáreas con un sistema integrado agrícola-ganadero. Ingresan 2400 terneros de recría a verdeos de avena y vicia sativa implantados sobre fina, y raigrás en los cerros. Para el pastoreo dividen a la hacienda en 4-5 grupos que comen por zonas permaneciendo en los lotes de 6 a 8 días. Los mismos son regulados de acuerdo a la carga animal y a la oferta forrajera, con descansos de 40 a 45 días. En primavera los lotes se destinan a soja y los animales son terminados a corral.
Para la alfalfa, José Jáuregui, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL (Universidad Nacional del Litoral), propuso intensificar el pastoreo en primavera e ingresar cuando las plantas tienen entre 8 y 9 nudos, lo que asegura una alta tasa de consumo y una excelente calidad forrajera. En cambio, si la alfalfa se destinará a rollos, se puede seguir el criterio tradicional de cortar entre botón floral y 10% de floración. En otoño, precisó Aapresid, la recomendación de Jauregui es bajar la intensidad y dar descanso, principalmente en materiales con latencia, para incrementar la persistencia y prevenir un deterioro de la pastura.
Los especialistas remarcaron que en esta leguminosa no se debe perder de vista el control de enfermedades, la fertilización con fósforo y fundamentalmente el pH, ya que valores muy bajos pueden perjudicar la fijación biológica de nitrógeno y condicionar la disponibilidad de nutrientes.
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