Tras el fracaso de la campaña de granos gruesos, el cereal concentra las esperanzas de productores y de sectores afines para aliviar un cuadro financiero muy complejo
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El trigo 2023/2024 podría ser el elemento crucial que apalanque y alivie un flujo financiero muy comprometido de los agricultores, para que puedan llegar a la orilla después del naufragio del ciclo 2022/2023.
“Es un cultivo que puede dar ingresos estratégicos en diciembre, sin tener que esperar hasta la cosecha de granos gruesos, lo que obligaría a tomar deuda por un periodo muy largo para reiniciar el ciclo”, afirma el consultor Julio Lieutier.
Agrega que “es importante reducir ese tiempo, porque el porcentaje de deuda sobre el activo corriente será altísimo en muchas empresas, sobre todo en el caso de los arrendatarios”.
No obstante, para que el salvavidas del trigo pueda funcionar deberían ocurrir nuevas lluvias en abril y mayo, que recarguen completamente los perfiles. “Hasta mediados de marzo el tanque estaba vacío y se deberían acumular por lo menos 250-300 milímetros para llenar un perfil de 1,5 metros, que es lo que podrían explorar las raíces del trigo. Si no se alcanza esa disponibilidad a fines de abril, es difícil que se complete a partir de mayo, cuando las lluvias disminuyen significativamente”, completa.
Parate económico
Mientras tanto, la situación de los agricultores es muy complicada por la pérdida de capital de giro y de patrimonio, combinada con las dificultades para armar el próximo plan de siembras. La suma de estas adversidades “provocará un parate económico serio en todas las cadenas donde el agro suma valor: servicios, proveedores y el comercio en general de los pueblos del interior. Caerá abruptamente la demanda porque los compradores no tienen los ingresos previstos para gastar”, observa Lieutier.
También hay preocupación en los prestadores de aplicaciones aéreas y terrestres, con muchísimo menos trabajo que otros años. Los próximos que están poniendo las barbas en remojo son los contratistas de cosecha, que ven que habrá menos superficie de soja para trillar, luego de haber cosechado poca superficie de trigo y al costo. Los transportistas movieron muy poco cereal en diciembre y pasará lo mismo con la soja en abril y el maíz en julio-agosto. Ambos cultivos ya sufren gran daño irreversible en su rendimiento esperado.
“Lamentablemente, toda la cadena pagará fuerte el costo de la sequía. Por su ausencia, quedará en evidencia el valor que aporta el sector”, resume Lieutier.
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