Luego de un par de años de informalidad de controles de volúmenes exportados, una resolución, la 276 del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca pone en blanco y negro nuevamente los controles a las exportaciones trigo y maíz.
Las cifras estimadas para los cupos, esta vez denominadas “Volúmenes de equilibrio” para los ahora llamados “bienes culturales”, son como siempre trazos gruesos cortados groseramente, creando excedentes para el mercado interno que aseguran dos cosas básicamente:
- Construir sobreoferta artificial en el mercado interno de maíz y trigo, haciendo que quien compra, compre tranquilo, y quien quiera vender sepa que no todo podrá ser comercializado debido a los límites impuestos, lo cual le genera inquietud y desconfianza.
- Asegurar para los beneficiarios de las cuotas de exportaciones, márgenes comerciales por fuera de lo habitual, ya que se genera un “corralito” de no competencia entre operadores.
Los cálculos de estos volúmenes de equilibrio según la resolución publicada serán consultados a un consejo consultivo, integrado por una “mesa sectorial”. La cual se buscará ratifique, acepte y sea parte de esta cuotificación, intentando repartir las responsabilidades de hacer estos cálculos, y lograr que finalmente sea el sector privado parte de las limitaciones.
Seguramente se empezará a discutir desde el sector privado si el “saldo exportable” es mayor o menor de lo que dice el Gobierno. Lo cual sería un gran error. Es volver a ser parte de cálculos, estimaciones, y adivinanzas al igual que en la época que Guillermo Moreno asignaba cuotas de exportación.
El problema no es el tamaño de la cuota. El problema es que existan las cuotas. No trascendió aun de qué manera se repartirán esas cuotas internamente a cada operador. Esos volúmenes que se asignen son un “ticket de salida” que en sí mismo tienen valor. Anteriormente se llamaban ROEs. Hoy no sabemos cómo va a ser la repartija interna. Pero al haber un límite conocido el mercado ya sabe que va a sobrar trigo y maíz.
Al romperse la competencia, y sabiendo todos en el mercado que las cartas ya están marcadas, la consecuencia es la misma que vivimos durante periodo 2008-2015. Caída de inversión, área y menor uso de tecnologías. Esto no sucede de un año para el otro. Se da como un plano inclinado a medida que la restricción genera menos oferta, y al otro año se vuelve a ajustar para abajo el “Volumen de equilibrio” retroalimentando así las caídas en la producción hasta que el trigo y el maíz vuelvan eventualmente a ser un bien escaso en la Argentina.
Recordemos que la Argentina prácticamente salió del mercado internacional de trigo durante 2013-2015 para luego, cuando se revirtió la política de controles de exportaciones en 2016 se logró un crecimiento vertiginoso de área y producción de trigo (+100%) y Maíz (+70%) llegando a los volúmenes actuales.
Esta noticia llega en plena cosecha de trigo y con ya prácticamente implantada el área de maíz. Pero con la perspectiva del 2022 que ya se veía ensombrecida por la falta de oferta y aumento de precios de agroquímicos, como así también la brutal suba de precios de fertilizantes. Esta noticia suma un nuevo interrogante que se agrega a la ya dañina brecha cambiaria del 100% y los DEX (derechos de exportación).
Ya está lanzada la carrera hacia el freno en el crecimiento de la producción, y eventualmente el camino a la escasez de maíz y trigo para próximas campañas. Paradójicamente se da en un contexto internacional que sonríe a la Argentina y sus producciones.
El autor es productor agropecuario
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