Según el presidente de la Asociación Brasileña de Productores de Maíz, el país tiene cerca de 30 millones de hectáreas para sumar a la agricultura y mucho por hacer en cuestión de mejorar el nivel de sus rendimientos
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En la reciente campaña 2022/2023 Brasil logró una cosecha récord de maíz, con 131,89 millones de toneladas, luego de sembrar 22,27 millones de hectáreas y de registrar un rinde promedio de 59,23 quintales por hectárea, según los datos de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), dependiente del Ministerio de Desarrollo Agrario brasileño. Sin embargo, para el actual ciclo 2023/2024 el mismo organismo proyecta caídas en todas estas variables, con una producción de 113,70 millones de toneladas, 20,44 millones de hectáreas cubiertas y con 55,61 quintales en el nivel nacional, como consecuencia de la retracción en los márgenes del cultivo y por las contingencias meteorológicas que afectaron la normal evolución de la campaña de la soja, cultivo antecesor del forrajero para el uso de la tierra.
Anteayer, en su reporte semanal sobre cultivos, la Conab relevó el progreso de la primera cosecha de maíz 2023/2024 sobre el 29,4% del área apta y reportó el progreso de la siembra para la segunda cosecha, denominada safrinha, sobre el 73,7% de la superficie prevista. Cabe tener en cuenta que la campaña del forrajero en Brasil se divide en tres etapas. La más relevante es la safrinha, dado que de ella depende cerca del 77% de la oferta total del maíz brasileño.
En un contexto internacional que muestra los precios del maíz en el nivel más bajo desde noviembre de 2020 en Chicago y donde el número final de la nueva campaña brasileña está en entredicho por la diferencia que existe entre la estimación antes citada de la Conab –actualizará sus previsiones el martes próximo– y la que sostiene el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), con una producción de 124 millones de toneladas –el viernes publicará sus nuevas proyecciones–, LA NACION recurrió al presidente de la Asociación Brasileña de Productores de Maíz (Abramilho, por sus siglas en portugués), Otávio Fernandes Canesin, para conocer la situación de los agricultores y las perspectivas de la entidad sobre el cultivo.
–Frente a esta brecha de estimaciones entre los organismos de Brasil y de Estados Unidos, ¿qué expectativas tiene Abramilho para la cosecha de maíz 2023/2024?
–Como entidad no tenemos estimaciones propias y nos basamos en las cifras de la Conab, por ser más certeras que las del USDA. Y según esas proyecciones, la primera cosecha caería de 27,37 a 23,61 millones de toneladas; la segunda, de 102,37 a 88,10 millones, y la tercera, de 2,15 a 2 millones. En este momento, para saber si el volumen final total quedará más cerca de 113,70 o de 124 millones de toneladas habrá que esperar por la evolución del clima entre el presente mes y abril. En general los productores están pudiendo sembrar dentro de la ventana adecuada, lo que nos permite ser algo más optimistas que algunas semanas atrás, cuando se especulaba con un atraso en las labores. Sin embargo, creemos que los perjuicios económicos generados por una campaña de soja que será inferior a las expectativas podrían llevar a algunos agricultores a reducir el uso de insumos como fertilizantes y herbicidas.
–¿Qué factores condicionan esta campaña tras el récord 2022/2023?
–Entre los principales factores que redujeron la expectativa de producción se destacan el fenómeno Niño y el combo formado por la caída de los precios internacionales y por el aumento de costos. En cuanto al clima, El Niño trajo lluvias excesivas en la región sur y sequía en el resto del país, lo que provocó una caída en la productividad de la primera cosecha de maíz. Además, el retraso en la estabilización del clima para la siembra de soja hizo que muchos productores sembraran la oleaginosa más tarde, lo que comprometió parcialmente el calendario ideal para la segunda cosecha de maíz. Sin embargo, los datos muestran que El Niño brindará espacio para una transición hacia La Niña que podría contribuir a la recuperación de la safrinha, pero aún es demasiado pronto para estimar la relación que tendrá el clima con esa etapa clave de la campaña. Y respecto de la caída de los precios y del aumento de los costos, tras la cosecha récord en Estados Unidos, con un paso de 346,74 a 389,69 millones de toneladas, y con la perspectiva de una vuelta de la Argentina a su nivel normal de producción, se produjo un enfriamiento de los valores internacionales. Sumado a esto, el costo de producción en Brasil sigue siendo alto. Se estima que para que un productor de Sorriso, en Mato Grosso –es una de las mayores regiones productoras del país–, tenga un margen positivo necesitará una productividad superior a los 100 sacos de maíz por hectárea (el rinde promedio del Estado es de 105 sacos) y recibir un precio mayor a los 50 reales por bolsa, cuando hoy ronda los 30 reales, según la Confederación Nacional de Agricultura y Ganadería. Es debido a este bajo precio que muchos agricultores decidieron no realizar ventas anticipadas y que sólo se comercializó un 19% del maíz de Mato Grosso, contra el 25% de igual momento del año anterior.
–Frente a esta coyuntura, ¿cuál es el estado de ánimo del productor brasileño?
–Esta campaña no está siendo sencilla para los productores. Se puede decir que la reducción en la producción de maíz no será mayor porque la mayoría de ellos tenía comprados insumos con anticipación y, por ello, sembrará de todos modos. Buena parte de los productores de maíz también producen soja y tanto el precio de la soja como las condiciones climáticas no fueron favorables. Así, los productores que entran en la etapa de siembra de la safrinha ya están atravesando dificultades financieras por los malos números de la soja. Como señalé anteriormente, el costo de producción aumentó impulsado por la suba de los precios de los agroquímicos, las semillas, la mano de obra y del combustible. Para lograr equilibrar la ecuación y aproximarse a resultados positivos los agricultores deberán contar con una reacción de los precios internos, sumada a una buena productividad de los cultivos. En este sentido, desde Abramilho se viene trabajando con el gobierno federal en algunas acciones concretas: la necesidad de ampliar en 180 días el plazo de pago de las cuotas de la financiación rural; la renegociación de deudas de los productores; la necesidad de complementar los recursos para seguros rurales, y también será necesario que el gobierno realice compras públicas de granos en regiones con precios más bajos, como acción que procure una reacción de esos valores deprimidos.
–En circunstancias normales de mercado, ¿cuál considera que es la tendencia de la producción de maíz en Brasil para los próximos años?
–La tendencia en cuanto al maíz es hacia el crecimiento de la producción. Tenemos cerca de 30 millones de hectáreas con pastos degradados que pueden ser usados para la agricultura. Sería posible duplicar el área actual de casi 20 millones de hectáreas cultivadas. Otro punto importante a trabajar es la productividad, que en Brasil todavía es bastante baja, de solo 5500 kilos por hectárea, cuando que en Estados Unidos supera los 12.000 kilos. Por todo esto, creemos que es posible que en los próximos años Brasil llegue a producir 200 millones de toneladas de maíz por campaña.
–¿Qué volúmenes estiman para el consumo interno –forrajes y etanol– y qué volumen quedaría para la exportación en este año?
–Brasil tiene un crecimiento constante en el consumo interno de maíz, el año pasado se consumieron internamente 80 millones de toneladas y este año se prevén 84 millones, este crecimiento se debe principalmente a la expansión del sector del etanol, con una demanda que para 2024 se estima en 15 millones de toneladas. Sin embargo, el uso de maíz para la alimentación animal sigue siendo el principal destino, con una previsión de 56 millones de toneladas para este año, según estimadores privados. En cuanto a las exportaciones, dependerán del volumen producido, descontado el consumo interno. Si la cosecha se mantiene en torno de los 113 millones de toneladas, las exportaciones rondarán los 32 millones, contra los 55,50 millones del ciclo anterior, según las estimaciones de la Conab.
–En función de estas estimaciones, ¿hay chances de que Brasil deba importar maíz para garantizar el abastecimiento interno y que parte de ese grano provenga de la Argentina?
–Cada año Brasil importa una pequeña cantidad de maíz de Paraguay y de la Argentina para satisfacer la demanda de maíz de establecimientos de la región sur del país, por la simplicidad de la operación y por el costo, que muchas veces es más ventajoso que mover grano desde el centro-oeste brasileño. Para este año el volumen importado desde esos orígenes debería ser similar al observado en 2021, con aproximadamente 2,5 millones de toneladas, respecto de los 1,5 millones del año pasado.
–¿Cómo evalúan la competencia por los mercados externos entre Brasil y la Argentina, en una campaña en la que se prevé que la oferta argentina repunte de 36 a más de 55 millones de toneladas?
–En el caso de Brasil y de la Argentina, debido al Mercosur, existe cierta división entre los mercados consumidores. Por ejemplo, Vietnam es abastecido tradicionalmente por la Argentina, sin embargo, el año pasado, debido a la caída de las exportaciones argentinas, fue el tercer destino del maíz de Brasil, con 4,6 millones de toneladas, según datos oficiales. Históricamente el volumen exportado a ese país es menor, con entre 1 y 3 millones de toneladas. Si, como se prevé, Brasil experimenta una caída significativa de sus exportaciones en esta campaña, podemos esperar una demanda momentáneamente mayor por el maíz argentino y un retorno a la normalidad cuando la producción local se estabilice.
–¿Qué implicó el acuerdo entre China y Brasil de fines de 2022 para que el grano brasileño pudiera ingresar sin restricciones en el país asiático, que venía siendo abastecido por Estados Unidos y por Ucrania?
–En efecto, tradicionalmente Ucrania fue uno de los principales socios de China, seguido por Estados Unidos. Sin embargo, por la guerra entre Rusia y Ucrania; por un cambio en la geopolítica china, y por su necesidad de reponer existencias, después de años de negociaciones China facilitó el acuerdo con Brasil para importar maíz. Ese entendimiento se firmó a finales de 2022 y en 2023 China ya se convirtió en el principal destino de las exportaciones brasileñas de maíz, con alrededor de 15 millones de toneladas, según la Asociación Nacional de Exportadores de Cereales. Entonces, se puede decir que fue mucho más una necesidad de China la que abrió camino para el acuerdo que un movimiento natural en el progreso de las negociaciones comerciales, que en los años anteriores venían siendo ralentizadas por las propias autoridades chinas.
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