La planificación de los cuatro principios correctos en la fertilización (dosis, momento, lugar y fuente) contribuyen al éxito del cultivo
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El cultivo de maíz ha probado tener una gran versatilidad y adaptabilidad a diferentes condiciones climáticas, lo que lo convierte en un cultivo estratégico para la seguridad alimentaria a nivel global. No obstante, en la Argentina se registra una brecha de producción debido al manejo inadecuado de nutrientes, que puede afectar hasta el 30% del rendimiento alcanzable.
Independientemente del destino de la producción y del momento de siembra, el maíz es un cultivo de gran porte, con elevados requerimientos nutricionales que deben ser cubiertos a través de una fertilización adecuada para lograr rendimientos máximos y de calidad.
De los nutrientes esenciales que precisa el maíz, los que suelen limitar los rendimientos son, en orden de importancia, el nitrógeno (siempre limitante), el fósforo, el azufre y el zinc (que, aunque se absorbe en pequeñas cantidades, en muchas zonas aparecen deficiencias, y es clave en la alimentación humana). El potasio puede limitar también los rendimientos en algunas regiones del Litoral argentino, como Corrientes y Entre Ríos.
La falta de esos nutrientes pone techo tanto a la productividad de los cultivos, como a la calidad de los granos obtenidos (es bien conocida la relación entre los contenidos de nitrógeno y azufre y el porcentaje y valor nutricional de las proteínas). Por otro lado, la eficiencia de insumos clave como el agua, que no puede ser comprada en planteos de agricultura de secano (la situación más usual), es afectada por la nutrición: está documentado que la aplicación de nitrógeno optimiza cada milímetro de agua que el cultivo tiene a disposición, especialmente en los años con alguna restricción hídrica.
Las 4C
Un enfoque apropiado para optimizar la nutrición del maíz es el manejo a través de las 4C (de Correcto): dosis, momento, lugar y fuente.
●Dosis correcta: el maíz requiere gran cantidad de nutrientes para alcanzar rendimientos elevados: para producir 10.000 kg de grano por hectárea, precisa absorber 200 kg de nitrógeno, 36 kg de fósforo y de azufre, 170 kg de potasio (que casi nunca se agrega) y 500 g de zinc. De estos requerimientos, una parte importante se exportará con el grano. Si la reposición de nutrientes es consistentemente menor que lo exportado, los suelos se empobrecen; es decir, habrá un deterioro del principal recurso productivo de la producción agropecuaria.
●Momento correcto: los requerimientos de nutrientes van cambiando durante el ciclo del cultivo; cualquier estrategia de fertilización debería sincronizar la oferta del nutriente con la demanda del cultivo. Como operativamente no es posible aplicar en muchos momentos, lo usual es agregar una cantidad importante de fertilizante a la siembra o un poco antes, y luego corregir, especialmente con nitrógeno, a las 6-8 hojas, en función de la evolución del cultivo y las expectativas de rendimiento.
●Lugar correcto: lo ideal es ubicar el fertilizante lo más cerca posible de las raíces de la planta, especialmente en el caso de nutrientes poco móviles, como el fósforo, que debe ubicarse cerca de la semilla. En el caso del nitrógeno, el lugar de aplicación es decisivo cuando la fuente es urea: se sabe que cuando se aplica al voleo en superficie, especialmente sobre rastrojos del cultivo anterior, pueden provocarse pérdidas gaseosas, incluso de magnitud en condiciones de elevada demanda atmosférica, que se atenúan con la incorporación mecánica o por lluvias.
●Fuente correcta: las fuentes convencionales de nutrientes (como urea, MAP, DAP) han mostrado su eficiencia en una variedad de condiciones climáticas y de suelos. Sin embargo, existe una amplia gama de productos de eficiencia mejorada, como las mezclas químicas usualmente utilizadas a la siembra del cultivo, que combinan en cada gránulo todos los nutrientes juntos. Un caso especial es la aplicación de los denominados “estabilizadores de nitrógeno”, que limitan las pérdidas que suele tener la urea, con lo que aumenta la eficiencia de absorción del nitrógeno aplicado.
En resumen, un maíz productivo y eficiente requiere una nutrición bien planificada, que garantice su éxito no sólo como cultivo, sino también nuestra seguridad alimentaria: si cuidamos la nutrición de los cultivos, cuidamos la nutrición de las personas.
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El autor es responsable técnico de Fertilizar Asociación Civil
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