Ante una consulta de LA NACION, Antonio Galvan, presidente de la Asociación Brasileña de Productores de Soja (Aprosoja), dijo que las estimaciones de la Conab y del Departamento de Agricultura de Estados Unidos no se corresponden con la realidad productiva; “el estado de ánimo de los productores es terrible”, expresó
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Mientras las máquinas dan sus primeros pasos por los campos brasileños, crece la controversia por el número final que tendrá la cosecha de soja 2023/2024 en el país que ocupa el primer escalón del podio mundial de producción y de exportaciones de la oleaginosa. El golpe sobre la mesa lo dio el martes pasado la Asociación Brasileña de Productores de Soja (Aprosoja), que estimó en 135 millones de toneladas el volumen de la actual cosecha, afectada por un prolongado déficit hídrico en el centro y en el norte del país, y que cuestionó “la publicación de datos que no se ajustan a la realidad y que han provocado una tendencia a la baja en los precios”, según advirtió en un comunicado.
La queja de la principal entidad que concentra a los productores de soja de Brasil llega cuando el valor de la oleaginosa se ubica en niveles mínimos desde noviembre de 2021 en la Bolsa de Chicago y pocos días después de que la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), dependiente del Ministerio de Desarrollo Agrario brasileño, y de que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) proyectaron la producción de la oleaginosa en 155,27 y en 157 millones de toneladas, respectivamente. Vale tener en cuenta que estos organismos estimaron la cosecha brasileña de la campaña anterior en 154,61 y en 160 millones de toneladas.
“Los datos de la Conab y del USDA ciertamente no son consistentes, en términos de producción, con la realidad brasileña”, respondió a LA NACION Antonio Galvan, presidente de Aprosoja. Agregó que la entidad que representa nunca hizo estimaciones propias de cosecha, “pero hoy decidimos hacerlo debido a las discrepancias que tenemos con las cifras publicadas por consultoras y por el gobierno, con datos sobre los que no conocemos ningún parámetro. En cambio, nuestros parámetros se sustentan en las consultas hechas a productores de soja de los 15 Estados en los que Aprosoja tiene presencia, para conocer de primera mano el estado de los cultivos. Y digo que estos números [en referencia a los 135 millones de toneladas] son bastante conservadores”.
–¿Cómo evalúan la relación entre las cifras proyectadas por estos dos organismos y un nivel de precios que en Chicago está en lo más bajo desde noviembre de 2021?
–Esta valoración que hacen sobre la producción no es realista y su impacto tampoco. El consumo de soja viene aumentado año tras año y la cosecha mundial no cambiará en esta campaña. Hubo un fracaso en la cosecha estadounidense y en el contexto general de Sudamérica, donde habrá una buena producción en la Argentina y en el sur de Brasil, pero donde la oferta 2023/2024 no superará a la del ciclo 2022/2023.
En plena etapa de tour de cultivos para afinar cálculos, entre las estimaciones privadas de algunas de las firmas que influyen sobre el mercado, Agroconsult prevé una cosecha de soja de 153,80 millones de toneladas; StoneX, de 152,80 millones; Safras & Mercado, de 151,40 millones; AgResource, de 150,70 millones; AgRural, de 150,10 millones, y Patria Agronegocios, de 143,20 millones.
–¿Cómo está hoy el ánimo de los productores brasileños ante este panorama de incertidumbre en el campo y de precios bajos en los mercados?
–El estado de ánimo es terrible. No sólo para los agricultores brasileños, sino para los productores sudamericanos. Los bajos precios que ofrecen las empresas por la soja dejan realmente conmocionados a los productores porque afecta la forma en la que deben afrontar sus compromisos financieros y el financiamiento de su trabajo. Esto los lleva a cuestionarse qué hacer en la cosecha 2024/2025, tal vez con la posibilidad de reducir áreas si el mercado prolonga el actual comportamiento.
–¿Qué les están recomendando a los agricultores frente a esta coyuntura?
–Desde Aprosoja Brasil recomendamos mucha precaución a los agricultores. Quienes no tengan compromisos de pago deberán esperar el mejor momento para vender su producto. Una vez recolectada la cosecha tendremos el panorama real, con un volumen que, consideramos, no solo será inferior al pronosticado por la Conab o el USDA, sino, seguramente, al que hoy estamos estimando nosotros y que esperamos actualizar en las próximas semanas. Rio Grande do Sul, que estaba con buenas perspectivas, ahora está teniendo problemas debido al exceso de lluvias. Esto aumenta la incidencia de plagas y una reducción en la cosecha podría ser inevitable como consecuencia de ese exceso de humedad.
–¿Qué perspectivas evalúan para lo que resta de la campaña?
–Las perspectivas no son nada buenas. Con menor producción, bajos precios y con altos costos el agricultor debe ser muy cauteloso. Esperamos que el productor de soja logre cosechar todo lo necesario para cumplir con sus compromisos. Pero si no puede cumplir con contratos futuros deberá procurar negociar con las empresas. Consideramos que, a finales de marzo, cuando tengamos las cifras definitivas de toda la cosecha recolectada, el precio de la soja reaccionará. Sin embargo, creemos que el cultivo más complicado por el panorama actual es la safrinha de maíz (es la que aporta poco más del 75% de la oferta total del cereal en Brasil), porque sufrirá atrasos en la siembra como consecuencia de todo lo que pasó con la soja. Por eso, en el ciclo 2023/2024 se espera una caída masiva para el maíz brasileño, en superficie y en inversión. Además, los precios actuales del maíz no llegan a cubrir los costos de la siembra. No podemos aceptar esto. El productor tiene que aplicar una reducción de superficie para ver mejores precios y para que, al menos, logre compensar los costos de producción.
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