La aplicación de programas de control que utilicen todos los elementos de un modo sostenible permite reducir costos de producción y ganar en eficiencia
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Estamos en una carrera constante entre la capacidad de adaptación de las malezas y la aparición de nuevas tecnologías. Hoy, el manejo de malezas es el primer tema desde el punto de vista técnico en el que se piensa al sembrar soja.
En términos relativos, un margen bruto promedio en soja con tecnología media alta ronda los 300 a 350 dólares por hectárea. De 1996 a 2012, controlar malezas tenía un costo de aproximadamente 25 dólares por hectárea. Actualmente la cifra va de los 110 a los 170 dólares por hectárea. Incluso, pese a la inversión, no se alcanzan los niveles de control de hace poco más de una década y en muchas situaciones hay impacto en rendimiento con pérdidas que van del 15% al 50%.
La radiografía de la situación no termina ahí y toma relevancia por la presencia de malezas resistentes. Las tres grandes problemáticas a escala nacional son Yuyo colorado (Amaranthus spp.) (presente en casi 20 millones de hectáreas), Rama negra (Conyza spp.) (en 12 millones de hectáreas), acompañado de gramíneas resistentes (dependiendo de las zonas: Echinochloa, Eleusine, Chloris, entre otras). La combinación de malezas de hoja ancha y gramíneas potencia la complejidad.
Los datos son aportados por Rafael Frene, líder de Proyectos Herbicidas y Enlist para Cono Sur de Corteva Agriscience. “Enlist E3 es una herramienta muy potente para la realidad de hoy pero no es una solución mágica. Es una tecnología para seguir dando pelea pero que debe ser utilizada de un modo sostenible y ese camino es respetando los programas de control que propone”, aclara el especialista.
¿Qué es un programa de control de malezas? Se trata de integrar diversidad agronómica con diversidad química. “El éxito del control de malezas está basado en saber combinar herramientas de manejo como las rotaciones de cultivo y el uso de cultivos de cobertura con distintas soluciones químicas eficaces que se adapten a cada sistema de producción”, explica Frene y aclara que al final del día se trata de construir un sistema que permita ir ganándole en el tiempo a las malezas. “La estrategia es diversificar la presión de selección que se ejerce sobre las poblaciones de malezas minimizando los riesgos de resistencias y haciendo sostenibles en el tiempo los herbicidas y las tecnologías que hoy funcionan”, acota.
En este contexto, ¿qué viene a aportar Enlist E3? “Esta tecnología mueve hacia arriba el estándar de control de malezas y posibilita maximizar el potencial de rendimiento de la genética de elite en cada ambiente minimizando la competencia de las malezas sobre el cultivo”, dice Frene y aclara que debe ser manejada con muchísima conciencia: “La tecnología RR se lanzó en 1996 y fue muy efectiva durante 12 años. El aporte de Enlist E3 va a depender de cómo los productores la utilicen. Volvemos a tener herramientas para controlar las malezas con la eficacia en que lo hacíamos a fines de los ´90 pero hoy de una manera más compleja porque trabajamos con resistencias. El uso que se hizo de la tecnología RR terminó llevándonos a una problemática aún mayor a la que en un inicio la tecnología misma planteaba solucionar. El aprendizaje que esta experiencia nos deja es que los sistemas deben ser sostenibles. Y para lograrlo hay que regirse por las buenas prácticas agrícolas”.
Un eficiente programa de control de malezas termina abaratando costos e incluso dando la posibilidad de usar menos ingrediente activo. Pero para que sea eficiente debe seguir una serie de reglas: rotaciones de cultivos y herbicidas, respeto a las dosis de marbete, calidad de aplicación. “El uso de subdosis es una de las prácticas que más dispara procesos evolutivos de resistencia en las malezas”, aporta Frene.El desafío es no volver a caer en prácticas simplistas y esperar a que todo lo resuelva ahora el herbicida EnlistColex-D® -la nueva formulación a base de sal colina de 2,4-D y la tecnología Colex-D® que propone Corteva-. “Es necesario partir de herbicidas residuales que dejen un lote limpio para que solo las correcciones se realicen en post emergencia”, añade.
A modo de ejemplo, el especialista desmenuza un programa eficaz para manejar Yuyo colorado: en barbecho usar herbicidas inhibidores de la PPO -como sulfentrazone y flumioxazin, en mezcla con metolacloro-. Esos dos herbicidas trabajan en el suelo como residuales y tienen actividad herbicida en las poblaciones resistentes de Yuyo colorado. Luego, en post emergencia del cultivo, se hace una nueva mezcla con dos herbicidas diferentes como Enlist Colex-D y glufosinato de amonio.
LA NACIONTemas
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