En las últimas campañas, especialmente en el norte del país, se detectaron enfermedades con síntomas difíciles de identificar
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Los cultivos de maíz, principalmente en el norte, pueden ser afectados por dos grupos de enfermedades que disminuyen los rendimientos en forma silenciosa, se podría decir agazapada, ya que sus síntomas son difíciles de identificar. Nos referimos al achaparramiento del maíz y a algunas virosis.
El achaparramiento, también llamado corn stun, es causado por tres patógenos: dos bacterias (una de ellas un fitoplasma y la otra un espiroplasma) y un virus (el virus del rayado fino), que pueden infectar juntos o en forma independiente. En la Argentina predomina ampliamente el espiroplasma y hasta hace poco tiempo atrás se detectaban pocos casos del virus por año y con baja severidad. Los tres patógenos son transmitidos por el mismo vector, la chicharrita Dalbulus maidis.
Esta chicharrita no sobrevive a las heladas, por lo que se la encuentra principalmente por encima del paralelo 30°LS y puede desplazarse hacia el sur a medida que la temperatura se lo permite; en este caso, aunque lleva consigo los patógenos, la infección es más tardía y, en consecuencia, encuentra las plantas con mayor porte y mayor tolerancia, afectando mucho menos la producción.
Una característica de este vector es que vive y se alimenta sólo de maíz, por lo que los cultivos de siembra tardía reciben altas poblaciones y permiten que se multipliquen hasta la llegada de las heladas. Durante el invierno sobreviven pocos individuos que iniciarán las poblaciones en primavera, sobre las primeras siembras y los maíces guachos.
Otro grupo
El otro grupo comprende enfermedades causadas sólo por virus. Las investigaciones desarrolladas en el Instituto de Patología Vegetal (Ipave) revelan que, de los diez virus detectados en el país, cinco suelen registrarse en infecciones conjuntas entre ellos y con los patógenos del achaparramiento, infecciones que producen síntomas notables en las plantas afectadas, pero no suelen presentarse con elevada incidencia en los lotes. Algunos de estos virus se transmiten por pulgones, otros por ácaros, otros por chicharritas diferentes a D. maidis y otros por coleópteros y trips.
El achaparramiento por espiroplasma preocupa a los productores del norte del país desde que se adoptó la siembra directa, lo que permitió la irrupción de maíz tardío. Esa infección suele pasar desapercibida durante el crecimiento del cultivo, pero se hace evidente hacia el final, casi al momento de cosecha, cuando se detecta una entrega temprana de la planta y que el grano no ha llenado completamente.
En las últimas dos campañas agrícolas, además del espiroplasma, estuvieron presentes dos virus con incidencia elevada y con síntomas severos en todo el norte argentino: el rayado fino (maize rayado fino virus, MRFV), componente del achaparramiento, y el potyvirus sugarcane mosaic virus (SCMV). Estos virus, cuando interactúan con el espiroplasma, o entre ellos, incrementan la severidad de los síntomas, adelantando la percepción del problema.
¿A qué se debió la explosión del potyvirus en los cultivos de maíz? Quizás por la explosión demográfica del pulgón amarillo de la caña de azúcar, Melanaphis sacchari, vector del SCMV, que afectó los cultivos de sorgo desde 2019, y en 2020/2021 se consideró una plaga devastadora.
De acuerdo con lo acontecido en estas últimas campañas, debemos considerar que las altas incidencias de estos dos virus pueden haberles permitido ocupar nichos nuevos en el ecosistema, por lo que se sugiere estar atentos a su presencia durante el monitoreo de lotes en las próximas campañas. Para delinear la estrategia de manejo en el control integrado de estas enfermedades, se sugiere tener en cuenta, además de la cercanía de lotes de sorgo, que la táctica más ecológica y efectiva es el empleo de germoplasma tolerante resistente a los patógenos causales.
La autora es investigadora de INTA IPAVE
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