Con su uso se reducen en un 70% las emisiones de gases de efecto invernadero de las naftas; se podría aumentar el porcentaje de corte con un nuevo marco legal
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La sanción de la Ley 26.093, en 2006, destinada a promocionar la producción, comercialización y uso de biocombustibles en la Argentina –luego complementada por la Ley 26334–, se dio mientras los principales países del mundo establecían legislaciones que iban en la misma dirección.
Dicha norma ha contribuido a la industrialización de la producción agrícola en origen, con el correspondiente incremento del valor agregado local en el interior del país, hecho muy positivo para dinamizar la creación de nuevos empleos en distintas regiones. También ha generado la sustitución de importaciones de combustibles minerales, ha significado un ahorro en las emisiones de gases de efecto invernadero, y ha posibilitado una mejor calidad del aire, con su consiguiente impacto favorable en la salud pública.
Los niveles obligatorios teóricos de mezcla actuales se ubican en el 12% para el caso del contenido de bioetanol en las naftas, y en el 10% para el caso del biodiesel en el gasoil. A 15 años de la entrada en vigencia de este régimen promocional –aunque las mezclas de los biocombustibles se iniciaron recién a partir del año 2010–, los resultados han sido muy positivos y, por lo tanto, es necesario profundizar esa exitosa política de estado.
El bioetanol tiene beneficios asociados: entre otros, la mejora en la huella de carbono por la reducción de más de un 70% de las emisiones de gases efecto invernadero con respecto a las naftas, y el imprescindible aporte de alto contenido de octanos en las mezclas.
La recomendable intensificación del uso del bioetanol, un proceso virtuoso, puede darse en sucesivas etapas:
a) en el corto plazo, aumentar al 15% el contenido de bioetanol anhidro como corte mínimo y obligatorio de las naftas;
b) a mediado plazo, implementar un mayor corte que alcance el 27,5% de etanol anhidro en las naftas, y, al mismo tiempo, ejecutar un programa de uso de bioetanol puro hidratado (modelo brasileño) o una nafta que contenga un 85% de bioetanol anhidro (modelo norteamericano).
Para ello, será necesario introducir al mercado vehículos con motores de tipo flex fuel. Los vehículos en circulación al momento de dicha implementación podrán ser adaptados incorporando los denominados “kits de conversión”.
Un cambio tecnológico estructural –como, por ejemplo, el relacionado con el automóvil eléctrico– requiere muchos años y enormes inversiones para lograr la reconversión masiva del parque automotor y de toda la infraestructura existente, además de la producción de energía eléctrica renovable. Por ello, los biocombustibles representan una excelente y rápida solución para el transporte automotor.
Por otra parte, desde el inicio del mandato legal de uso de biocombustibles hasta fin de mayo pasado, el aumento de las naftas a la salida de refinería local superó en un 50% el aumento del precio del bioetanol establecido por la Secretaría de Energía de la Nación. Por lo tanto, no tuvieron sustento alguno los aumentos en el precio de las naftas anunciados por los refinadores de petróleo que se justificaron ante la opinión pública en el incremento del precio de este biocombustible.
El maíz destinado a bioetanol en la Argentina representa alrededor del 3% de la producción total de este cereal, cuyo precio se forma en el Mercado de Chicago. Por tal motivo, la incidencia que esta demanda produce en el precio local del maíz y, por ende, en el precio de los alimentos, es irrelevante.
Se ha planteado que al país le conviene exportar los granos de maíz, dado que, al transformarlos en bioetanol, el Estado no recauda derechos de exportación. Se trata de un planteo que atenta contra la industrialización nacional y la agregación de valor de nuestra producción agrícola, equivalente a lo que representaría exportar todo el petróleo crudo que se procesa en el país e importar todos los combustibles que aquí se consumen.
Una ley
En el Congreso de la Nación avanza la sanción de un proyecto de ley de biocombustibles que reemplazará a la legislación actual. Es imperioso mantener el 12% de bioetanol como corte mínimo y obligatorio de las naftas, como condición necesaria para la continuidad de la actividad productiva y la preservación de las fuentes de trabajo de la industria del bioetanol de almidón de maíz. Y poder mantener, al mismo tiempo, los volúmenes de producción de los granos destilados de maíz, más conocidos como burlanda, tan importante para abaratar las dietas de los animales vacunos con destino a la producción de carne y de leche. Luego, en etapas, y en forma coordinada entre los distintos sectores de la producción y las autoridades del gobierno, se deberán incrementar los porcentajes de cortes de bioetanol para sustituir importaciones de naftas, con el correspondiente ahorro de salida de divisas, contribución positiva con la problemática del cambio climático, y mejora de la calidad del aire que se respira en las grandes ciudades.
Los biocombustibles en general, y el bioetanol de almidón de maíz en particular, son parte de la solución energética sustentable de la Argentina.
El autor es presidente de la Cámara de Bioetanol de Maíz
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