De cara a la próxima campaña agrícola, la cadena productiva apuesta al desarrollo del país
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Este año, Maizar (Asociación de Maíz y Sorgo Argentino) cumple dos décadas trabajando en la integración de los eslabones que conforman su cadena de valor, que primero se fundó sobre el maíz y luego sumó al sorgo. Ese trabajo tiene varias aristas: generar y compartir información útil, promover consensos, buscar oportunidades de negocios y agregación de valor, demostrar el buen desempeño ambiental de nuestras producciones y apuntar a que se lo remunere, y luchar en los ámbitos internacionales contra las barreras paraarancelarias, que les bajan el precio o directamente les cierran el acceso a nuestros productos. En fin, agrandar la torta para todos y buscar construir con el sector público los caminos que lleven a generar riqueza en toda la cadena y en los ambientes donde está presente.
A esas funciones de Maizar, este año se sumó otra, producto de la insólita expansión de la chicharrita (Dalbulus maidis), un insecto vector del achaparramiento del maíz, que dañó terriblemente a muchos lotes esta campaña, al punto que se estima se llevó casi una cuarta parte de la cosecha esperada. Por esto, de cara a la campaña 2024/25, Maizar está coordinando una herramienta poderosa y colaborativa también inédita, integrada también por el INTA, la Estación Experimental Obispo Colombres, Aapresid, la red CREA y la Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos Extensivos: la Red Nacional de Trampas de Monitoreo, que le permitirá al productor conocer a cada momento la población de chicharritas en su zona, algo con lo que hasta ahora no contaba, para que, cuando vaya a sembrar, y luego en cada etapa del cultivo, pueda tomar las decisiones correctas, sin el miedo de no saber qué esperar ni qué hacer, como ocurrió esta campaña.
Con esa información geolocalizada, que se alimentará de los datos de una enorme red de trampas combinados con otros enviados por los propios productores y asesores, se harán informes periódicos, con los que el productor podrá contar y, junto con su asesor, tomar las mejores decisiones de manejo para producir sin mayores inconvenientes. Ahora contamos además con experiencias como la de Brasil y con lo que con mucho dolor hemos aprendido en nuestro propio territorio.
Además, gracias al trabajo ágil que desarrollaron los organismos públicos, mancomunados con los privados en esta lucha, contaremos también en la nueva campaña con productos fitosanitarios que hasta ahora no estaban disponibles. Mientras tanto, las compañías semilleras trabajan sin cesar para mejorar el germoplasma con genética más tolerante.
Así, este año no nos va a agarrar con la guardia baja. La resiliencia característica del productor argentino va a estar acompañada de valiosa información actualizada de las principales instituciones del sector, que vienen trabajando desde hace meses en esto.
Por otro lado, nuestro reciente Congreso Maizar, que llevó el lema “Liberemos nuestro talento colectivo”, nos dejó muy esperanzados por las oportunidades que podemos recorrer en materia de agregado de valor, desarrollo regional, arraigo, sostenibilidad, modelos de negocios, desde cada uno de los nodos que componen estas redes de valor: las semillas, los suelos, los insumos, el agua, la conversión en proteínas animales, la bioenergía y los biomateriales, todos atravesados por marcos regulatorios, avances tecnológicos, el contexto internacional, cuestiones de infraestructura, los temas de impacto ambiental y las novedades tecnológicas.
Nos entusiasma también la proyección política que va cobrando el agro en el Congreso, liderada por la Fundación Barbechando. Los cambios se logran a través de la política, no sin ella. Creemos en el diálogo y en la posibilidad de colaboración con el sector público para que el país crezca. Apuntamos a seguir el ejemplo de Brasil, cuya revolución productiva fue acompañada por el bloque multipartidario Frente Parlamentar da Agropecuária (FPA), que tiene un peso decisivo en el Parlamento con casi la mitad de los diputados del país, y es informado por el Instituto Pensar Agropecuária (IPA), que releva las necesidades de casi 50 entidades del sector y las pone en la agenda. Mientras tanto, seguimos trabajando en el frente externo con Maizall, la Alianza Internacional del Maíz, conformada por Maizar y las entidades equivalentes de Estados Unidos (National Corn Growers Association y US Grains Council) y Brasil (Abramilho), para promover el sistema productivo basado en la biotecnología, defendiendo las buenas prácticas y discutiendo las barreras paraarancelarias de ciertos bloques.
La cadena del maíz y la del sorgo son claves para el crecimiento del país, por su peso en el PBI, por las divisas que generan y, sobre todo, por el progreso humano y profesional descentralizado que promueven, en línea con un desarrollo verdaderamente federal.
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El autor es presidente de Maizar