En panorama comercial 2023/2024 está atravesado por múltiples fundamentos, entre los que se destacan las perspectivas en nuestro principal socio del Mercosur, que resignaría área en maíz, pero que iría por otro récord en soja
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Nuestra visita a la India de 15 días finalizada el lunes pasado (grupo de 28 productores argentinos y uruguayos) nos confirmó que resulta difícil recordar una plaza granaria internacional tan expuesta a cuestiones geopolíticas como la actual. Lo conversamos con entidades de aquella nación (la más poblada del mundo) estrechamente vinculadas con las importaciones de aceites vegetales (en trigo y en maíz son autosuficientes con 113,50 y con 34,30 millones de toneladas, respectivamente), muy expectantes con nuestra próxima cosecha de girasol.
El contexto mundial se planteó en cada reunión, resultando claro que a la clásica pulseada entre EE.UU. y China se le sumó en el último año la invasión de Rusia a Ucrania (impacto en mercados de trigo, girasol y maíz) y, también, la relevancia que los países del Grupo de los Brics pretenden asumir en el concierto mundial, ampliando sus miembros y planteando un nuevo orden mundial al enfrentarse al G7.
El contexto plantea enormes desafíos para quienes pretenden evolucionar produciendo granos y oleaginosas, cuestión que en el caso de los argentinos se hace más difícil aún por nuestra compleja realidad política. Si todo se redujera a analizar el mercado internacional, debiéramos tomar nota de que la producción estadounidense de maíz es muy buena (ya en plena cosecha) y que la de soja no lo es. El clima no ha sido el ideal para la oleaginosa en EE.UU. y las reservas en dicha nación se mantendrían muy ajustadas por otro año más.
Coloso agrícola
Pero ya prácticamente finalizado el mercado climático estadounidense, ahora la plaza comienza a palpitar las proyecciones de la producción de cosecha gruesa en Brasil. En soja prometen un nuevo récord de recolección (y van…), aunque en maíz se espera una caída productiva del orden del 9,10% (a 119,85 millones de toneladas) por la pérdida de área a manos del algodón.
Así las cosas, ¿qué puede esperar el productor local para el ciclo 2023/2024?
En el caso del trigo, una cosecha muy mermada y un escenario de precios muy promisorio para quienes deben vender en cosecha y aún mejor para quienes puedan demorar ventas (“efecto Mercosur”).
Para el maíz, una plaza doméstica que será una caldera entre diciembre y marzo (Massa “vació” las reservas con el “dólar maíz”) y un buen escenario de precios para las variedades tempranas. Para el maíz tardío, la safrinha brasilera (trilla en julio) siempre será un condicionante por la fuerte presión estacional de cosecha. Al maíz tardío hay que ponerle precio en marzo/abril o pasar su comercialización para el último trimestre de cada año.
Para la soja el panorama es más complicado. Si mejora el clima en Brasil (particularmente en Mato Grosso, donde las lluvias vienen demoradas) la posibilidad de otro récord productivo es un factor bajista. Se supone que la Argentina volverá a la normalidad en materia de producción y ello tampoco ayuda para las cotizaciones, Pero, en nuestra opinión, el tema stocks en EE.UU. siempre ha sido un factor absolutamente clave para los valores en Chicago y los mismos son extremadamente ajustados para el cierre del ciclo 2023/2024 en dicha nación. Es cuestión de manejar los “tiempos del mercado”.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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