Entre los métodos de injerencia se destacan derechos de exportación; cupos de embarque; fideicomiso triguero; tipo de cambio especial para la soja, y el manejo de los valores FOB
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El nuevo año comenzó con lluvias bastante generalizadas y en algunos casos abundantes. Pero lo interesante es que ya los climatólogos hablan de un cambio en el patrón climático y los modelos más consultados avizoran el fin de La Niña y ya en marcha la transición a un evento neutral que podría dar paso al fenómeno Niño para mediados de año. Sería otra historia.
Mientras tanto, en su reporte del 12 de enero el USDA proyectó la cosecha argentina de soja en 45,5 millones de toneladas y la de maíz, en 52 millones, guarismos realmente muy optimistas (casi fantasiosos) por los daños ya ocurridos en la producción local.
Ahora bien. En nuestros últimos informes hemos insistido en el daño que el intervencionismo del Gobierno viene generando en la formación de los precios. Derechos de exportación arbitrarios; cupos de embarque para trigo y maíz; fideicomiso triguero a medida para un grupo económico; tipo de cambio especial para la soja (en dos oportunidades), y, desde hace varios meses, el manejo de los precios FOB.
Este último punto no es menor y a los productores locales les resulta muy dificultoso estimar correctamente lo que se conoce como las paridades teóricas. Si el FOB índice que publica la Secretaría de Agricultura no se corresponde con la realidad, el FAS que del mismo se deriva es engañoso. Ejemplo: el FOB índice de trigo (precio al que deben registrarse las exportaciones) podría calificarse de testimonial, toda vez que se ubica casi a la par del trigo duro estadounidense (absolutamente inusual) y 70 dólares más caro que el trigo ruso. Además, el registro de exportaciones del cereal está cerrado.
El maíz en la mira
¿Sucede algo similar con el maíz? Durante todo enero, sí. Los altos precios FAS verificados durante varias semanas para embarque en marzo podrían explicarse por la brutal reducción productiva de maíz temprano, pero debe reconocerse que respondían a un FOB índice inexplicable (US$316 versus US$295 en el Golfo) y ello llevó a que muchos productores imaginaran escenarios de precios para el maíz 2023 poco realistas.
Así, un mes atrás alertábamos que los US$270 por tonelada para marzo que se venían ofreciendo eran difíciles de convalidar con un negocio de exportación. A su vez, dichos valores han confundido a muchos respecto de los precios probables para la cosecha tardía. Es importante tener en cuenta que en julio entra en el mercado la safrinha de Brasil (maíz de segunda) y que la producción allí pinta bien.
El FOB índice actual para julio es de US$282 (algo más realista). Ahora bien, si chequeamos nuestras cotizaciones FOB versus Chicago en los últimos cinco años para julio, el premio promedio arroja entre 15 y 20 dólares por tonelada. Mirando los valores FOB de esta semana en el Golfo, y para ser competitivo en el mercado internacional, el FOB argentino debería ubicarse en el orden de los 278/283 dólares por tonelada y, en consecuencia, las paridades FAS se ubicarían en US$230/235.
Y como tarde o temprano la plaza se acomoda, quienes desprecian estos valores deben reconocer que están apostando a una suba en Chicago. En definitiva, el daño del intervencionismo es realmente peligroso. El productor argentino debe evitar las señales confusas que emite Agricultura. Importante tener cuidado a la hora de tomar decisiones de venta.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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