Los conflictos entre países ponen en riesgo el abastecimiento mundial de materias primas y disparan acciones locales, con vedas a las exportaciones, que agravan la situación
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El confrontamiento está planteado. La globalización por sobre la polarización. Para aquellos que vivimos en occidente, el modelo capitalista, globalizado y de libre mercado resulta en el estilo de vida más comúnmente aceptado. Sin embargo, en otras regiones del mundo las autocracias con otros sistemas, mercados intervenidos y economías cerradas y muy polarizadas son lo natural.
Desde la declaración de “guerra” comercial que Estados Unidos le hiciera a China, comenzó en el mundo una discusión sobre la supremacía de dos modelos o estilos que el planeta debería debatir en los próximos años. Y si bien parece imposible que se pueda imponer un modelo distinto al occidental, solo la perspectiva del tiempo podrá develarnos el resultado. Lo que está claro es que China pareciera estar dispuesta a ponerlo en duda, más allá que el resultado finalmente prevalezca.
El Covid primero y luego la invasión de Rusia a Ucrania están generando decisiones por parte de muchos países. Hacia fines de abril, Indonesia decidió cerrar las exportaciones de aceite de palma. Es importante tener presente que Indonesia y Malasia representan más del 80% de la producción mundial de este óleo, que a su vez posee una participación cercana al 60% en las exportaciones mundiales de los principales aceites. En una palabra, es el aceite vegetal más importante del mundo.
Sumado al conflicto entre los dos países miembros de la exUnión Soviética que engloban cerca del 80 por ciento de las exportaciones de aceite de girasol, el impacto en los mercados aceiteros me exime de mayores comentarios. Si bien, Indonesia flexibilizó recientemente esta medida, las autoridades mantienen una posición muy atenta sobre esta situación. Por otro lado, la India acaba de tomar una posición muy similar en el mercado del trigo, al restringir sus ventas externas. Aunque no es un gran exportador del cereal, la decisión de cerrar las exportaciones se suma a una singular cadena de situaciones no deseadas que hacen que el trigo esté en uno de los precios más altos de la historia.
Así las cosas, la polarización se va apoderando de ciertos países. En algunos casos resulta casi inconsciente el impacto que ello genera en esta discusión global sobre globalización versus polarización. Se trata de países a los que no les sobra nada en materia de producción de commodities y que no quieren quedarse sin abastecimiento interno. En otros, claramente no tiene mucho sentido.
La “vuelta” sobre el tema en la Argentina de aumentar las retenciones de forma de “retener” materias primas alimenticias dentro de nuestro país, pone la discusión en la picota. Ello, a criterio del actual Gobierno, podría aumentar la oferta local, generando precios de los alimentos más asequibles.
Más allá de que claramente no ha dado el resultado deseando en el pasado, con la crisis alimentaria que está viviendo el mundo la situación podría ser complicada para un país como el nuestro en la mirada internacional. La Argentina, en tal sentido, es el país más estructuralmente exportador de granos de la tierra. Y en un mundo que cada vez requerirá más de los productos que nosotros generamos, dejar pasar una oportunidad semejante sería, por lo menos, temerario.
El autor es socio de Nóvitas SA
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