El creciente uso del subproducto de la molienda de soja y de palma en la industria de los biocombustibles les abre la chance de crecimiento a los derivados de cultivos como el girasol
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Los desafíos que plantea la cuestión medioambiental en el mundo “disparan” un sinnúmero de vectores en todas las direcciones. Uno de ellos tiene que ver con el uso de biocombustibles, particularmente con la mayor utilización de biodiésel y de diésel renovable. La gran cantidad de plantas de diésel renovable que se están construyendo en Estados Unidos genera otro interrogante.
¿De dónde van a sacar la materia prima para poder abastecerlas? Partiendo de la base que en Estados Unidos se emplea aceite de soja para la producción de estos biocombustibles, la molienda de la oleaginosa se ubica en niveles récord en la actual temporada.
No obstante, debe quedar claro que el mayor consumo del tipo de biocombustibles al que nos referimos aquí demanda más aceite, pero no más harina. Y, teniendo en cuenta que la soja es un producto “harinero” (de la molienda se obtiene aproximadamente 80% de harina y solo 20% de aceite), esto plantea una complicación a futuro.
Si rápidamente no se encuentra demanda para ese exceso de harina, que ahora se va a empezar a acumular como resultado de la mayor molturación, los valores de la soja estarán “tironeados” por el “lastre” que representa este último subproducto y “potenciados” por la mayor demanda de aceite. De hecho, la realidad actual así lo muestra.
Desde que arrancamos el año ambos subproductos de la soja evidenciaron bajas importantes en sus cotizaciones, hasta aproximadamente el mes de marzo. Desde ahí y hasta la actualidad, el óleo logró recuperar el 100 por ciento de las bajas previas, mientras que la proteína vegetal continúa en precios mínimos.
El otro cultivo que también se utiliza mucho en la producción de biodiésel es la palma. En tal sentido, Indonesia y Malasia son los principales productores mundiales y el aceite de palma es el más importante a escala global.
Pero el tema relevante es que la producción de aceite de soja y de palma representan casi el 60% de la oferta total mundial de los 17 principales aceites y grasas. En la medida en que resulte creciente el uso de ambos productos para “quemarlos” en la combustión de motores en la industria automotriz y, más recientemente, en la industria naviera y aeronáutica, los usos tradicionales deberán ser reemplazados por otros aceites vegetales.
Aceites alternativos
El girasol y la colza/canola parecieran ser los que naturalmente pueden tomar la posta. El primero es el oleaginoso con mayor contenido de aceite, llegando a casi el 40%. En el caso de la colza/canola los valores bajan solo un poco para ubicarse cercanos al 34 por ciento.
Claramente, los próximos años van a ser desafiantes en todo sentido. El medio ambiente, los conflictos bélicos, las crisis económicas y los factores imponderables que hoy no están, pero que con seguridad van a ir asomando conforme vayamos avanzado en el tiempo, nos obligan a estar atentos a las oportunidades. Porque quizá lo que resulta importante entender es que estos mercados dejaron de ser de “grandes tendencias” para analizar en el largo plazo y ahora son mucho más “mercados de pulsiones”. Para seguir con atención.
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