Los primeros pronósticos climáticos para la campaña 2021/2022 dan cuenta de un escenario un poco más favorable que el del ciclo previo, pero no exento de riesgos. Según indica el consultor Eduardo Sierra, en estos momentos el clima atraviesa una fase de transición hacia la siguiente campaña.
El océano Pacífico ecuatorial mantiene una amplia franja con temperaturas por debajo de lo normal, que constituyen el residuo de La Niña de la temporada anterior. Para lo que resta del otoño y el invierno estima que las aguas se mantendrán en un estado neutral levemente frío, para pasar luego a neutral frío al llegar a la primavera.
Por otro lado, la actividad el polo Sur se acentuará de julio a enero de 2022, lo que impulsaría masas de aire frío y seco hacia el interior del territorio. El océano Atlántico muestra un fuerte calentamiento que puede traer lluvias al litoral argentino, sin extender su influencia al interior del país.
En función de los elementos descriptos, Sierra prevé una evolución climática menos perturbada que la de 2020/21 para el ciclo 2021/22, por una Niña de menor intensidad y un poco menos de circulación de aire polar, pero sin alcanzar condiciones de normalidad.
En el corto plazo, el analista pronostica cortos e intensos descensos térmicos, con menor riesgo de heladas otoñales tan intensas como las de 2020. El mapa de precipitaciones para junio y julio muestra buena disponibilidad de humedad en los sectores este y norte del territorio, con una situación más ajustada en el centro y en el oeste.
Por su parte, el meteorólogo Leonardo de Benedictis estima que el pulso de lluvias del fin de semana pasado en el centro y en el noreste del país fue estratégico porque no se prevén nuevos registros inmediatos. Para junio, julio y agosto estima registros cercanos a los históricos en el centro del país, que no serán abundantes en esta época del año.
“Las lluvias del 21 y del 22 de mayo dejaron una buena disponibilidad de humedad en superficie, que juega a favor de los granos finos”, destaca. Para la primavera, los pronósticos muestran una insinuación hacia un evento Niña que, según de Benedictis, que podría extenderse hacia el verano.
Por su parte, Sierra proyecta que durante la primavera el océano Pacífico ecuatorial se enfriará, con un efecto depresor sobre las precipitaciones potenciado por la actividad de vientos polares secos.