Con una meta que se sostiene por encima de los 150 millones de toneladas, los excesos de humedad en Mato Grosso ralentizaron los trabajos; ya se atrasó la carga de buques
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Si de algo no podrán quejarse los agricultores de Mato Grosso, el principal Estado productor de soja de Brasil, es por la falta de lluvias como hecho derivado de un tercer año Niña. Por el contrario, los aportes de humedad fueron constantes desde el inicio de una campaña que apunta a dejar su marca sobre los registros, con un récord histórico para la oleaginosa no solo en el país sudamericano, sino en el nivel mundial, con más de 150 millones de toneladas. Sin embargo, la persistencia de precipitaciones cuando los campos tienen cultivos listos para ser levantados está demorando la recolección más allá de lo prudente. Además, esos atrasos están impactando en la cadena logística, con buques que esperan en los puertos por cargas que no llegan.
“Mato Grosso siempre recibe grandes volúmenes de lluvia en enero y en febrero. Es normal, de hecho, el segundo mes del año puede ver acumulados de entre 200 y 300 milímetros. Esas precipitaciones suelen presentarse intercaladas con aperturas de sol intenso y con calor, condiciones que posibilitan la cosecha. Sin embargo, hoy vemos que los intervalos soleados son raros y que las temperaturas son más bajas de lo normal. Por lo tanto, la cosecha se retrasa. Todavía no hay pérdidas ni en productividad ni en calidad, pero podrían ocurrir si las lluvias continúan según el patrón actual”, dijo a LA NACION Daniele Siqueira, analista de mercados de la consultora brasileña AgRural.
Ayer la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), dependiente del Ministerio de Desarrollo Agrario de Brasil, relevó el avance de la cosecha de soja sobre el 8,9% del área apta, frente al 5,2% de la semana anterior y al 16,8% de igual momento de 2022. El organismo ponderó el progreso de la recolección en Mato Grosso sobre el 25,6% de la superficie, lejos del 42,1% vigente un año atrás. Según el Instituto Mato-Grossense de Economía Agropecuaria, en los cinco años precedentes la cosecha de Mato Grosso promedió en esta época del año el 31,93%.
“Todavía no hay preocupación por eventuales pérdidas en la producción como consecuencia de la demora en la cosecha porque, además, esta campaña registra un retraso general de entre 2 y 3 semanas. Y si bien algunos lugares están perdiendo calidad en Mato Grosso debido a las lluvias que caen diariamente, aun así, no se considera un problema, ya que es algo que suele suceder todos los años”, explicó Vlamir Brandalizze, especialista en el mercado de granos de Brandalizze Consulting.
Agregó que en materia de productividad se están viendo resultados mejores a los esperados. “En la región de Sorriso, en Mato Grosso, se recolectó el 43,8% del área y el rinde promedio es de 3950 kilos por hectárea, contra una expectativa de 3700 kilos o menos para esta primera mitad de las labores”, destacó.
Mañana, tanto la Conab como el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) publicarán sus nuevas estimaciones agrícolas mensuales y podrían modificar sus expectativas para la producción brasileña de soja 2022/2023, que en enero fueron ubicadas en 152,71 y en 153 millones de toneladas respectivamente. Vale recordar que la campaña anterior dejó una cosecha de 125,55 millones de toneladas de la oleaginosa, según la valoración del organismo brasileño.
Logística con demoras
El retraso en la salida de los granos de los campos está resintiendo la cadena logística exportadora en el principal proveedor mundial de soja. “La demora en la carga de los barcos ya es una realidad. Brasil exportó poca soja en enero y tiende a despachar relativamente poca mercadería en la primera quincena de febrero por la ralentización de la cosecha, no solo en Mato Grosso, sino también en Paraná. En este Estado del sur del país el atraso se debe al alargamiento del ciclo de los cultivos, que se vio obstaculizado por el exceso de lluvias y por las bajas temperaturas entre octubre y noviembre”, explicó Siqueira.
Para Brandalizze lo que sucede con el lento progreso de la cosecha está afectando las entregas en los puertos desde principios de febrero, “con un ritmo lento de las exportaciones, que copia la calma vista en enero, cuando se embarcaron solo 851.900 toneladas, frente a las 2.452.100 toneladas del primer mes de 2022″.
Sin embargo, agregó que los envíos deberían normalizarse a partir del 20 de febrero y “todo apunta a que marzo tendrá un récord histórico de exportaciones, lo mismo que abril y mayo, con una tendencia de marcas máximas históricas que se mantendrían hasta junio o julio”.
Brandalizze reconoció que las demoras en la carga de los barcos en los puertos brasileños les están posibilitando a los exportadores estadounidenses la oportunidad de mantenerse más activos de lo normal para esta época del año. Y en cuanto a la comercialización de la producción esperada en Brasil, reconoció que con un aproximado del 33% es uno de los volúmenes históricos más bajos, en contraste con el dato del año pasado, que superaba el 50% y frente a un promedio normal que oscila del 48 al 50%.
Safrinha lenta
La denominada safrinha es la segunda de las tres cosechas en las que se divide la producción de maíz en Brasil. De ella depende poco más del 76% de la oferta total del grano grueso brasileño. En general, su siembra se hace sobre las tierras que va liberando la soja. Por eso, las demoras en la recolección de la oleaginosa comienzan a demorar la siembra del cereal.
“El retraso en la siembra de la segunda cosecha de maíz no es tan grande en Mato Grosso. Según cifras de AgRural, hasta el jueves pasado se había cubierto el 22% del área, contra el 41% de igual momento del año pasado y el 25% en el promedio de los últimos cinco años. Si el clima mejora ahora en febrero, la siembra se puede hacer dentro de la ventana ideal (hasta finales de febrero) y no habrá mayores problemas, incluso si la siembra se concentra en un período corto de tiempo”, dijo Siqueira. Pero advirtió que la preocupación pasa por Paraná, donde sólo se plantó el 2% del área, contra el 16% del 2022 para la misma fecha y el 10% promedio. “Si persiste el retraso tendremos una cosecha más tardía en ese Estado, lo que deja a los cultivos más susceptibles a pérdidas por heladas y por sequía”, explicó.
En opinión de Brandalizze, el maíz de la segunda cosecha normalmente tiene hasta la primera semana de marzo para sembrarse dentro del período normal “y probablemente se plantará la mayor parte dentro de esa ventana ideal. Los productores están preparados con máquinas para, en forma simultánea, cosechar la soja y sembrar el maíz rápidamente. Por eso se mantiene la expectativa de una siembra récord en la safrinha, donde solo Mato Grosso deberá cubrir cerca de 7,5 millones de hectáreas y cosechar más de 46 millones de toneladas”, indicó el especialista.
Según la estimación de enero de la Conab, la producción total de maíz de Brasil en la campaña 2022/2023 será récord, con 125,06 millones de toneladas, y de ellos, 96,27 millones corresponderán a la safrinha. En la campaña anterior la producción brasileña del cereal totalizó 113,13 millones de toneladas.
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