La importante caída de la producción agrícola esperada como consecuencia del tiempo seco tendrá un impacto directo sobre el ingreso de divisas en el Estado
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En plena cosecha en los Estados Unidos los precios en Chicago se sostienen. Ello no es habitual y menos en un contexto geopolítico global muy complicado, con alto riesgo de recesión mundial y con China retraída como demandante. Es obvio que los fundamentos del mercado internacional son claramente alcistas y Chicago así lo evidencia.
El problema del productor argentino es otro. Nuestro país enfrenta una coyuntura tremendamente compleja, con pérdidas en la cosecha de trigo aún difíciles de mensurar. Sobre una producción que allá por marzo podía soñarse en más de 20 millones de toneladas, hoy suena optimista estimar 13 millones. Ello derivó en decisiones políticas vinculadas con los compromisos de exportación (registros de declaraciones juradas de ventas al exterior).
En nuestra opinión, la “novela” del trigo vivida durante estas últimas semanas podría repetirse en febrero con el maíz. Ello, pues ya hay compromisos de embarque por casi 9 millones de toneladas del forrajero para marzo/mayo y esa cifra representará la casi totalidad del maíz temprano que habría en esta nueva campaña. Con los pronósticos de los climatólogos a la vista, la producción de maíz 2022/2023 también está comprometida y en soja ya sonó la campana de largada de la siembra y el clima no acompaña.
Ahora bien, cuando dichas realidades se traducen en números para el Estado, la cuestión es más que angustiante. El diagnóstico de situación es sencillo. Sin reservas, el ingreso de divisas previsto por trigo para diciembre/enero se redujo en aproximadamente 3000 millones de dólares; el de maíz previsto para marzo/abril se reducirá en cerca de 5000 millones (área de maíz temprano con caída récord), y la recaudación por derechos de exportación del trigo y del maíz comentados se la llevó Guzmán. Escenario patético para un año electoral. Pero, “¡la guita está!”. ¿Dónde? En silobolsas y en los silos de chacra, acopios y de cooperativas. En soja.
Sumando al carry over del ciclo pasado lo que resta vender de la cosecha de este año (todo con números “oficiales” y no discutidos) quedan aproximadamente 18 millones de toneladas de soja. Algo así como 11.000 millones de dólares (a valores FOB de anteayer). Dicha existencia se irá vendiendo en cuentagotas siendo que los dólares reales que recibe el productor argentino representan algo así como el 40% de los que cobra un uruguayo. Sin comentarios.
No tienen otra salida que un nuevo período de “dólar soja”, que solo implica morigerar una realidad incontrastable. Hoy el Estado se queda con uno de cada tres camiones de soja que se cosechan. Y encima hay que llevárselo hasta el puerto. “It´s too much”, como diría Cristina Fernández de Kirchner. Está por verse si esta vuelta el campo los salva.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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