Buena parte de los productores procurará reducir todo lo posible las siembras tardías y maximizar las tempranas para no excluir al forrajero de la rotación; los pronósticos para la primavera y para el verano no son muy alentadores
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En el camino de las siembras 2024/2025, la primera aduana que deberá superar el maíz en la región central de la Argentina será evitar ataques importantes de chicharrita. Para ello, “la idea básica es reducir todo lo posible el maíz tardío y maximizar el temprano para no excluirlo de la rotación. Históricamente, el cereal ocupa un tercio de la superficie sembrada y brinda muchos beneficios por su aporte de rastrojo, materia orgánica y porque le da estructura al suelo”, afirma el consultor Julio Lieutier, que atiende clientes del norte de Buenos Aires.
Esto no significa que en todos los campos se pueda llegar a esa meta: algunos lotes de menor potencial o que no tienen suficiente humedad obligatoriamente deberán orientarse hacia la siembra tardía.
Con relación a la población de chicharritas a la salida del invierno, las últimas informaciones de las estaciones de muestreo dan cuenta de una baja densidad de insectos en la franja central del país. “Es un dato puntual interesante, que no permite hacer un pronóstico de intensidad de ataques futuros, pero que configura una situación inicial alentadora, contrastante con lo que había ocurrido en 2023″, distingue Lieutier.
Adaptar los planteos
De mantenerse ese contexto, la siembra temprana, por ejemplo, en el norte de Buenos Aires, permitiría que los eventuales ataques de chicharrita llegaran tarde y produjeran pocos daños en granos en estados avanzados de desarrollo, por lo que los rindes serían poco afectados.
La otra aduana que deberá superar el maíz 2024/2025 para alcanzar altos rindes será la climática. “La temperatura del suelo ya permite sembrar, las mediciones de nitratos dan niveles cercanos a los históricos y los barbechos están limpios, pero las últimas tormentas fallaron y los pronósticos para la primavera y para el verano tampoco son muy alentadores”, lamenta Lieutier.
Ante ese escenario, habrá productores asesorados por el técnico que reducirán la densidad de siembra de 75.000-80.000 plantas por hectárea a 65.000 a 70.000 para amortiguar un eventual efecto de escasez de humedad.
La estrategia productiva también incluirá la elección de híbridos prolíficos y la fertilización con fósforo, un nutriente que otorga más tolerancia a la sequía. Mantener los lotes limpios de malezas es otra recomendación que contribuirá a que el maíz aproveche los acumulados de las lluvias.
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