Ante ese escenario de renta ajustada habrá que buscar la máxima eficiencia en todas las etapas de los cultivos y aprovechar los picos de precios que pueda darse para comercializar
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La foto actual con los primeros cálculos de la campaña de granos gruesos 2024/2025 sale muy oscura. Tres motivos lo explican: la caída de precios internacionales por el buen desarrollo de las cosechas en los países del hemisferio norte; China, que ya no compra cantidades de granos como en el pasado, y la brecha cambiaria más retenciones, que terminan de opacar la foto.
Ese combo, de mantenerse, generaría rentas escasas o nulas para los agricultores. Por esa causa, habrá que ajustar todos los detalles en los cultivos para alcanzar altos rendimientos que compensen parcialmente los bajos precios.
Concretamente, para el norte de Buenos Aires, con los precios a término de la semana pasada para mayo 2025, se requería un rendimiento de 38 quintales por hectárea de soja para cubrir los costos en campo alquilado, según la plataforma AGBI. Para el maíz se debían obtener 90 quintales por hectárea con el mismo objetivo.
Los márgenes netos, es decir el resultado una vez que se pagan los costos de producción y de arrendamiento, son muy bajos: quedarían solamente US$44 por hectárea en el caso de una soja de 40 quintales por hectárea, luego de haber invertido US$900 por hectárea, y US$210 con un maíz de 105 quintales y un costo de US$1200 por hectárea.
Valores flojos
La foto del norte de Córdoba no es mejor. Se requieren 30 quintales por hectárea de soja y 72 quintales de maíz para cubrir los costos totales. Por su parte, en el sudoeste de Buenos Aires se necesitan 19 quintales por hectárea de girasol para “salir hecho”. Por último, en Entre Ríos habría que sacar 29 quintales por hectárea para pagar los costos de la soja y 66 quintales para cubrir los del maíz.
Más allá de los vaivenes que provocó la crisis bursátil de esta semana, los precios de la soja y del maíz para las épocas de cosecha en el otoño de 2025 se ubican por debajo del promedio del último quinquenio, según cálculos del analista Javier Roca; además, están muy por debajo de los que se ofrecían a igual fecha de 2022 y de 2023.
Otro factor que juega en contra de los resultados de la campaña es la inflación en dólares visible en muchos costos, producto del atraso cambiario. Ante ese escenario de renta ajustada, si no se modifica la brecha cambiaria, habrá que buscar la máxima eficiencia en todas las etapas de los cultivos y aprovechar algún pico de precios que pueda darse durante la volatilidad que habitualmente aparece el mercado climático sudamericano.
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