El economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), David Miazzo, hizo foco en la 8° edición de Negocios del Campo, organizado por LA NACION, en las posibilidades de crecimiento con políticas que impulsen al sector
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“En estos últimos 20 años, el sector agropecuario en Brasil creció 66% más que en la Argentina. Si la Argentina hubiese tenido el mismo ritmo de crecimiento en granos que tuvo el país vecino, el año pasado hubiésemos exportado US$30.000 millones adicionales y hoy claramente los discusiones económicas serían distintas”.
En un año donde se dejó atrás la feroz sequía que afectó la producción agropecuaria y la generación de divisas genuinas del sector, y en vistas a un posible cambio de políticas económicas para el sector, las perspectivas de crecimiento del campo resiliente parecen no tener techo. En este contexto, David Miazzo, economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), realizó una radiografía de cómo están las cadenas agropecuarias.
“En términos del PBI, la contribución que hace el campo es muy significativa: un cuarto de la torta lo generan, lo aportan, las cadenas agroindustriales, es decir uno de cada cuatro pesos que se producen en el país salen de aquí, un 25,6%”, analizó el experto durante la 8º edición de Negocios del Campo, evento organizado por el diario LA NACION.
“Si lo comparamos con la industria manufacturera, que tiene el 12% o el comercio que representa el 13%, un cuarto del PBI nacional es de las cadenas agroindustriales”, dijo, pero remarcó que la Argentina necesita que haya muchos otros motores en la economía. “Que el campo traccione, que produzca más, que genere más empleo, más actividad, más exportaciones pero también con el campo solo no alcanza. Necesitamos del resto de los motores de la actividad económica para salir de donde estamos. Hay oportunidades, no solo el campo sino en muchos otros sectores: el energético, el minero, la economía del conocimiento que pueden ser capaces de traccionar para sacar a la Argentina del lugar donde está”, aseguró.
En este escenario, recordó que una gran contribución de estas cadenas es la construcción de divisas, donde el año pasado significaron US$59.500 millones en exportaciones agropecuarias, un 67% de las exportaciones totales del país. “Casi siete de cada 10 dólares que ingresaron al país por exportaciones lo hicieron de algún punto de las cadenas agropecuarias agroindustriales”, insistió. El complejo soja representa el 42% pero también el maíz, el trigo, la carne bovina, la cebada, los lácteos, la uva, el maní, las legumbres, las peras, las manzanas y el arroz también tienen relevancia.
En este sentido, para Miazzo, la discusión por políticas para el sector como puede ser los derechos de exportación, el tipo de cambio, son trascendentes: “Muchas son actividades netamente exportadoras: el 94% de la producción de té se exporta, el 85% de la producción de limón, el 84% de la producción de soja, el 61% de la producción de maíz, el 62% de la producción de legumbres: muchísima inserción internacional tienen todas estas cadenas con un promedio de más del 50% de lo que se produce se exporta”. Y en momentos en los que faltan dólares, hay otro dato notorio: “En las exportaciones netas el número es mayor: son 9 cada 10 dólares netos de exportaciones porque la Argentina exporta mucho e importa poco”.
En cuanto a esa dicotomía y competencia sobre que si se exporta se interfiere el mercado interno, Miazzo aclaró: “El mercado interno está totalmente abastecido. El 99% de la producción de cerdo queda en la Argentina, el 90% de la producción de pollo, el 70% de la producción de carne vacuna, el 63% de carne ovina van a abastecer al mercado interno. Todo el excedente hay que exportarlo”.
Un tema crucial que afecta al sector es la presión tributaria, donde el Estado se lleva el 75% prácticamente de la renta agrícola que genera la producción y lo peor de todo es que gran parte de todos estos impuestos son impuestos nacionales no con participables. “Son impuestos que recauda el Estado nacional y que no vuelven a los lugares de origen para convertirse en mejoras de la calidad de vida, en mejoras de la infraestructura del interior productivo”, afirmó.
“Pero estos impuestos en general, no solamente los paga el productor (paga una parte importante) sino también el consumidor cuando va a consumir los alimentos como leche, pan o carne y donde cerca de un cuarto de lo que pagamos por esos alimentos son impuestos que se acumularon a lo largo de la cadena”, indicó.
Con una mirada positiva, marcando el potencial que tiene la Argentina hacia adelante, Miazzo aventuró: “Podemos producir más de 200 millones de toneladas de granos, creciendo en un 56%. Podemos producir un millón de toneladas más de carne bovina, un millón de toneladas más de carne porcina, podemos producir más biocombustibles, entre muchas otras cuestiones. Cuando decimos que la producción de granos puede crecer 56% puede sonar mucho pero si miramos lo que pasó cuando se sacaron los DEX, las restricciones a las exportaciones y el cepo cambiario a fines de 2015, vemos que la producción de maíz reaccionó en muy pocas campañas un 68%, que la de trigo reaccionó un 40%”.
“Son necesarias políticas públicas de base: cero retenciones, cero restricciones, un solo dólar. Ni Uruguay, ni Paraguay, ni Brasil, ni Australia ni Nueva Zelanda, ni Estados Unidos, ni Canadá, ni Ucrania aplican estas políticas que terminan siendo tan dañinas. Tenemos mucha oportunidad para crecer y generar más actividad económica, más dólares y más empleo que es lo que realmente necesita el país”, finalizó.
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