En El Colorado, Formosa, Walter Reichert desarrolla el cultivo aprovechando lluvias de 1100 mm y un largo período libre de heladas; produce 30qq/ha
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“Durante muchos años, mi padre, con dos hermanos, trabajaron en sociedad 8000 hectáreas, principalmente de algodón y girasol, en Villa Ángela, en el sur del Chaco. En 1992, al recibirme de ingeniero agrónomo, empecé a colaborar con ellos en las cuestiones cotidianas, pero al poco tiempo quise emprender una vida distinta. Fue así que me presenté a un concurso de extensionista en el INTA en El Colorado, en el sudeste de la provincia de Formosa y en el límite con Chaco”, recuerda Walter Reichert (55, casado cuatro hijos), un productor que desarrolla un esquema especial de siembra de soja en agosto en Formosa y cosecha en diciembre, tras lo cual implanta maíz.
“Resulté elegido en el INTA y comencé a trabajar en esa región, que me gustó por las buenas lluvias -del orden de 1100 milímetros por año- y temperaturas adecuadas para la producción agrícola, al tener un periodo de heladas muy corto”, añade.
Los suelos se clasifican en loma alta (45% aproximadamente de la superficie, aptos para agricultura); media loma y estero. Hay muchos lotes clase I y II, con 3-4% de materia orgánica y suficiente profundidad. No obstante, es una región donde la agricultura está poco desarrollada y predomina la ganadería.
“Luego de dos años en el INTA, surgió un cargo en una empresa privada y comencé a trabajar como asesor agronómico y en la administración de campos. El tiempo fue pasando y en 2003 fui subsecretario de Agricultura de la provincia de Chaco hasta 2007. En 2008 me largué con siembras en campos de terceros”, continúa.
Las siete heladas que hay como promedio anual en la zona permiten armar un sistema de producción de granos con fechas de siembra muy tempranas. “Hace siete años empezamos a utilizar sojas de ciclo corto –grupo 4 o 4,2- en siembras desde mediados hasta fines de agosto, para ser cosechadas a mediados de diciembre, con una expectativa de rinde de 30-32qq/ha”, explica Reichert.
“Una vez levantada esa producción, en diciembre se puede sembrar maíz o sorgo completando dos cultivos de verano en un año versus una soja o un maíz como únicos cultivos”, distingue.
Otra posibilidad que da el corto período de heladas es la siembra de maíz del 5 de julio al 15 de agosto, para ser cosechado en diciembre, tras lo cual se implanta soja, siempre y cuando se haya acumulado humedad desde el fin del cultivo anterior y se trabaje con buena cobertura.
Reichert ya lleva siete años con este manejo de cultivos. Todo comenzó con la irrupción de la siembra directa. “En varias jornadas de Aapresid, se insistía con esa técnica y con la implantación temprana de cultivos de verano. También contribuyó a la difusión la migración de las agrupaciones de siembra desde el sur buscando campos con menor competencia por alquileres. Así se tomó todo el conocimiento disponible sobre el cultivo y se adaptó a las particularidades de la zona”, enumera.
Estrategias de cultivo
En la secuencia soja/maíz, la principal adversidad son las malezas, que ejercen mucha presión en primavera en Formosa. Para enfrentarlas se está usando glifosato más algún graminicida y dos aplicaciones adicionales del primero para controlar tandas de nacimientos posteriores.
Una precaución esencial es mantener limpio el barbecho luego del cultivo anterior, con glifosato y hormonales. Para el control de insectos de suelo se cura la semilla agregando carbamatos u otros productos insecticidas al fungicida y al inoculante. Durante el desarrollo del cultivo, la principal plaga es la chinche, que produce graves perjuicios. Se debe realizar control preventivo, pero hay momentos en que su desarrollo muestra una velocidad inquietante y se debe combatir con productos de volteo y residuales. Otra plaga que puede aparecer hasta noviembre es Spodoptera sp; en la zona no se registran por ahora ataques del picudo.
La siembra temprana y las bajas temperaturas nocturnas pueden provocar un lento crecimiento inicial y que las plantas de soja se rustifiquen, pero esa condición se revierte rápidamente con el avance del almanaque. El rinde promedio obtenido por Reichert en los siete años de cultivo es de 30qq/ha, pero estima que se puede superar en los próximos ejercicios gracias a los avances en genética y control de adversidades.
Luego de la cosecha de soja se siembra maíz, que puede ser trillado a mediados de julio. Posteriormente, el lote entra en barbecho acumulando agua para la siguiente soja. El resultado económico de la agricultura en la zona es muy rentable para los arrendatarios si se tienen en cuenta los bajos costos de alquileres: 7qq/ha fijos de soja o 10 de maíz. También hay acuerdos con un piso de pago y escalas según rendimientos. En aparcería, se establece que el 18-22% es para el dueño del campo.
El esquema que Reichert desarrolla en El Colorado tiene la ventaja de recibir un plus de precio por la soja primicia versus de la de abril y mayo. Sin embargo, el empresario subraya como más importante aún la posibilidad de realizar dos cultivos por año en el campo, lo que duplica la facturación, versus uno solo. Y además considera que hay pocas diferencias en el rendimiento de una soja convencional versus una híper temprana.
“Con el esquema que combina soja con maíz o sorgo, hay dos o tres ingresos en el año, lo que contribuye a la estabilidad económica y a la sustentabilidad productiva de la empresa frente a sequías u otras adversidades”, argumenta.
La soja cosechada no viaja hasta Rosario con alto flete. La oleaginosa y el maíz son comprados por empresas ganaderas locales o son recibidos en Barranqueras y en otras localidades por compradores que originan en la zona.
Rotación maíz/soja
Otra combinación posible en El Colorado es la secuencia maíz o sorgo/soja. La ventaja de la rotación con gramíneas es la alta demanda de granos forrajeros en la zona. “Hay mucha hacienda en Formosa y el maíz y el sorgo se ubican fácilmente evitando el flete a puerto aguas abajo”, diferencia el empresario.
Además, el maíz temprano puede rendir mejor que el sembrado en diciembre-principios de enero, ya que este último enfrenta noches muy cálidas en marzo-abril, en las que respira mucho y se compromete el rinde, según Reichert.
A modo de síntesis, se puede afirmar que el doble cultivo estival es un cluster por ahora en Formosa, ya que hay poca superficie destinada a la agricultura en El Colorado, una zona ganadera por excelencia. “Hay muchos campos ganaderos con aptitud agrícola, pero los propietarios no desarrollan la producción de granos por el riesgo de inundaciones desde los esteros y otros inconvenientes”, dice.
La principal el limitante para su expansión es la baja oferta de servicios -por ejemplo, contratistas de labores- lo que llevó al empresario a trabajar con equipo propio, excepto de cosecha, para no desaprovechar los cortos períodos de siembra. Tampoco hay buenos caminos para movilizar la producción y se enfrentan otras cuestiones de infraestructura que limitan el desarrollo de las empresas.
En conclusión, el planteo de siembra muy temprana en zona subtropical implementado por Reichert ha demostrado su viabilidad agronómica y económica, y le ha permitido evolucionar patrimonialmente. A pesar de las limitantes regionales, el empresario pudo evolucionar y hoy siembra dos campos propios de 300 y 750 hectáreas con equipo propio, además de alquilar otras dos fracciones de 384 y 720 hectáreas. Es un planteo que puede servir de modelo para el desembarco de otros empresarios innovadores en una región que, como todo el norte argentino, tiene mucho para crecer.
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