Con escenarios diversos en cuanto a disponibilidad de humedad, la toma de decisiones debe ser muy precisa para optimizar el uso de insumos y para lograr buenas productividades
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La siembra de trigo 2023/2024 enfrenta distintos escenarios de disponibilidad de humedad, lo que obliga a tomar decisiones “al milímetro”. Por ejemplo, “áreas del norte de Buenos Aires que recibieron lluvias de 80 a 100mm últimamente pueden tener un metro de humedad acumulada en el suelo, suficiente para iniciar las siembras. En otras localidades que recibieron 30-40mm y venían secas se deberán esperar nuevos chaparrones”, diferencia el consultor Julio Lieutier.
También habrá que verificar que no haya un “sándwich” en el perfil, con un barreno largo, de 1,5 metros. Puede suceder que se detecte una capa húmeda superficial de 60cm y que la napa esté a una profundidad de tres metros.
“Como el perfil de ascenso es de solo un metro, en esos lotes podría quedar una capa seca de 1,4 metros que comprometería los rindes si no surgen lluvias copiosas próximamente; es una situación que hay que revisar, especialmente en las lomas”, aconseja un técnico de Rufino.
“Todavía estamos en fecha para la implantación de variedades de ciclo largo; luego habrá que pasar a intermedias, con las cuales se podrá llegar hasta fin de mes sin reducir el potencial de rinde”, proyecta Lieutier.
Fertilización con análisis
Para decidir la fertilización nitrogenada habrá que tomar muestras de suelo de 0 a 60cm y llevarlas al laboratorio. “El análisis no debe considerarse un gasto, sino una inversión; el costo es infinitamente menor del que habría de pagarse si se cometieran errores al fertilizar”, aconseja el técnico santafesino. Hasta ahora, “los análisis muestran buenos contenidos de nitrógeno, porque no hubo grandes rindes en el cultivo anterior, no hay mucho rastrojo por enterrar y porque las temperaturas han sido benignas”, observa.
“Con los resultados se podrá agregar fertilizante hasta completar 160-170 kilos de nitrógeno total por hectárea en el norte de Buenos Aires, que resultarían rentables con la actual relación insumo/producto”, calcula Lieutier.
Además del nitrógeno y del fósforo, el asesor de Rufino aconseja pedir al laboratorio los datos de calcio, porque está bajando el pH de muchos lotes, y de zinc y boro, de los que se han detectado deficiencias a medida que se repite el ciclo agrícola. El zinc tiene un rol central para enfrentar el estrés que producen la sequía y los patógenos. La deficiencia de boro produce espigas cortas, con pocos granos y aristas retorcidas.
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