Las dosis justas de nutrientes, la densidad de siembra y el riego ayudan a lograr el máximo potencial en los cultivos
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Sobre el maíz existe una gran presión de mejoramiento genético que llevó a la obtención de híbridos de alto potencial de rendimiento, los cuales deben plantarse con una elevada densidad de siembra, disponer suficiente cantidad de agua y un adecuado manejo nutricional.
En la región de Río Cuarto y bajo condiciones experimentales para obtener el potencial de rendimiento se determinó que maíces sembrados en fecha temprana (fines de septiembre/principios de octubre) alcanzaron rindes de 18,5 t/ha en promedio en las últimas 10 campañas (sin limitaciones hídricas ni nutricionales), que se obtuvieron con una densidad de 120.000 pl/ha a una distancia entre hileras de 35 cm y con la aplicación 45 kg/ha de fósforo, 1,5 kg/ha de zinc, 30 kg/ha de azufre a la siembra; más la aplicación de 350 kg/ha de nitrógeno fraccionado a lo largo del ciclo del cultivo mediante fertirriego (3 a 5 aplicaciones, entre siembra y floración) y suministrando una lámina media de riego de 264 mm, variable según condición ambiental anual.
Lograr esos resultados en lotes de producción parece más difícil, sin embargo, durante la campaña 2020/21 en lotes bajo riego de productores de Córdoba, con superficie de 75 ha en promedio se llegó a rindes medios de 15 T/ha con picos de hasta 19 T/ha.
Para alcanzar estos niveles de productividad se usó una elevada densidad, obtenida del ajuste entre la producción por planta a densidad óptima propia de cada híbrido, y un rinde objetivo de 15 Tn/ha. Además, se ajustó una fertilización balanceada según modelos agronómicos de la cátedra de Producción de Cereales de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Río Cuarto. Estos modelos suponen ajustar en la fertilización de base (a la siembra) las necesidades de fósforo, azufre y zinc, según los niveles presentes en el suelo -nutrición balanceada- y así maximizar la eficiencia en el uso de cada nutriente.
Para lograr altos rendimientos en maíz hay que ajustar la provisión de nitrógeno (N), a partir de la dosis, el momento de la aplicación y la correcta combinación de fuente y localización. La determinación de la dosis óptima económica de N se realizó considerando la cantidad requerida por cada planta y se ajustó de acuerdo al cultivo antecesor y al potencial productivo. El cultivo antecesor condiciona la disponibilidad nitrogenada del maíz siguiente en la rotación: el trigo deja un residuo con alta relación carbono/nitrógeno que genera una mayor inmovilización del N y por ende será necesario una mayor fertilización; en cambio, la soja deja un residuo con mayor proporción de N y por ende la inmovilización es menor.
Como se mencionó, para una alta eficiencia en el uso del nutriente, además de la dosis de N a aplicar también es importante el momento de la aplicación, que debe comenzar cuando el maíz presente entre 6 y 8 hojas desplegadas y ofrezca una elevada disponibilidad nutricional en el momento en que la demanda de la planta crece de manera considerable. Es importante resaltar que lo ideal es realizar varias aplicaciones durante el ciclo. En esta región se detectaron respuestas significativas a la fertilización nitrogenada entre V6 y R1.
Finalmente, la fuente utilizada y la forma de aplicación deben ser las indicadas; una fuente mal aplicada puede resultar en grandes pérdidas de N. Si se aplica urea al voleo es necesario que inmediatamente después se realice un riego que permita la incorporación del N al suelo y se evite su volatilización. También puede utilizarse urea incorporada directamente al suelo.
Otras opciones válidas pueden ser la utilización de UAN chorreado en el entresurco con caños de bajada, para evitar el daño al cultivo; o bien aplicar CAN voleado. El empleo del fertirriego es una práctica muy recomendable para mejorar la eficiencia en el uso del agua y los nutrientes.
En síntesis, hoy se cuenta con híbridos de alto potencial de rendimiento que, combinado a un adecuado manejo de la densidad de siembra, provisión de agua de riego y el correcto suministro de nutrientes (momento, dosis, fuente y localización) permiten alcanzar rindes próximos a los valores potenciales.
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Los autores son investigadores de la Universidad Nacional de Río Cuarto