Para Christian Gonzalez, líder de la firma CASE IH para América Latina, en la Argentina los problemas se amplifican por las trabas a las importaciones de insumos para el agro
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La invasión de Rusia a Ucrania indefectiblemente afectará a nivel mundial al sector agropecuario en todos los niveles, a corto, medio y largo plazo. La gran pregunta es cuánto y cómo va a impactar. Sobre esto se centró, en una entrevista con LA NACION, el ingeniero agrónomo brasileño Christian Gonzalez, líder de la firma CASE IH para América Latina.
En este contexto, señaló que lo primero que se debe destacar es que “este conflicto llega cuando el mundo estaba en un proceso de recuperación por la pandemia del coronavirus”. Para el directivo, que lleva más de dos décadas dentro del grupo empresario, habrá impactos positivos y negativos.
“Tanto Ucrania como Rusia son dos de los principales productores de granos del mundo. Con este conflicto, en el corto plazo, los stocks de granos globales se reducen e inmediatamente los precios suben, que es lo que está sucediendo. Esto para el productor que vende los granos tiene un plus. Estamos evidenciando un ciclo positivo de commodities que comenzó a finales del 2020, un año pasado muy bueno y que continuaría este 2022. Si bien el próximo año era un gran signo de interrogación, esta coyuntura internacional prolongó el periodo favorable”, aseguró.
“Los precios van a seguir en alza porque los stocks no se van a recuperar y el factor de la sequía en América Latina, sobre todo en Brasil, Paraguay y la Argentina, es otro motivo para que así ocurra. En Brasil, particularmente, de lo que se preveía serán 20 millones de toneladas menos de soja”, agregó.
Impacto negativo
Como factor negativo, sostuvo que los inconvenientes se generan a partir de los productos que exportan esos países en conflicto como ser Rusia, Ucrania y Bielorrusia, por ejemplo fertilizantes. “Eso va a tener un impacto negativo enorme para los productores, tanto en los precios como en la disponibilidad. Hoy no sabemos cómo se van a importar fertilizantes para la próxima campaña. En Brasil ya dijeron que, según los stocks de fertilizantes que se tienen, en septiembre próximo se acaban”, detalló.
“Estamos viendo precios inflacionarios pero, por el lado del agro habrá una compensación con los valores en ascenso de los commodities. Entre todos los segmentos, pareciera que el agro sería uno de los menos impactados”, añadió.
En cuanto a la maquinaria agrícola en particular, para Gonzalez, la demanda alta que ya venía de antes continuará, porque “el productor busca invertir, sobre todo en la Argentina que, por un tema de coyuntura macroeconómica, de impedimento para comprar dólares, y de la depreciación del peso, no cuenta con muchos espacios en donde invertir la plata”.
“El problema no va a ser la demanda, sino la cadena de suministro. La primera cosa es que la industria aun no se recuperó de la pandemia porque la demanda está muy alta en todo el mundo, por ejemplo en la Argentina ya está vendida toda la producción que pudimos fabricar”, describió.
El tema de los componentes importados no es un tema menor para la industria en general y el de maquinaria agrícola no es ajeno a ello. En este contexto, dijo que los problemas que tenían para importar piezas y repuestos para terminar de armar los equipos en el país “seguramente se van a acrecentar aun más”.
“Una cosechadora tiene alrededor de 7000 componentes y si nos falta una esa máquina no se puede vender. Por este motivo, tenemos una visibilidad, aunque no es 100% segura, más o menos de cuantas cosechadoras vamos a tener por mes. Venimos trabajando con el Gobierno en la liberación de la importación de los componentes. Con esa liberación, les decimos a los concesionarios cuánta maquinaria se les va a entregar. En tanto, ellos cuando reciben a las nuevas vende las que tienen de antes para no quedarse sin nada. Es toda una mecánica muy difícil. A todo el contexto internacional, en la Argentina tienen algo extra por su complejidad intrínseca de la falta de divisas”, indicó.
Para el directivo, es importante que se entienda que se trata de “componentes globales”.
“La intención del Gobierno es comprensible y quiere que usemos lo máximo posible los productos de fabricación nacional. Por este motivo, estamos dialogando con los funcionarios de manera permanente para contarle las cosas que estamos haciendo y cuáles son las piezas que necesitamos que lleguen de afuera. Nuestra intención es siempre estar produciendo cada vez más. Debemos mostrarle al Gobierno, que nos pide cada vez más tener productos nacionales, cuáles componentes se pueden producir aquí y ahí trabajar muy fuerte en el desarrollo de proveedores locales y cuáles no. Debemos encontrar ese equilibrio”, destacó.
Por otro lado, destacó que, en medio de una creciente agricultura digital, el desafío está puesto en la capacidad del propio productor de adaptarse a las nuevas tecnologías, de entenderla y de bajarla a su propio campo. “Es muy fácil de hablar de agricultura digital, pero cuál. Por esto, estamos empezando un trabajo educativo y de implementación de la agricultura digital dirigida especialmente a los productores. El objetivo es proveer las herramientas y luego enseñar a usarlas para que puedan elegir la mejor solución para su campo, para su situación particular”, contó.
Por último, el plan de la compañía a nivel país es que 2022 sea un poco mejor que el año anterior, sobre todo en capacidad productiva. “Vamos a tener más disponibilidad porque estamos haciendo inversiones muy fuertes en la planta de Ferreyra, Córdoba, para producir más. Si logramos vender más, en particular tractores, vamos a tener una facturación mayor”, afirmó.
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