En los últimos 10 años la producción de soja argentina decreció mientras que en el mismo período Brasil la duplicó. Lo más sorprendente es que nuestro país hermano tiene costos de producción y logísticos mayores que los nuestros, pero nos han impuesto demasiados escollos y los resultados están a la vista. Hay una discriminación a toda la cadena de la soja que implica una enorme pérdida de oportunidad para nuestro desarrollo exportador y la generación de empleo.
Siempre hemos planteado una agenda proactiva y constructiva con propuestas para revertir esta situación, pensando que de la crisis solo vamos a salir con más producción, exportaciones y generación de empleo, apuntando a un desarrollo inclusivo de nuestra sociedad de la mano de una de las cadenas con mayor potencial. Este año la cadena de la soja le dejará al país más de 20.000 millones de dólares de exportaciones y casi 5000 millones en ingresos fiscales.
La producción de soja puede crecer rápidamente sin deforestar, con soluciones que no son complejas. El punto más evidente es el excesivo peso fiscal sobre la cadena. A través de bajas progresivas de las alícuotas impositivas del complejo sojero se obtendría mayor producción y mayor recaudación por parte del Estado.
El economista estadounidense Arthur Laffer demostró que elevadas alícuotas impositivas terminan siendo perjudiciales para la recaudación. El excelente trabajo de la Fundación FADA presentado por ACSOJA demuestra esta hipótesis y debería ser implementado rápidamente por el gobierno nacional. A eso se suma la necesidad de una política cambiaria transparente y que refleje valores reales, evitando enormes distorsiones y desincentivos a producir más.
Paralelamente, debemos ir por el sendero de aumento de la productividad y promover nuevas tecnologías que incrementen rendimientos y calidades a través de la investigación. Definir un nuevo sistema de control y fiscalización de semillas que asegure la propiedad intelectual, es una necesidad imperiosa.
Necesitamos una logística interna eficiente con el desarrollo ferroviario y la competencia que brindará el Open Access. Por otra lado, contar con una hidrovía con mejor infraestructura y calado, pero preservando lo que funcionó bien en la concesión de los últimos 25 años. Debemos agilizar la licitación con pliegos atractivos, permitiéndonos acceder a peajes más bajos con un sistema de navegación mejorado y respetando el medio ambiente. También la justicia debe actuar para evitar piquetes ilegales en los puertos que generan enorme perjuicio al país.
Debemos mantener la Ley de Granos, mercados trasparentes e instituciones confiables, alentando a los productores a tomar coberturas para mitigar los riesgos de precios. Es importante trabajar en algún esquema de seguros agrícolas superador que permita al productor paliar el riesgo climático.
La cadena de soja es campo, industria y ciudad. Hay que romper el mito de que la soja no genera empleo. Debemos seguir empeñados en potenciar el agregado de valor, sumando nuevos eslabones a la cadena sojera para llegar a las biorefinerías. En ese sentido, creemos la nueva ley de biocombustibles con la disminución del corte implica un paso atrás desde el lado ambiental y de generación de empleo, e incrementa la discrecionalidad del Estado en el reparto de cuotas inhibiendo la competencia entre empresas de similares características y perjudicando al consumidor.
Para exportar más y con mayor valor agregado es crítico integrarnos al mundo y lograr acuerdos comerciales que nos saquen del lugar de proveedores de granos para transformarnos en un país exportador de alimentos y combustibles verdes.
El tema medioambiental es una enorme oportunidad. El mundo exige cada vez más certificaciones de emisiones de gases efecto invernadero, carbono neutro y productos de calidad e inocuos con trazabilidad. Debemos prepararnos para acceder a los nichos más exigentes generando cadenas de custodia desde el insumo hasta el puerto, así como dar garantías de una cadena libre de deforestación.
Es fundamental la permanencia de reglas de juego claras y seguridad jurídica, exigencias mínimas para pensar en mayores inversiones que apalanquen la producción; avanzando en proyectos de ley como el propuesto por el Consejo Agroindustrial Argentino.
Para lograr resultados diferentes hay que pensar en políticas a largo plazo que incentiven aumentos en la producción y el agregado de valor. Ese es el único camino para salir de la crisis. La mirada corta y fiscalista lamentablemente nos empobrece pues la torta cada vez es más chica. Pongamos a nuestro mejor jugador en la cancha que puede ser determinante en el resultado.
El autor es presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja)
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