En un campo en el partido bonaerense de Lobería, dos contratistas, mientras trillaban trigo, tropezaron con un objeto espacial que había caído semanas atrás
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Puede fallar, decía Tusam, mentalista argentino y famoso por sus espectáculos de hipnotismo. Hace tiempo que la empresa aeroespacial Tlon Space viene trabajando para poner satélites comerciales en la órbita espacial a través de cohetes autopropulsados. Asimismo, hace años que Matías Schmidt y Santiago Ucci, trabajan en conjunto como contratistas, para llevan adelante servicios de cosecha en distintos campos.
Días atrás, en un campo ubicado en el partido bonaerense de Lobería, más específicamente en la estancia La Mora, Schmidt y Ucci, cada uno en su cosechadora, se pusieron en marcha para comenzar a trillar el en un lote de trigo, tirando melgas, es decir, por parcelas. Una manera de adelantar el trabajo.
En un momento y repentinamente, Schmidt clavó los frenos porque a menos de un metro de distancia, frente suyo había un cuerpo raro, que nada tenía que ver con el cultivo. Ucci, que venía detrás, nada pudo hacer y se llevó por delante otra parte de ese material desconocido hasta ese momento. Enseguida detuvieron la marcha y bajaron a ver de qué se trataba eso extraño que estaba tirado en el suelo.
Muchas veces, en las cosechas se encuentran animales salvajes que disparan al escuchar el ruido que generan las máquinas en marcha. Pero esto era otra cosa: restos de un cohete que había caído hacía poco tiempo.
En diálogo con LA NACION, Ucci, con 43 años y con toda una vida arriba de las máquinas, nunca vivió nada igual. Oriundo de la localidad bonaerense de Chivilcoy, desde pequeño que acompaña a su padre Julio en las tareas de cosecha.
“Fue una locura, nunca me pasó algo así. Si bien Matías no se lo tragó de milagro, yo arriba de mi cosechadora lo pasé por encima. Después nos enteramos que esa empresa dueña del cohete lo andaba buscando desde hacía más de dos semanas y no lo podía encontrar y que incluso contrataron avionetas para buscarlo”, contó.
Ucci contó que el objeto que cayó dejó un cráter enorme en la tierra. “El impacto fue impresionante, había un contorno de tres metros que se quemó y el suelo estaba pelado. Luego nos enteramos que el cohete medía más de tres metros”, relató.
Según el contratista, fue una desgracia con suerte. “Gracias a Dios cayó hace un tiempo, cuando el trigo todavía estaba verde, sino hubiese sido un desastre: se hubiera prendido fuego todo el lote. Pero más fortuna tuvo porque si hubiese caído en un poblado, hubiera sido una fatalidad. En línea recta, Necochea está a solo 20 kilómetros de donde fueron encontrados las distintas partes del objeto”, detalló.
Tras verificar de qué se trataba, los contratistas avisaron a Rafael Puente, encargado del campo, quien inmediatamente llamó a los técnicos de Tlon Space, que ya los conocía porque habían intentado usar ese lugar para el lanzamiento de prueba del Aventura I, el cohete encontrado allí.
Para Miguel Astelarra, productor y propietario de un establecimiento vecino llamado Doña Anita, de donde se envió dicho cohete al espacio; “si bien hubo una deriva no calculada, el vuelo fue exitoso”.
“El cohete hizo un lanzamiento de prueba, a unos a 10 kilómetros de donde cayó el cuerpo espacial. Era un vuelo estratosférico, donde la velocidad de los vientos hizo que hubiera un error de cálculo y una alteración en la trayectoria. La empresa tenía un bote en el mar porque era importante rescatarlo porque había que recuperar los pequeños y valiosos sensores que tenía el cohete en la cabeza”, dijo.
Según explicaron en la compañía, fue un único vuelo que se lanzó “tierra adentro”, porque querían hacer algunas pruebas. “Elegimos esta época porque estaba toda la cosecha verde para no tener problemas de incendios. Teníamos la autorización de tráfico aéreo de Ezeiza. Todo fue planificado, no fue una cosa improvisada: lo hicimos tierra adentro porque necesitábamos recuperar ciertos componentes del cohete. Ahora, todos los que vamos a hacer a partir de ahora van al mar”, indicaron.
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