Mientras el productor argentino intenta maniobrar y evolucionar jaqueado por el clima y por las continuas intervenciones del Gobierno que condicionan los mercados, el contexto internacional agrega su cuota de incertidumbre y la geopolítica se instala como un factor de consideración ineludible a la hora de tomar decisiones.
Las noticias desde Ucrania son tan dramáticas como lamentables y a la eventualidad de una invasión de China a Taiwán se le suman ahora los cortocircuitos entre Corea del Norte y Japón, y los ejercicios militares conjuntos de Estados Unidos y Corea del Sur en el área. Tremendo escenario. Recomiendo interiorizarse sobre la argumentación del libro de Samuel Huntington escrito en 1996 sobre el choque de civilizaciones. Texto de absoluta actualidad que ahora inspira el accionar del Departamento de Estado de los EE.UU. y que pareciera ser el libro de cabecera de la dupla Massa/Stanley, ministro de Economía y embajador estadounidense en la Argentina, respectivamente. Para seguir con mucha atención.
Mientras tanto, la FAO publica la escalada en su índice de alimentos en 2022, al tiempo que pronostica la continuidad de precios elevados para 2023. Coincidimos. En nuestra opinión, los datos clave para el sostén de Chicago son los muy ajustados stocks de maíz y de soja en Estados Unidos, que se retroalimentan con las proyecciones del USDA con mayores recortes aún para el cierre del actual ciclo en septiembre del 2023. Las mismas prácticamente “obligan” a que la cosecha estadounidense de maíz 2023/2024 alcance los 400 millones de toneladas (récord) y que en el caso de la soja se verifique una performance similar. Y para ello es necesario superar aún muchas aduanas, toda vez que la siembra de ambos cultivos se llevará a cabo entre abril y junio próximos. Tener en cuenta que el USDA viene muy flojo en proyecciones en los últimos años y ubica nuestra próxima cosecha de soja en 49,50 millones de toneladas (fantasía pura frente a los 43 millones de toneladas de 2022).
Por su parte, los productores locales intentan imaginar escenarios de precios para el ciclo 2022/2023. En trigo las bajas recientes eran inevitables, toda vez que los valores en oferta hasta hace pocas semanas (US$350 por tonelada) se correspondían con cotizaciones FOB imposibles de justificar en el mercado internacional. “Retirados” los exportadores por el Gobierno, la escasa oferta por recortes en la cosecha alcanza para superar la demanda interna.
En cuanto al maíz temprano, es muy importante tener en cuenta que, si bien la oferta será históricamente baja y la demanda interna arde, los valores forward ofrecidos (en el orden de los US$270, ahora US$260) no se pueden explicar. Quien paga esos precios debe colocar maíz en el exterior a valores 20 dólares por encima del FOB Golfo, cuando lo habitual es US$20 menos).
Si el Gobierno repite con las DJVE de maíz temprano lo que hizo con el trigo (jubileo en nuestra opinión inevitable), los precios del Matba Rofex para abril no resisten. Si eso sucediera, no aprovechar estos precios implica suponer que el maíz mayo en Chicago va a subir 50 dólares. Todo puede pasar, pero ¿qué probabilidad de ocurrencia le asignamos a dicha presunción? Circunscribir nuestra visión a la realidad de “nuestro barrio” suele no ser aconsejable.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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