En la 8º edición de Negocios del Campo, organizado por LA NACION, el especialista en negocios internacionales Marcelo Elizondo destacó que si el país produjera más alimentos los mercados le comprarían más
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“Para su inserción internacional, la Argentina tiene en el campo su principal motor. El país tiene un enorme potencial y grandes desafíos. Si hay una industria internacional en nuestro país, esa es la industria agroproductiva”. Así se refirió el especialista en negocios internacionales Marcelo Elizondo durante la 8º edición de Negocios del Campo, un evento organizado por LA NACION donde se analizó la actualidad internacional, las oportunidades y los desafíos que tiene el sector agroindustrial de la Argentina.
En su exposición, explicó que hoy en día la exportación es “menos específicamente agropecuaria y cada vez más sistémica porque no se refiere solo a los alimentos, también a la energía y a la creación de biomasa como el gran impulso que el mundo puede aprovechar”.
Detalló que el año pasado se logró un récord en exportaciones en todos los rubros con US$88.500 millones, que fue el mayor número jamás alcanzado, donde la realidad mostró que han influido los muy buenos precios internacionales. “El gran responsable de ese excelente resultado récord histórico en ingreso de dólares comerciales fue todo el sistema agroexportador. Si sumamos las exportaciones de productos primarios y las manufacturas de origen agropecuario, la Argentina tiene casi dos tercios del total de sus exportaciones del año pasado, año récord, surgidas de todo el sistema agroexportador. Es cierto que este año, los problemas climáticos han hecho reducir las exportaciones en general, pero para el próximo ya tendremos una recuperación superada la principal dificultad que es el clima”, destacó.
Para el experto, “la agroproducción es el único rubro con una capacidad competitiva de gran envergadura”.
“Estamos entre los 10 principales exportadores del mundo en toda la oferta agroproductiva. Por lo que hay un enorme potencial con un piso de partida muy relevante, muy significativo, no solo por la cantidad sino por la enorme transformación cualitativa”, dijo.
En esta línea, Elizondo señaló que, si hay un rubro productivo en la Argentina en el que la economía del conocimiento se está insertando y generando una muy relevante incidencia en la evolución tecnológica, ese es la “generación de oferta agroproductiva que tiene gran capacidad internacional”.
Haciendo un análisis de la Argentina en el mundo, el experto indicó que el problema de la Argentina no está en la demanda ya que el mundo compra todo lo que produce y si se produjera más, el mundo compraría más al país. “Lo que tenemos que hacer es mejorar la oferta, no solamente en términos cualitativos sino en términos cuantitativos podemos producir más. En el mundo hay un gran crecimiento del comercio internacional. El año pasado se alcanzó el récord sumando todas las exportaciones de todos los países del planeta, unos 32 billones de dólares: el 10% de eso son bienes de origen agropecuario y otros 10% son alimentos manufacturados. Es un récord y si lo comparamos con el año anterior habían sido 28 billones de dólares, los dos son récords históricos y el mundo sigue previendo un incremento en la compraventa entre países y sobre todo entre empresas que forman parte de cadenas globales de valor”, afirmó.
Según contó, este año el crecimiento del comercio internacional en el planeta volverá a crecer 1,7% en relación al año anterior y en 2024 volverá a subir más de 3%, según la Organización Mundial de Comercio.
“En la evolución histórica, el intercambio de bienes de origen agropecuario en el planeta crece incluso en un promedio mayor al conjunto de los bienes porque ya no solo alimentos, también es energía, es la biomasa. La previsión, según la FAO, para los próximos 10 años es que los negocios vinculados con la agroproducción entre todos los países del mundo estarán creciendo entre 1% y 2% por año. Por lo que habrá una acumulación de más de 15% en 10 años entre el año 2023 y el año 2032″, aseguró.
Elizondo dijo que esto se da no solo por el incremento a la población, sino también por mayor poder adquisitivo en el planeta o por exigencias verdes: “Enorme oportunidad para la Argentina que está en el podio de los exportadores”. Sin embargo advirtió que existe también un enorme desafío en términos políticos, donde la Argentina tiene que adaptarse para cumplir con algunas tendencias y requisitos que materia de arquitectura pública están en el mundo.
“Están empezando a tener impacto en los negocios internacionales los efectos de las tensiones geopolíticas, sanciones comerciales de algunos países contra otros, guerra comercial, discriminación. El comercio internacional en el planeta crece, pero no crece universalmente sino que va creciendo entre amigos, que van a intensificando los negocios entre sí y discriminando aquellos que no están en el lote de amigos. Hay una geopolítica que va eligiendo focos de interacción comercial entre socios. Hay una aceleración de lo que se llama friendshooting: los países comercian más entre aquellos que han elegido aliarse y crear instrumentos de vinculación”, expresó.
“Los principales instrumentos de vinculación siguen siendo los tratados comerciales, aquellos que llamábamos tratados de libre comercio, reducción de aranceles entre los países. Pero que hoy son mucho más que tratados de libre comercio, hoy además de reducir aranceles entre países, van generando confluencias regulativas instituciones comunes para que el costo de adaptación de un producto, sobre todo de origen agropecuario donde lo sanitario, lo ambiental y la seguridad es tan relevante, se reduzca cuando pasa la frontera ingresando en otros mercados, dentro de esas sociedades comerciales. En la actualidad, existen 600 acuerdos comerciales vigentes en el planeta, unos 360 con vigencia efectiva”, añadió.
Con este panorama mundial, hay un fenómeno muy interesante: “Según la OMC, el 70% de todo el comercio entre todos los países del mundo ya ocurre entre mercados que han reducido a cero sus aranceles en frontera. Hay reducción de obstáculos integración de mercados, pero no para todos para los socios de manera que aquellos que integran esa sociedades tienen mucho más oportunidades. Ahí para la Argentina, hay un desafío pendiente y no estamos todavía en este proceso de integración a través de alianzas”.
“Además de la oferta física, hay que crear intangibles como certificación de estándares, información en la producción, calificación de las empresas en cadenas de valor dentro de las cuales el capital intelectual pasa a ser cada vez más relevante. También concebir nuestra oferta y nuestras empresas exportadoras en el rubro como parte de ecosistemas: ya no hay compra y venta aislada, una operación one shot, voy, vendo, cobro y vuelvo; sino que alianzas sistémicas regulares o sea arquitecturas vinculares en las cuales hay que intervenir para ser parte de sistemas muy intensos y continuo”, indicó.
Para el sector público también hay deberes por hacer. “En primer lugar, recuperar instituciones ya que es muy difícil para las empresas competir en el mundo si no hay respeto de contratos, vigencia de la ley, moneda, si no tenemos el derecho de propiedad garantizado. También la Argentina tiene que avanzar en un orden macroeconómico. El tercer desafío hay que mejorar la infraestructura física y digital; como también flexibilizar un sistema regulativo que es enormemente rígido, que traba, que obstaculiza y que impide el dinamismo comercial. Y el último es generar una arquitectura internacional, generar esos acuerdos de libre comercio que hoy son más complejos que no son solo reducción arancelaria”, finalizó.
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