Asumiendo un volumen de molienda total anual de 27 millones de toneladas, a la industria aceitera le estarían faltando 9,5 millones de toneladas de la oleaginosa
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La caída en la producción de soja y su impacto en el menor ritmo de molienda terminó por reducir la oferta de aceite de soja argentina en el mercado internacional. Por ello el precio FOB del aceite de soja en los puertos argentinos subió durante junio 140 dólares por tonelada, cerrando en 1007 dólares por tonelada versus los 867 dólares a los que se cotizaba a principios de mes.
Como dato de color, hoy el aceite de soja vale casi 150 dólares más que el valor FOB del aceite de girasol, que se negocia a 861 dólares por tonelada para la posición de embarque en julio. Si bien esta suba del aceite fue suficiente para mejorar el margen de molienda, el mismo sigue siendo negativo en 25 dólares por tonelada y, en consecuencia, el precio de paridad de compra teórico de la soja disponible debería ser de 335 dólares por tonelada, en lugar de los 360 dólares que se están pagando actualmente.
La industria hoy está reemplazando parte de la caída en la oferta de soja disponible con las mayores importaciones provenientes de Brasil, Paraguay y de Bolivia. Con datos de la Secretaria de Agricultura al pasado 21 de junio, las aceiteras declararon compras acumuladas por un total de 9,44 millones de toneladas. Si agregamos un volumen de importaciones estimado en 8 millones de toneladas, llegamos a una oferta total de soja de 17,4 millones de toneladas.
Asumiendo un volumen de molienda total anual de 27 millones de toneladas, la industria aceitera estaría “short” (le estaría faltando) en 9,5 millones de toneladas. En términos de divisas equivalen a 5400 millones de dólares, por un volumen de grano que el productor irá vendiendo conforme a sus necesidades. A este volumen de soja físico que tienen los productores para vender se debe agregar un plus de 2,6 millones de toneladas, entre el uso propios para semilla y la existencia final.
Necesidades
En un momento donde el Banco Central sigue perdiendo reservas y le cuesta mucho recuperarlas, la soja en poder de productores pasa a ser un activo potencial estratégico para que el Gobierno pueda recomponer reservas en forma genuina. El tema es si el productor está dispuesto a vender la soja y cuándo, pues la necesidad del Gobierno se concentra de aquí hasta las PASO y las necesidades de los productores pasan más por la compra de insumos y por poder enfrentar los gastos de siembra.
En el plano internacional el precio de la soja en Chicago viene sufriendo una alta dosis de volatilidad e incertidumbre, al compás de la sequía, que ya habría provocado pérdidas irrecuperables en los cultivos. Desde el “high” (precio máximo) de la soja, de 564 dólares por tonelada del 21 de febrero, llegamos a fines de mayo con un cierre de 476 dólares por tonelada, con una baja de 88 dólares. Un mes después, hacia fines de junio, la soja subía 83 dólares, hasta los 559 dólares por tonelada, recuperando casi toda la baja previa. Y finalmente, en esta última semana el valor de la oleaginosa en Chicago corrigió a la baja, con pérdidas en torno de los 27 dólares.
En estos últimos meses la Argentina estuvo divorciada de la volatilidad de Chicago, consolidando un mercado con clara tendencia “bearish” (bajista) que solo un dólar soja 4 puede revertir. ¿Se animará el ministro de Economía a una nueva edición del dólar soja? Tal vez la necesidad lo obligue a hacerlo.
El autor es presidente de Pablo Adreani y Asociados
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