Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, luego de la pérdida por la sequía, la nueva cosecha ascenderá a 134 millones de toneladas, una recuperación del 70%
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Con un pronóstico climático favorable para los meses que vienen, marcado por el fenómeno de “El Niño”, en la nueva campaña 23/24 el campo aportará US$34.507 millones en divisas por exportaciones a la economía argentina. Representa un aumento en las ventas al exterior del 49%, US$11.315 millones más que el ciclo anterior. Al mismo tiempo, se incrementará la recaudación fiscal a US$14.053 millones, un 50% más, y el valor agregado a US$36.647 millones, un 51% adicional. Habrá una mejora equivalente a 1,9 puntos del PBI.
Así lo destacó Ramiro Costa, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, durante el lanzamiento de la “Campaña Gruesa” que realizó la entidad en su sede. Según dijo, “son 134 millones de toneladas proyectadas para esta campaña que se traduce en un 70% de incremento respecto a la campaña anterior”.
En detalle, habrá un incremento del 138% en producción de soja, un 62% de maíz y un 40% para el sorgo. Solo el girasol tendrá un retroceso del -10,4%.
La mejora de la producción producirá un ascenso a 50 millones de toneladas para soja, a 55 millones de toneladas para el maíz y unas 3,5 millones de toneladas para el sorgo. El girasol aportará unas 4,3 millones de toneladas.
En este contexto, Costa realizó un análisis de los múltiples fenómenos que introdujeron incertidumbre en los mercados en la historia reciente, desde la crisis financiera de 2008, la paralización de las negociaciones en la OMC, la guerra comercial entre EE.UU. y China, el Brexit, la gripe porcina africana, la guerra entre Rusia y Ucrania, la pandemia de COVID-19, entre otros.
Este contexto, sin embargo, “no fue suficiente para evitar que el productor argentino siga enfrentando políticas adversas como la existencia de altos derechos de exportación y otras medidas que afectan -y han afectado- al comercio de granos, dejando al país en una significativa desventaja frente a sus principales competidores”.
Según las estimaciones de la entidad, habrá una superficie total con los principales cultivos de verano en 27,4 millones de hectáreas; “lo que impactará en un marcado aumento del volumen de cosecha, traccionado principalmente por soja y maíz, que resultaría en un incremento del aporte de las cadenas de dichos cultivos a la economía argentina”.
La distribución de la superficie sembrada será: 17,1 millones de hectáreas para soja, 7,3 millones de hectáreas para maíz, 2,1 millones de hectáreas para girasol y 0,9 millones de hectáreas para sorgo, “registrando un incremento interanual para soja del 5,6%, para maíz del 2,8%” y una disminución en girasol del -13,6 % y del sorgo del -5,3%. En un escenario donde mejora la soja, para el organismo “se evidencia la recuperación tras la campaña pasada en la que se perdió el 40% de la producción agrícola”.
Si a la campaña 2023/2024 se suma el trigo ya sembrado [5,9 millones de hectáreas según la entidad], en ese caso la superficie total del ciclo ascenderá a 34,55 millones de hectáreas, un avance del 1,2% versus la temporada 2022/2023.
Según el experto, el incremento de divisas se da por el valor que tienen las commodities a nivel internacional y no por más producción. “Solamente estamos recuperando, aunque recuperarse ya es un montón para nuestra economía. Esa es la buena noticia. Pero estamos con precios excepcionalmente altos y no podemos pensar que en realidad esto se va a mantener siempre en el tiempo. Buena parte de todo el crecimiento y esos dólares que la Argentina tanto necesita son fruto, no de cantidades, sino de precios. Y si algo podemos hacer como sector es incrementar las cantidades y las condiciones dan para ello. Porque con lo que no podemos hacer nada es con los precios: los precios internacionales vienen de afuera, vienen dados y después bajan”, expresó.
“La Argentina no solo está debajo de grandes países exportadores y competidores sino que, además, está debajo del promedio mundial. Claramente, el país está perdiendo el market sharing (participación en el mercado mundial en términos de cantidades). Cada vez estamos siendo menos dinámicos”, añadió.
En este sentido, indicó que la cadena agroindustrial comienza así “una nueva temporada con desafíos financieros y económicos, en un contexto electoral que añade incertidumbre respecto de variables claves de la economía”.
En relación al escenario climático, en las últimas semanas comenzaron a recibirse lluvias en distintas zonas del área agrícola, señalando que durante la primavera “El Niño” se activará, manteniendo su acción hacia finales del verano. Este proceso beneficiará a la mayor parte del área agrícola del Cono Sur, haciendo que la marcha del clima evolucione hacia una tendencia en las precipitaciones de normal a superior a lo normal, con mayores aportes pluviales y con un régimen térmico menos extremo que durante la prolongada sucesión de eventos adversos que precedió.
Con una perspectiva a largo plazo, el experto habló de los resultados de un estudio realizado por la Fundación INAI sobre el Escenario de Referencia Agroindustrial Mundial y Argentino (Erama) 2032/2033. “Podemos alcanzar hacia 32/33 un volumen producido de 155 millones de toneladas en un escenario de continuidad de políticas, o uno de 188 millones de toneladas de contar con mejores políticas agropecuarias”, dijo Costa.
“La Argentina podría duplicar y casi triplicar su tasa de crecimiento, con muy poco, simplemente con cambios de políticas, con políticas más normales. En la actualidad, el país tiene muchas restricciones y, en un contexto económico complejo, el agro podría ser un gran factor de crecimiento solo con menos desincentivos. El agro no necesita subsidios del Estado, solo necesita menos restricciones para producir”, finalizó.
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