Con una producción local de 20 millones de toneladas o más crecerían las chances de una reapertura de los registros y de incrementar las exportaciones
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Mientras los cálidos días de noviembre avanzan y con ellos también la cosecha de trigo, no son pocos los que se preguntan si luego de finalizada la recolección, y en virtud del número final de la producción, el Gobierno a través de su Ministerio de Agricultura abrirá la exportación del cereal nuevamente. Claro que para ello hay varias consideraciones a tener en cuenta, ya que desde el 14 de octubre pasado (momento en que el organismo le pidió al sector de la exportación dejar de declarar ventas al exterior) hasta ahora han pasado algunas cosas interesantes.
Una de ellas, por ejemplo, es que las vicisitudes por las que ha atravesado el cereal a nivel internacional generaron subas en los mercados externos muy importantes en dicho periodo. En la plaza de Kansas, las subas registradas entre el cierre de las exportaciones y el momento de redactarse la presente columna –anteayer– superaban los 52 dólares por tonelada.
En tal sentido, la pobre condición de los cultivos de invierno en Estados Unidos, junto con los excesos de precipitaciones en Australia, vinieron a modificar el patrón de precios del trigo a escala global, como así también la relación entre los mercados. En Chicago, por caso, las mejoras en las cotizaciones fueron claramente menores.
Un párrafo aparte merece la situación doméstica. Si comparamos lo ocurrido con este producto a escala mundial, los precios del trigo en nuestro país prácticamente no se modificaron y hasta inclusive bajaron levemente en el disponible, mientras subían marginalmente en las posiciones de cosecha.
Otro tema interesante para discutir tiene que ver con los valores de exportación. Hoy el trigo argentino prácticamente esta “regalado” para nuestro vecino país Brasil, al tiempo que logra muy buenos datos de competitividad también para otros países fuera del Mercosur. Quizá, esta fuera acaso una buena razón para que los compradores de la exportación continuaran adquiriendo trigo, más allá de que las declaraciones juradas de ventas al exterior permanezcan cerradas.
Por supuesto que la palabra final la tiene el número mágico de la cosecha. Con una producción cercana a los 20 millones de toneladas o mayor, la apuesta de la exportación sería acertada. Esto sería comprar con valores de cierre de las exportaciones y poder vender en un mercado internacional demandado.
Si, en cambio, la producción se ubicara por debajo de los 19 millones, ahí la apuesta podría llegar a ser más riesgosa. La posibilidad de un segundo tiempo en donde el Gobierno reabra los registros de exportación por entre 1 y 3 millones de toneladas podría desvanecerse rápidamente.
En última instancia, la mayor encrucijada, la tiene en esta oportunidad el Gobierno. La necesidad tiene cara de hereje, dice el dicho. La necesidad de contar con la mayor cantidad de ingreso de divisas posibles es una realidad.
Pero la producción todavía no terminó de levantarse (al 18 del actual la recolección rondaba el 18% del área apta) y si bien por encima de la ruta 7 los guarismos resultan muy auspiciosos, la situación podría no ser tan favorable en el cinturón triguero sur. En última instancia, de ello depende que haya una segunda vuelta para el cereal.
El autor es socio de Nóvitas SA
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