Mientras la sequía dejará su huella y habrá elecciones, será un año para planificar conscientemente
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Con un salto del 56% en los valores en lo va de 2023, la hacienda liviana para consumo logró recuperar lo perdido en 2022; sin embargo, hacia adelante volverá a correr de atrás a los costos.
Las recientes medidas para amortiguar el impacto del aumento del precio de la carne vacuna en la población suman un nuevo parche en una cubierta que hace rato pide recambio. Luego de ocho meses de precios invariables para la hacienda, era esperable una recuperación brusca, que ninguna medida oficial puede controlar. El Gobierno no tiene un plan ganadero convincente que genere expectativas positivas entre los productores; solo atina a correr de atrás al mercado, con un matafuego que tiene vencida la fecha de recarga.
El mes de enero fue finalmente el elegido por la ganadería para despertar de una larga siesta de precios. Tras ocho meses de cotizaciones inmóviles, la hacienda comenzó a recuperar parte de todo el terreno perdido en 2022. Los novillos subieron un 27% durante todo el año pasado, los novillitos no alcanzaron a tocar el 30% y los terneros con destino a invernada solo crecieron un 16% en precio. Pérdida rotunda contra una inflación del 95%.
Mientras, los costos de la ganadería se abrazaron a la inflación o al tipo de cambio y los resultados económicos, consecuentemente, fueron malos. No fue sólo una cuestión de precios (“P”); el tercer año consecutivo con evento La Niña pegó fuerte en la producción (“Q”), y los ingresos de las empresas sufrieron fuertes reducciones.
El fundamento más convalidado para justificar los nuevos precios es el fuerte atraso sufrido durante todo el año pasado. La presión alcista se fue manifestando día a día en el mercado buscando una chispa que encendiera nuevamente los valores. Sin grandes señales desde la oferta, y menos desde la demanda local, los novillos serían los principales sospechosos y apuntados como generadores del raid alcista del verano.
Mejoraron los precios internacionales para los machos pesados, y algunas faltantes puntuales en cantidad y calidad habrían logrado mover hacia arriba las cotizaciones hacia fin de enero. Luego, las subas se fueron retransmitiendo hacia las categorías de consumo y, una vez que se inicia el proceso alcista se reduce la oferta directa, se espera un poquito más para vender y así se potencian aún más los valores en el mercado concentrador.
Los novillos subieron un 27% durante todo el año pasado, los novillitos no alcanzaron a tocar el 30% y los terneros con destino a invernada solo crecieron un 16% en precio
Las subas se dieron en un contexto de muy buen nivel de abastecimiento; en enero, los números oficiales de faena indican que se movieron 1.185.257 de cabezas, un 22% por encima de los registros del enero anterior. La primavera/verano La Niña adelantó terminaciones y redujo los kilajes logrados por animal. Queda pendiente, entonces, jugar la carta de la reducción de oferta futura para pronosticar firmeza en los precios.
Por su parte, la invernada consiguió avanzar en precio al destrabarse dos variables claves: el precio del gordo y las precipitaciones. Estas últimas, si bien no fueron generalizadas ni suficientes, lograron mejorar las expectativas de los criadores y de los recriadores pastoriles.
Cómo quedamos parados hoy
Independientemente de algunas variaciones durante la semana pasada, la hacienda liviana -los novillitos- subió un 56% en el transcurso de este año. Las actualizaciones de precio en ganadería suelen ser de shock, con altas variaciones en poco tiempo. La diferencia este año está en que el atraso fue muy grande y el salto recién alcanzó para saldar la deuda con 2022. Es decir, los precios actuales lograron recuperar lo perdido contra la inflación durante el año pasado.
Para los terneros de reposición, los precios se aproximan a los 500$/kg, lo cual significa una suba del 20% con respecto a los precios de diciembre. Si se comparan los valores actuales con los de febrero 2022, se observa una mejora del 44% versus una inflación que se aproxima a los tres dígitos.
Las mejoras en la cotización de la hacienda sirvieron, o deberían servir, para facilitar la decisión de ajustar cargas en los planteos pastoriles y planificar el otoño/invierno que queda por delante. También sirve para mejorar el poder de compra sobre insumos ganaderos, aunque las relaciones actuales indican que hoy, para sembrar una hectárea de avena como verdeo de invierno, se requiere 12% más de kilogramos de novillo con respecto al promedio de los últimos cinco febreros. Sirve para el criador que logró llegar con disponibilidad de terneros a febrero. Sin embargo, en general, la cría sufrirá la peor zafra de los últimos tres años debido a la pérdida de precios contra la inflación y los destetes más livianos ocasionados por la escasez de agua y de pasto.
Los precios actuales lograron recuperar lo perdido contra la inflación durante el año pasado
La mejora de precios en la hacienda para faena sirve a los feedloteros, que encararon encierres desde la última parte del año pasado hasta las primeras semanas de este año con un escenario extremadamente negativo, tanto para el consumo como para la exportación. El presente vuelve a mostrar números positivos para el engorde a corral, pero con altísima sensibilidad a las variaciones diarias de precios que estamos atravesando.
Panorama complicado hacia adelante
La ganadería salió del subsuelo, pero todavía no logra encontrar la luz. Dio un gran salto de precios, pero ya con los pies sobre la tierra mira hacia un año que no dará respiro en materia de costos. Bajo las actuales reglas de juego impuestas al sector, será muy difícil seguirle el ritmo a una inflación anual de tres dígitos. Año impar, año de elecciones, en los próximos meses la carne volverá a insertarse en debates y en las promesas de los presidenciables.
El mercado interno, por su peso específico, será quien defina finalmente en qué punto se ubicará el nuevo equilibrio de precios. Por el momento, las subas están llegando a las carnicerías y supermercados de forma gradual y con disparidad entre cortes. El Gobierno encendió sus antenas y comenzó a gestionar medidas para no deprimir el consumo como, por ejemplo, incrementar los volúmenes ofertados en Precios Cuidados y ofrecer rebajas para las transacciones realizadas con tarjeta de débito en las carnicerías que decidan sumarse al plan oficial. Pero, en paralelo, siguen vigentes cuestiones muy distorsivas para los precios recibidos por los productores, como los siete cortes prohibidos para la exportación, los derechos de exportación, el tipo de cambio atrasado y las restricciones para exportar carne de vacas A, B y C, cuyos cortes no son elegidos por el mercado interno y su oferta será creciente en la medida que se realicen los tactos de los últimos servicios.
Será un año para planificar conscientemente y descartar muchos de los “ruidos” que no afectan nuestros negocios pero hacemos propios. La seca dejará marcada su huella sobre la producción y la política tendrá una nueva oportunidad de acompañar al sector en sus desafíos crónicamente postergados. Hacia adelante, la actividad del eterno futuro tiene más futuro para ilusionarnos; volvamos a hacerlo.
El autor es analista de ganados y carnes de AZ- Group
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