Con los números de cosecha que se manejan, es obvio que el registro de exportaciones ya no se volverá a abrir para el presente ciclo, luego de que se anotaron 8,8 millones de toneladas
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Superada la sana envidia que nos generó la visita a Mato Grosso y a Brasilia la semana pasada con un grupo de productores argentinos y uruguayos, la “necesidad” de enfrentar nuestra realidad no es tarea sencilla. Se nos viene una temporada muy compleja signada por una triple Niña consecutiva (sequía que abarca aproximadamente el 90% de la pampa húmeda) y por heladas tardías que generan daños adicionales importantes en la ya castigada campaña de trigo 2022/2023.
En tanto, el contexto global continúa siendo más que alarmante. Estanflación generalizada, brutal caída de la actividad económica en China (motor de la economía mundial por 20 años), firmeza del dólar (que afecta a las commodities en general), dramática crisis energética en la Unión Europea, Putin redoblando su temeraria apuesta en Ucrania, etcétera. Todas cuestiones que en principio suponen un horizonte bajista para las commodities agrícolas, pero que deben enfrentarse con la realidad de “fundamentos” claramente alcistas en la plaza granaria.
El clima no se comportó bien en EE.UU., como tampoco lo hizo en China y en la Unión Europea. El reporte del USDA del miércoles confirma una relación stocks/consumo estadounidense para el ciclo 2022/2023 (verdadero termómetro de Chicago) extremadamente ajustada. Así las cosas, si el consumo mundial no se contrae fuertemente (esa es la cuestión clave), los números no cierran para el ciclo recién iniciado.
En el plano local, las cotizaciones para la nueva campaña (todas, sin excepción) se ubican en niveles no solo muy atrayentes, sino también alineadas con las referencias internacionales que es necesario monitorear. Sin embargo, los volúmenes de ventas forward no acompañan esa realidad, toda vez que el clima no genera tranquilidad a la hora de definir compromisos físicos por parte de los productores.
Coyunturas locales
Por su parte, el análisis de algunas cuestiones locales merecen ser destacadas: 1) por el dólar soja se emitió el equivalente al 20% de la base monetaria; 2) por la combinación sequía/heladas las divisas a ingresar en el Banco Central por la cosecha de trigo se recortan fuertemente, mientras que el 100% de los ingresos por “retenciones” ya se “los llevó Guzmán”; 3) Con los números de cosecha de trigo que se manejan, es obvio que el registro de exportaciones ya no se volverá a abrir para el presente ciclo, toda vez que el posible excedente exportable ya está comprometido (8,80 millones de toneladas).
¿Eso significa que “no habrá partido”? No. Si bien es cierto que los exportadores ya tienen declaraciones de venta al exterior por 8,80 millones de toneladas de trigo y compras declaradas por 5,30 millones, no tenemos dudas de que las ventas efectivamente realizadas son menores, puesto que los exportadores con sus declaraciones juradas de ventas al exterior lo que buscaron fue asegurarse cupos de exportación (y se realizaron antes de empezar la siembra, con otras expectativas).
Lo que sí está claro es que los compromisos de embarque para diciembre suman casi 3 millones de toneladas y la reticencia a vender por parte de los productores ya comenzó a generar nerviosismo entre los exportadores, toda vez que muchas de las compras reales realizadas son entregas en posición enero. Ello explica el tono de firmeza de la plaza hasta el momento de redactarse esta columna y los rumores de que el Gobierno permita anular declaraciones juradas de ventas al exterior.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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