Se utilizan dos millones de toneladas de maíz por año con este destino y se generan coproductos de alto valor; un proyecto de ley apoyado por las provincias promueve su expansión
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El gobierno de Javier Milei y el Congreso de la Nación tienen la gran oportunidad de impulsar a los biocombustibles como una herramienta clave para el desarrollo sostenible y federal de la Argentina.
La Liga de Provincias Bioenergéticas, formada por Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, Salta, Santa Fe y Tucumán, ha elaborado un proyecto de ley que fija un marco regulatorio moderno y competitivo, que goza de un amplísimo consenso público-privado. Entre sus puntos más relevantes, se encuentran:
●Elimina los cupos de abastecimiento otorgados por el Estado;
●Desregula el sistema estatal de fijación de precio, generando competencia entre privados mediante licitaciones, con un valor final que nunca podrá superar el de paridad de importación;
●Promueve un aumento progresivo y ordenado del uso de biocombustibles en la mezcla con combustibles fósiles, y crea un mercado libre por encima de las mezclas obligatorias para darle más y mejores opciones al consumidor;
●Abre el mercado a las inversiones de las empresas petroleras;
●Reactiva la industria del biodiésel, que hoy funciona al 40% de su capacidad instalada, y consolida la industria del bioetanol;
●Reduce las importaciones de combustibles minerales caros, contribuyendo a la soberanía energética y ahorrando divisas;
●Permite avanzar en el cumplimiento de: a) los acuerdos climáticos; b) las leyes nacionales de protección del ambiente y c) el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al cambio climático.
El diagnóstico que da lugar a este proyecto es claro: nos comportamos hasta ahora como si prefiriéramos exportar granos en vez de darles valor agregado en origen, y/o como si nos encantase importar naftas en vez de desarrollar una industria verde y competitiva que nos permitiría, además, cumplir con los acuerdos climáticos.
Es insólito que el promedio de mezcla de bioetanol con nafta en el Mercosur sea de 24% mientras que en la Argentina estamos estancados en 12%, especialmente si se tiene en cuenta que tenemos biomasa –maíz y sorgo– más que disponible para crecer todo lo que queramos.
El ecosistema bioetanol (cooperativas, productores de maíz, empresas familiares y agroindustriales) industrializa casi 2 millones de toneladas de maíz por año, produce 776.000 m3/año que se destinan al corte con las naftas, y genera coproductos de alto valor agregado:
●87.400 toneladas/año de CO2 verde, usadas en minería, en bebidas gasificadas y extintores;
●18.500 toneladas/año de aceite de maíz, insumo para producir biodiésel y pinturas, entre otros usos;
●172.300 toneladas de burlanda seca y 1.179.000 toneladas de burlanda húmeda, fuente proteica de privilegio por su alta digestibilidad y bajo costo para la producción de carnes y leche;
●A partir del estiércol de los feedlots que nacen alrededor de las plantas de bioetanol, se produce biogás, materia prima para la producción de energía térmica y eléctrica renovable.
Un fenómeno similar ocurre en Tucumán, Salta y Jujuy con la producción de bioetanol de caña de azúcar y sus coproductos: electricidad renovable que inyectan a la red nacional, biofertilizantes y/o papel biodegradable y reciclable.
Las provincias bioenergéticas lo entienden perfectamente y miran para adelante: días atrás, en la cuarta Cumbre Mundial de Economía Circular, organizada por el gobierno de Córdoba, acordaron la conformación de una Red Regional de Biocombustible para transporte aéreo, fluvial y marítimo. El convenio sienta las bases para que la Argentina sea parte del boom de la producción de ese nuevo biocombustible que forma parte importante de la estrategia de descarbonización del transporte a nivel mundial. ¿Vamos a dejar pasar una nueva oportunidad? Nuestros vecinos ya tienen una legislación al respecto y están avanzando en proyectos concretos con inversiones de miles de millones de dólares.
Es clave que los legisladores entiendan que el desarrollo de los biocombustibles es una de las herramientas privilegiadas que tenemos para salir del círculo vicioso de la decadencia.
Transformar en ley el proyecto consensuado de las provincias bioenergéticas sería una excelente manera de hacer realidad el discurso político, mil veces repetido, del desarrollo federal, del valor agregado, de la soberanía energética y de la sostenibilidad. Que así sea.
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El autor es director ejecutivo de la Cámara de Bioetanol de Maíz
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