Los privados prevén la producción por encima de los 130 millones de toneladas; actualmente se está levantando la safrinha y su ingreso en el circuito comercial deprime las cotizaciones del cereal; la falta de opciones de almacenaje lleva a los productores a malvender sus granos
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En la secuencia de cosechas récord que Brasil viene hilvanando en el ciclo 2022/2023, que comenzó con el trigo y que tuvo en la soja su máxima expresión, con un volumen inédito en el nivel mundial, de 155,74 millones de toneladas según la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), dependiente del Ministerio de Desarrollo Agrario, ahora se suma el maíz, con el avance de la recolección de la safrinha, que según el organismo brasileño progresó sobre el 20% del área apta, frente al 28% de igual momento de 2022. Se trata de la segunda de las tres cosechas en las que se divide la campaña del cereal en ese país, clave, porque de ella depende casi el 77% de la oferta total del grano grueso.
Durante la presente semana algunas de las principales consultoras elevaron sus estimaciones sobre la safrinha y, por consiguiente, del número de la producción total. Entre ellas, AgRural, que incrementó de 97,90 a 102,90 millones de toneladas su cálculo sobre la segunda cosecha y de 127,40 a 132,30 millones el volumen de la campaña 2022/2023.
“Este incremento responde a una productividad más alta de lo normal en varios de los Estados agrícolas, especialmente en Mato Grosso, y es la consecuencia de las buenas lluvias registradas en mayo, pero, en particular, durante junio, que usualmente es el mes más seco en el centro de Brasil”, dijo a LA NACION Daniele Siqueira, analista de mercado de AgRural.
La división Brasil de la firma estadounidense StoneX elevó en el inicio de esta semana de 102,90 a 105,20 millones de toneladas su proyección sobre la safrinha y de 133,75 a 136 millones la previsión sobre la oferta total de maíz en el actual ciclo agrícola. Al respecto, Joao Lopes, analista de esta consultora, destacó que durante todo el desarrollo de los cultivos el clima se mantuvo cerca del ideal. “Incluso con el retraso en la siembra en algunas regiones, las precipitaciones estuvieron por encima del promedio en la mayoría de las zonas productoras de maíz, proporcionando buenas condiciones para el crecimiento de las plantas”, explicó.
El analista aportó como uno de los mejores ejemplos de lo que está sucediendo con el maíz en Brasil lo ocurrido en Mato Grosso do Sul. “Este fue uno de los Estados que presentó mayor retraso en la siembra y que para registrar una alta productividad dependía de buenos volúmenes de lluvia en junio, un mes que normalmente ofrece bajas precipitaciones en esa región. Sin embargo, este año fue muy diferente. A principios de junio StoneX estimó la producción de Mato Grosso do Sul en 13,10 millones de toneladas, con una productividad media de 5,4 toneladas por hectárea. Ahora, en nuestra reciente estimación, debimos elevar la producción del Estado a 13,80 millones de toneladas, con un rinde promedio de 5,7 toneladas. En definitiva, el motivo de este aumento fue el registro de buenas condiciones meteorológicas, con buenas precipitaciones en un periodo donde normalmente no son importantes”, detalló a LA NACION.
Respecto del atraso relativo que experimenta la cosecha frente a igual momento de 2022, que según la Conab es de 8 puntos porcentuales, Siqueira explicó que es consecuencia de la demora en la siembra y que está dentro de los parámetros normales. “El atraso extra está siendo provocado por la mayor humedad de junio, pero no es un gran problema a los fines del abastecimiento, ya que todavía hay maíz de la temporada pasada para consumo interno y para exportaciones ocasionales. Además, los despachos de maíz de este año tienden a ser un poco más tardíos por la gran cantidad de soja que aún le queda por embarcar a Brasil. Ya deberíamos tener un volumen considerable de exportaciones de maíz en julio, pero el ritmo realmente se acelerará a partir de agosto y septiembre”, explicó la analista.
Comercialización demorada y acopios saturados
“La comercialización está significativamente atrasada. Hasta principios de julio se había vendido alrededor del 36% de la segunda cosecha 2022/2023, lejos del promedio para este momento del año, que ronda el 64%. Los productores venían de dos años de precios muy altos y, en general, bien capitalizados, lo que les hizo frenar el avance de la comercialización frente a precios que hoy no son atractivos”, señaló Lopes. Agregó que la debilidad de las cotizaciones en el mercado doméstico está dada por la perspectiva de una altísima producción en Brasil; por la chance de una cosecha récord en Estados Unidos, y por el fortalecimiento reciente del real frente al dólar.
“Los precios son muy bajos en Brasil, de hecho, están en el nivel nominal más deprimido desde 2020. En ese contexto, algunos productores tienden a vender una parte de la cosecha por temor a que los precios bajen aún más, lo cual es una posibilidad ahora que la superficie cultivada de maíz en Estados Unidos fue elevada por encima de lo previsto inicialmente. Sin embargo, hasta ahora no se evidencia un movimiento desordenado de ventas por este temor a bajas adicionales en las cotizaciones”, respondió Siqueira.
La especialista en el mercado de granos señaló como un hecho a seguir de cerca la cuestión del almacenaje, sometido a prueba por una oferta récord de granos gruesos. “Más que por precios, los productores hoy comienzan a incrementar las ventas de maíz y de soja para hacer espacio en los silos”, advirtió.
Paulo Roberto Molinari, analista del mercado de maíz de la consultora Safras & Mercado, dijo a LA NACION que más allá de precios que están lejos de la expectativa “los productores tendrán que vender, ya que no hay dónde almacenar tal volumen de producción. No hay otra alternativa, ya que los acopios todavía están llenos de soja. Hay mucho maíz y sorgo por entrar en los próximos 90 días, por lo que, posiblemente, la infraestructura brasileña de almacenaje colapsará en las próximas semanas”.
Añadió que “una safrinha próxima a los 100 millones de toneladas no es fácil de manejar, por lo que el fluir de las exportaciones y de los negocios deberá ocurrir con precios bajos o altos. Según nuestro análisis, el objetivo para las ventas externas de maíz brasileño en la actual campaña estará en un rango de 47 a 50 millones de toneladas”. Safras & Mercado, que todavía debe actualizar sus estimaciones, prevé el volumen total de la producción brasileña de maíz 2022/2023 en 137 millones de toneladas, con una safrinha en 97,83 millones.
Las cifras que los privados manejan para la producción de maíz en Brasil difieren de las sostenidas por la Conab en el informe mensual de estimaciones agrícolas de junio, donde proyectó el volumen total en 125,72 millones de toneladas; la safrinha en particular en 96,31 millones, y las exportaciones en 48 millones. Siempre por encima de las cifras del ciclo 2021/2022, de 113,13, 85,89 y de 46,63 millones de toneladas, respectivamente. Este organismo publicará su nuevo reporte el jueves próximo. Por su parte, el mes pasado el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos elevó de 130 a 132 millones de toneladas su previsión sobre el volumen de la producción 2022/2023 de maíz brasileño y de 53 a 55 millones el dato sobre las ventas externas.
“La cuestión del almacenaje va a ser uno de los factores clave para el comercio agrícola en el país. Tuvimos una cosecha récord de soja y ahora, con la entrada de una safrinha récord, los acopios brasileños están sobrecargados. Creo que la dificultad que se enfrenta para almacenar los granos presionará a los productores para que vendan la producción pese a la vigencia de precios menos atractivos que los vistos poco tiempo atrás”, analizó Lopes.
Para Siqueira, si Brasil tuviera mayor capacidad de almacenamiento, los productores tendrían más margen de maniobra en el mercado. “Al frenar las ventas podrían limitar la caída de precios que vemos actualmente. Sin embargo, la combinación de una comercialización anticipada muy lenta (tanto en soja como en maíz) con el déficit de almacenamiento son los principales factores responsables de la caída de los precios brasileños, además de la fortaleza del real frente al dólar”, indicó.
Influencia bajista
Consultada sobre si la entrada de la safrinha en el circuito comercial presionará a la baja el valor internacional del maíz, Siqueira reconoció que efectivamente debería apuntalar la tónica bajista actual. “No sé si esta presión será determinante sobre Chicago, que en esta época del año está muy concentrado en los efectos del clima sobre los cultivos estadounidenses, pero la producción de Brasil es tan grande que su entrada en el mercado puede reducir los precios internacionales, sí”, respondió.
En el mismo sentido, Molinari advirtió que Brasil ya ejerce una fuerte presión sobre el mercado internacional, “con raras primas negativas en sus puertos. Y seguirá así durante la segunda mitad del año, ya que necesitamos deshacernos de todo este exceso de oferta para enero, cuando debe comenzar a entrar la nueva cosecha de soja”.
En esa faena, el especialista destacó como un punto a favor el hecho de que “Brasil saldrá a cubrir el déficit que dejó la Argentina” tras la sequía que recortó fuertemente la cosecha de maíz. “Los anuncios de embarques para julio ya indican que se despachará un récord para dicho mes, con cerca de 6 millones de toneladas. Así, la demanda se volverá hacia Brasil como alternativa de compra inmediata y durante todo el segundo semestre”, aseguró.
Al respecto, el miércoles la Asociación Nacional de Exportadores de Cereales de Brasil estimó en 6,34 millones de toneladas las exportaciones de maíz brasileño durante julio, por encima de los 1,23 millones embarcados en junio y de los 5,63 millones despachados en julio del año pasado.
“Efectivamente, el ingreso del maíz brasileño en el circuito comercial puede agravar la presión bajista sobre los precios internacionales, en medio de la ralentización de las exportaciones estadounidenses. No obstante, será importante seguir el desarrollo de la cosecha estadounidense. Es necesario que haya un buen volumen de lluvias durante el presente mes para que el país registre buenos rendimientos. De ocurrir eso, sumado a la entrada del maíz brasileño, la tendencia de precios debilitados se mantendrá. Es cierto que siempre puede pasar algo que cambie la dinámica del mercado, como el conflicto en la zona del Mar Negro, que persiste sin resolución, por lo que la dirección de los precios puede cambiar súbitamente, pero las condiciones actuales continúan apuntando a precios presionados hacia el lado bajista”, advirtió Lopes.
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