Un año atrás el descuento del grano local respecto de Chicago rondaba los 60 dólares por tonelada, mientras que actualmente se ubica con un premio de 20 dólares
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A juzgar por las últimas estimaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), pareciera que no hubo prácticamente casos de ataque de chicharrita en la Argentina. En este sentido, dicho organismo mantuvo los mismos 53 millones de toneladas que había estimado en mayo, muy por encima de los aproximadamente 45 millones que se calculan en el nivel local.
Una comunicación telefónica con algunos productores del noroeste argentino y de la zona centro del país sería más que suficiente para entender el tamaño de problema. En muchos casos, lotes de más de 10.000 kilos por hectárea terminaron perdidos por completo.
Pero mal que le pese al USDA, las pérdidas son significativas y la mejor manera de mostrarlo es con la marcha de los precios. Al respecto, la evolución de la posición julio 2024 en el Matba Rofex muestra como las cotizaciones del forrajero argentino se fueron apreciando en relación con la misma posición de Chicago.
Por ejemplo, a esta misma altura del año pasado el descuento de nuestro maíz respecto del mercado de referencia rondaba los 60 dólares por tonelada, mientras que actualmente se ubica con un premio de 20 dólares por tonelada.
En ese contexto, la incertidumbre aumenta en la medida que nos vayamos distanciando del momento de la cosecha. Por un lado, los consumos –con lógica– se preguntan cómo será al abastecimiento durante el segundo semestre, pensando que recién volveremos a tener cosecha de maíz allá por marzo/abril del próximo año, al tiempo que muchos productores maiceros ya decidieron no sembrar este año en “zonas calientes” de ataque de chicharrita. Otros, en cambio, se encuentran en esa divergencia emocional de decidir “arriesgar” para, eventualmente, ganar.
La incertidumbre local tampoco ayuda. El devenir de los últimos acontecimientos económicos y los rumores sobre devaluaciones; quita del dólar blend, y de la baja del impuesto PAIS, que el Gobierno se encargó de desmentir una y otra vez, no hacen más que aumentar la vacilación en el hombre de campo sobre qué hacer con la cosecha.
Al momento de redactarse la presente columna, el productor argentino tenía vendida el 70% de la cosecha de trigo, el 50% de la de maíz y el 45% de la producción de soja. En todos los casos, niveles inferiores al promedio histórico. En el caso del forrajero, si todavía queda por comercializarse la mitad de la cosecha, teniendo en cuenta las pérdidas por chicharrita, el panorama para los consumos no debería ser tan ajustado en lo que resta del año. Sin embargo, el ritmo de venta es lo que preocupa.
Por otro lado, teniendo en cuenta que los precios actualmente ofrecidos por el maíz se ubican muy por encima de la capacidad teórica de pago del exportador, es una buena oportunidad para aquellos que tienen necesidades financieras o que necesitan hacerse de liquidez.
Sólo queda por dilucidar, quizá el tema más importante de todos para el maíz, el devenir climático en los Estados Unidos durante el presente mes. Estamos ingresando en el periodo crítico del cultivo y lo que ocurra con las lluvias y con las temperaturas será crucial. A prestar atención, entonces.
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