En un informe, Coninagro describió el impacto sobre cultivos como el trigo en la región pampeana, la yerba mate en el NEA y hasta la producción de pasturas
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La situación de falta de agua puede extenderse. En rigor, los modelos indican una probabilidad del 79% del evento Niña para la primavera que comienza. Sería la tercera campaña seguida que los productores sufren una sequía.
En este contexto, el dirigente Orlando Stvass, tesorero de Coninagro y presidente de la Federación de Cooperativas de Corrientes, analizó la situación que atraviesan los productores de yerba mate. “Padecimos el efecto de la sequía más fuerte en el verano hasta febrero. Recién a fines de ese mes comenzó la lluvia y tuvimos un buen régimen a partir de febrero hasta la fecha. Pero, con la sequía anterior, la pérdida fue muy importante en el noreste correntino y el sur de Misiones. Hoy estamos a punto de terminar la zafra y tenemos una pérdida del 25 al 30% de la producción total de yerba mate”, explicó el cooperativista de Colonia Liebig.
“Por consecuencia de la sequía, hemos perdido plantaciones nuevas que debieron ser repuestas a un costo muy alto. También hubo mortandad de plantas que nos llevaron a una merma productiva en nuestra zona. En Misiones, hubo más lluvias y tal vez pudieron recuperarse mejor. En el invierno, tuvimos un régimen más regular y eso nos dio un poco de aire freso, pero debemos esperar 4 o 5 años para que los ciclos vuelvan a entrar en producción, siempre y cuando la primavera y el verano vengan bien sin efecto Niña otra vez”, añadió.
La Patagonia, también afectada
El escenario en el sur del país tampoco se presenta alentador. Sergio Riskin, presidente de Primera Cooperativa Frutícola, describió: “El norte de la Patagonia viene sufriendo una severa sequía, algo se ha aliviado este año por nevadas registradas en la cordillera. Pero las lluvias siguen siendo insuficientes. Los bajos caudales de los ríos algo van aumentar, el riego en las zonas frutícolas para la temporada que se inicia está asegurado, pero el bajo nivel que registran los lagos de las represas hidroeléctricas llevará años recuperarlo”.
El Instituto de Clima y Agua del INTA, en base al International Research Institute, prevé precipitaciones inferiores a las normales para el trimestre septiembre – noviembre en el NEA, Santa Fe, centro y este de Córdoba y Santiago del Estero, Buenos Aires, La Pampa, Cuyo y Patagonia. En el caso de las temperaturas medias del trimestre se prevén en el rango superior a lo normales sobre la mayor parte del territorio.
Agricultura y ganadería en riesgo
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó un área sembrada de trigo de 5,9 millones de hectáreas para la campaña 22/23, un millón de hectáreas menos que en la campaña 21/22. En tanto, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) es algo menos pesimista, con una proyección de 6,1 millones de hectáreas para la campaña 22/23, unas 600.000 hectáreas menos que su proyección de la campaña 21/22.
“Si se toma la proyección de la BCBA y se mantienen estables los rindes, se podría esperar que la producción caiga dos millones de toneladas respecto de la campaña 21/22, una caída del 9%. Con un precio FOB esperado a dic-22 de US$333 por tonelada, el impacto sería de US$666 millones. Si se toma la proyección de la BCR el impacto puede llegar a los US$1000 millones”, dijeron en Coninagro.
Según la BCBA, el 80% del trigo está en estado normal o bueno/excelente. En el 70% la condición hídrica es adecuada u óptima, mientras que el 30% está en condición regular o de sequía. En lo que refiere a la producción de maíz y soja, la BCR estima una caída de 420.000 hectáreas en la siembra de maíz, pasando de 8,42 millones de hectáreas en la campaña 21/22 a 8 millones en la 22/23. Para el caso de la soja, estima un incremento de 700.000 hectáreas, pasando de 16,1 a 18,8 millones de hectáreas.
“La combinación de la escasez hídrica y el alto precio de los fertilizantes, sumado a preocupaciones por el abastecimiento, ayuda a explicar menores intenciones de siembra de maíz y mayores de soja. En un escenario de sequía y costos altos, es probable que los productores disminuyan el uso de insumos, principalmente fertilizantes”, aseguraron en Coninagro.
Según la entidad, además del impacto directo en la agricultura, “la ganadería también se ve afectada por la menor disponibilidad de pasto”.
“Esto genera que los productores ganaderos deban enfrentar mayores costos de alimentación, al tener que incorporar fardos, silaje y maíz”, afirmaron.
En detalle, indicaron que existe un “achicamiento” de los campos provocado por la sequía que “generó mayor afluencia de animales a los feedlots”. En este contexto, la Cámara Argentina del Feedlot (CAF) informó un nivel de ocupación del 71% en julio y 69% en agosto, más altas que los niveles de los últimos dos años.
Georges Breitschmitt, consejero de Coninagro y productor ganadero del establecimiento Las Carabelas, ubicado en Rojas, provincia de Buenos Aires, comentó: “El panorama en la zona norte bonaerense es complicado, el estrés hídrico empieza a comprometer el trigo y la cebada, ya se ven cultivos con color amarillo y no se descarta que las pérdidas puedan ser importantes”.
“Desde las cooperativas, estamos informando e intentando asesorar al productor, sugiriendo que tome medidas preventivas a modo de coberturas a nivel mercado, es decir en caso de que la cosecha no sea la esperada. Además, estamos promoviendo charlas de análisis climático que permitan minimizar el riesgo para encarar la cosecha gruesa de soja y maíz fundamentalmente. Esto lleva a una cautela financiera, austeridad, en algunos casos hasta se habla de romper los cultivos de invierno que no tengan buenas perspectivas y sembrar, por ejemplo, soja”, añadió.
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