Disponibilidad de agua, fecha de siembra y nutrición son los factores principales a considerar en el cultivo, destaca el asesor Gustavo Duarte
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“Entre el 70% y el 80% del rendimiento lo explica la variabilidad del ambiente. Son factores que no podemos modificar, como las particularidades del suelo donde se produce y el escenario climático que va a tener una determinada campaña. El resto del rango es donde sí podemos intervenir”, explica el asesor y productor Gustavo Duarte, miembro de los CREA América y 25 de Mayo.
El rendimiento alcanzable surge de varios factores. El productor combina condiciones de ambiente que son permanentes -no es lo mismo el suelo de América que el de 25 de Mayo: hay temperatura, radiación y agua que son distintas- y luego utiliza o elige una determinada tecnología que sí puede variar, donde juega el genotipo, la fecha de siembra. “Esas decisiones las toma pensando siempre en tratar de capturar el mejor rendimiento. Pero la verdad es que de esa combinatoria de factores surge un resultado que es nada más que una mera probabilidad”, dice el asesor y acota: hoy se pueden lograr dos toneladas y mañana cinco. ¿Qué explica que haya pasado de dos a cinco o de cinco a dos? Ahí es donde hay que tener una mirada acerca de cuáles son los factores que más pesan y donde los técnicos tienen la chance de intervenir.
Duarte toma como ejemplo su zona, el oeste de Buenos Aires, y dice que la condición de arena que tienen los suelos es el factor más relevante para decidir cuál es el rendimiento que va a alcanzar el cultivo. “Se puede pensar en 5 toneladas de producción de soja por hectárea en un suelo que tiene 58% de arena pero no cuando tiene 80%”, precisa.
El otro factor que viene pesando en los últimos años es la napa, que explica entre 500 a 800 kilos de diferencia por hectárea ante una misma condición de suelo. “Cuidado, porque la variable climática ha cambiado en los últimos 3 años y es muy posible que entremos en un ciclo donde la abundancia de lluvias se vea limitada y eso va a significar que la napa ya no esté dentro del perfil de utilización de los cultivos anuales. En ese escenario, el rendimiento será menor porque nos está faltando el combustible fundamental que es el agua”, opina Duarte.
Entre los espacios donde intervenir el más relevante sigue siendo la fecha de siembra. “En el Oeste, las siembras de octubre tienen más potencial que las siembras de noviembre. A partir del 5 o 10 de octubre comienza a caerse el rendimiento a un ritmo de entre 20 y 25 kilos por día de atraso. Eso significa que si para una misma condición de ambiente me dio lo mismo sembrar el 10 de octubre que el 15 de noviembre, probablemente tenga una pérdida potencial de rendimiento de alrededor de 600 o 700 kilos por hectárea”, dice el asesor.
El otro factor que tiene un peso importante es la nutrición. “No hemos sido capaces de armar una estrategia como país de reposición de fósforo”, dice y recuerda que hay respuesta a la fertilización fosforada a la hora de maximizar los rendimientos. El otro matiz es la fijación biológica de nitrógeno. “Inocular adecuadamente explica 100 o 200 kilos de diferencia por hectárea”, aporta. Duarte destaca que la caída en los balances también se traduce en deficiencias de azufre, zinc y boro, tres elementos sobre los que se ven respuestas en el lote.
Resta mencionar las problemáticas de malezas, enfermedades y plagas como reductores del rendimiento. Y ahí, el técnico sostiene que la resistencia a las malezas se resuelve con tecnologías. Pero un tema que a veces se trabaja más en silencio son las enfermedades y en general hay muy buenos niveles de respuesta a los insumos.
Y el último es el germoplasma. “Muchas veces, para ambientes como los nuestros, a lo mejor una soja grupo 4 corto termina rindiendo más que una 4 largo. Hay que elegir la variedad que mejor aproveche los recursos del ambiente”, dice Duarte.
Gestionar el agua
La cantidad de agua que está almacenada en el suelo es un valor estratégico importante. “Hoy, en promedio, estamos al 50% de la capacidad de agua útil. Eso significa que si voy a hacer un viaje largo arranco con la mitad del tanque de nafta. El problema tiene más peso para el maíz. La soja, pensando en la fecha de siembra del 15 o 20 de octubre, todavía tiene por delante más chances de recuperar ese combustible. Porque no tenemos que olvidar que, en el fondo, los agrónomos somos gestionadores de agua”, dice el asesor.
El agua es el recurso que más ajusta el rendimiento. Con precipitaciones escasas el rinde puede caer y no tiene que sorprender. “Lo peor que nos puede pasar es que sigamos pensando que tenemos condiciones para poder hacer 5 toneladas, y no tenemos agua”, concluye Duarte aportando una alta dosis de realidad.