Sin darse cuenta, o con premeditación, al igualar los derechos de exportación en el complejo sojero el Gobierno promueve el comercio de materias primas sin valor agregado
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La voluntad del Gobierno de subir las retenciones al aceite y a la harina de soja del 31 al 33%, igualando el arancel del poroto de soja, y la férrea posición de no permitir una marcha atrás para esta medida van más allá de la pretensión ilusoria del Gobierno de aumentar la recaudación fiscal y de mejorar el ingreso de divisas.
La consecuencia es un drástico cambio en la matriz productiva y agroindustrial exportadora de los dos principales productos que generan divisas y mejoran la recaudación fiscal. En el comercio mundial de harina de soja y aceite de soja la Argentina ocupa el primer puesto, compitiendo nada menos que con Brasil y con Estados Unidos. Solo en 2023, y como consecuencia de la menor producción de soja por la sequía en la Argentina, Brasil pudo desplazar por primera vez en la historia a nuestro país como primer proveedor mundial.
Sin darse cuenta, o con premeditación, el Gobierno promueve ahora una matriz orientada a la exportación de materias primas agrícolas sin valor agregado, lo que se conoce como “primarización” o “comoditización” de nuestra matriz agroexportadora.
Igualando las retenciones para todo el complejo sojero se genera un fuerte aumento en las exportaciones de poroto, para llegar a un estimado de 15 millones de toneladas. Esto implica que habrá 15 millones de toneladas menos de soja para que la industria aceitera pueda procesar.
Hasta ahora la Argentina era formador de precios en el mercado mundial de aceite y de harina de soja, y Brasil era el formador de precios en el mercado mundial de poroto de soja. A partir de este momento el precio de la soja en la Argentina va a depender más directamente de la influencia de Brasil en el comercio mundial del grano sin procesar. Al no tener una industria aceitera que pueda trabajar a capacidad máxima, habrá un aumento de la capacidad ociosa; será mayor el costo de producción de la industria aceitera, y eso tendrá impacto bajista en los precios que reciba el productor.
El Gobierno toma su política de aumento de retenciones como una batalla en la que no está dispuesto a ceder, ni a perder. No se da cuenta que esta medida será un boomerang, pues, en primer lugar, no genera un aumento significativo en el ingreso de divisas y, en segundo término, habrá una fuerte caída de la actividad agroindustrial exportadora, pérdida de empleos y un posible cierre anticipado de plantas por falta de materia prima para procesar.
El ingreso de divisas en el segundo semestre se verá seriamente afectado por el cambio en el patrón de comercialización de soja y de maíz ante el cambio en la estrategia de venta y en la retención de la cosecha por parte de los productores.
A partir de abril, en el inicio de la cosecha de soja y de maíz, habrá una fuerte caída en el ingreso de divisas y la pregunta del millón es: ¿el Gobierno está preparado para enfrentar una crisis de divisas en el segundo y en el tercer trimestre?
Fue el propio Ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, quien afirmó que, sin el aumento propuesto por el Gobierno a las retenciones, ni las modificaciones para las jubilaciones, entraría en crisis el acuerdo con el FMI, que suele exigir este tipo de recetas. Solo así se explica lo que se parece más a un empecinamiento terapéutico que a una política para desarrollar todo nuestro potencial agroexportador, generar más divisas, y que, peor aún, producirá un efecto boomerang, ya que mientras el FMI acepta o nos exige el aumento de las retenciones, al mismo tiempo nos exigirá el cumplimiento de las metas con el propio organismo.
El autor es presidente de Pablo Adreani y Asociados
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