Los meteorólogos anticipan que la transición hacia un ciclo más húmedo será gradual; recién a partir de septiembre se evidenciaría un cambio importante en la tendencia climática
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Aparentemente, los productores agropecuarios deberán seguir teniendo paciencia con el clima. “En las últimas semanas se siguió afianzando la transición del evento La Niña a una condición más cercana a la neutral para el otoño; sin embargo, ello no será sinónimo de lluvias inmediatas muy abundantes, sino que comenzarán a restablecerse las condiciones normales de la atmósfera, con un gradual mayor aporte de humedad al territorio”, adelanta el meteorólogo Leonardo de Benedictis. “Es un proceso que no se da de manera inmediata, sino un largo camino hasta volver a lluvias normales”, completa.
Además, hay que tener en cuenta que durante mayo, junio y julio las precipitaciones se reducen de manera significativa. En síntesis, según la visión del profesional, no habría que esperar un gran caudal de lluvias en los próximos meses, sino una lenta normalización de los registros.
Un factor favorable sería la confirmación que, durante la próxima campaña, los agricultores no van a tener enfrente un nuevo evento La Niña. La probabilidad es entre neutral y El Niño, pero se puede asegurar, desde ahora, que no se repetirá La Niña.
El Niño, en primavera
Por su parte, el climatólogo Eduardo Sierra pronostica pocas lluvias para los cultivos de verano de la zona núcleo hasta el 8-9 de marzo, combinadas con altas temperaturas, que complicarán los tramos finales del ciclo de los granos gruesos y que darán un nuevo golpe a los rindes de los maíces tardíos que se encuentran próximos o en plena floración. La situación puede ser un poco mejor para los más atrasados, de siembra de fines de diciembre, que aún transitan etapas vegetativas.
De cara al mediano plazo, Sierra afirma que “seguirá la disipación de La Niña y gran parte de los modelos predictivos pronostican la posibilidad de un evento Niño para 2023″. Sin embargo, aclara que “sus eventuales efectos podrían manifestarse recién a partir de septiembre, lo que no aleja del todo el riesgo hídrico para los cultivos de cosecha fina y para la recuperación otoñal de la producción forrajera.
En cambio, la probabilidad de contar con suficientes reservas de humedad para la siembra de granos gruesos sería sensiblemente mayor, de acuerdo con los pronósticos que formula el profesional, algo que habría que tener en cuenta al diseñar el plan de siembras 2023/2024.
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