Frente a una cosecha proyectada en modo oficial en 9,03 millones de toneladas, un récord histórico, la autosuficiencia podría ser una realidad dentro de los próximos cinco años
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“¿Quién diría que Brasil está logrando la autosuficiencia en trigo? Dentro de 10 años exportaremos el equivalente de lo que consumimos”, auguró a finales de junio el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, en una recorrida por Mato Grosso do Sul. Pocos días después, la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), dependiente del Ministerio de Agricultura de Brasil, ratificó la expectativa de ver una cosecha récord del grano fino en la actual campaña al elevar de 8,35 a 9,03 millones de toneladas su estimación sobre la producción en 2022 que, de alcanzarse, implicará un salto del 17,6% frente a los 7,68 millones de 2021.
Así, Brasil, el mercado siempre cautivo del trigo argentino, da los primeros pasos para reducir su dependencia del grano importado y para capitalizar el impulso generado por la suba de precios, acentuada tras la invasión rusa a Ucrania.
“En los próximos cinco años Brasil debería ser autosuficiente en la producción de trigo, lo que no significa que dejaremos de importar para satisfacer la demanda interna, pero sí implica que Brasil se convertirá en exportador de trigo”, dijo a LA NACION el presidente ejecutivo de la Asociación Brasileña de la Industria del Trigo, Rubens Barbosa. Agregó que el actual crecimiento de la siembra y la producción, que se vio favorecido por el aumento internacional de los precios, es, también, parte de una estrategia en el nivel país para lograr esa autosuficiencia.
Con un consumo interno de 12,05 millones de toneladas, las exportaciones de trigo brasileño en la campaña 2021/2022 fueron estimadas por la Conab en 3,20 millones de toneladas, un récord histórico, que dejó como secuela un stock final de apenas 488.300 toneladas. La necesidad de recomponer esas reservas en el ciclo 2022/2023 podría conspirar contra la chance de superar la marca de ventas. Tanto es así que el propio organismo las proyecta en 2,50 millones de toneladas.
Para Vlamir Brandalizze, especialista en mercado de granos de Brandalizze Consulting, Brasil llegará al autoabastecimiento de trigo “en dos o tres años si se mantienen en la actual dirección las políticas de fomento a la producción de parte del gobierno. De ser así, veremos mayor disposición de los productores por sembrar más. Claro que también será necesario que el trigo se mantenga por encima de los US$290 por tonelada en Chicago. La guerra en Ucrania ayudó a subir los precios, pero la demanda mundial sigue creciendo y brindará condiciones positivas para que los agricultores sostengan el incremento de área en los próximos años”.
El consultor añadió que esta nueva campaña encontró a los productores brasileños capitalizados y con valores de mercado que ofrecían buenas chances de rentabilidad con el cultivo de trigo, algo que no venía sucediendo en años anteriores
Según datos del informe mensual publicado por la Conab el 7 del actual, el área destinada al trigo en Brasil será de 2,92 millones de hectáreas, un 6,6% superior a los 2,74 millones del año pasado, mientras que la productividad media se prevé en 3092 kilos por hectárea, con un incremento del 10,5% frente a los 2803 kilos de 2021. Hasta el lunes pasado, la siembra había avanzado sobre el 88,1% de la superficie estimada.
“Los precios fueron la razón principal de la mayor siembra de trigo en Brasil y la estrategia del gobierno vino en respuesta a esos altos precios internacionales y a la oportunidad de reducir la fuerte dependencia de las importaciones”, señaló a LA NACION Fabio Lima, analista de mercados de la filial brasileña de la estadounidense StoneX. Esta firma estima el área sembrada en 3,15 millones de hectáreas y la cosecha en 9,25 millones de toneladas, potenciada por condiciones meteorológicas que hasta el momento se presentan favorables para los cultivos.
Lima también destacó que para sostener el crecimiento de la producción de trigo en Brasil deberán mantenerse precios elevados, que hagan la ecuación del negocio positiva en la competencia con el grano importado. “Tenemos superficie disponible para crecer y ahora contamos con el apoyo del gobierno y de Embrapa (NdlaR: organismo que en Brasil cumple las funciones que el INTA desarrolla en la Argentina) para que esto suceda. Sin embargo, los precios del trigo deben ser atractivos para que el productor tenga una buena rentabilidad”, explicó.
Para Barbosa, el trigo tiene buenas posibilidades para sumar superficie (como se amplía por separado), además del sur del país, la zona núcleo para el cultivo, como el norte y el nordeste del Cerrado. “La investigación de Embrapa es muy positiva y está ayudando a extender el área sembrada y la productividad. Resta mejorar el tema de la logística”, indicó el empresario.
En ese sentido, Lima señaló que una buena parte del incremento en la producción se está enfocando en la “tropicalización del trigo, donde tendremos altos costos logísticos para llevar la producción a los centros de molienda. Esto podría ser más oneroso que importar trigo. Sin embargo, la inversión en investigación puede poner al trigo brasileño en otro nivel de productividad, lo que compensaría los altos costos”.
En función del auge del trigo en Brasil, LA NACION consultó a los especialistas brasileños si esto debería ser motivo de preocupación para la Argentina, que usualmente exporta entre 4,8 y 5,5 millones de toneladas al socio del Mercosur, cuyas importaciones totales oscilan de 6 y 7 millones de toneladas.
“No a corto y a medio plazo”, dijo Lima. Y fundamentó su respuesta en el hecho de que el mercado mundial está escaso de trigo, especialmente a principios de cada año, cuando cae la oferta en el hemisferio norte. “La Argentina es buscada con frecuencia por los importadores, ya que sus precios resultan atractivos en África y Medio Oriente”, indicó.
En un punto intermedio, Barbosa explicó que la Argentina no debería preocuparse porque para los molinos del sur la competitividad del trigo argentino es importante. Aunque agregó: “Brasil seguirá importando trigo argentino, pero en menor cantidad, en el mediano y en el largo plazo”.
Contundente, Brandalizze afirmó: “Sí, el productor argentino tiene que preocuparse de que Brasil produzca más, porque la tendencia es crecer fuerte en producción y en calidad e incluso el país puede ser un competidor de la Argentina en el mercado, porque la recolección brasileña viene antes que la argentina (se extiende de fines de agosto y hasta diciembre). En el pico de la cosecha aprovecharemos a exportar y en el fuera de temporada, de marzo a agosto, importaremos parte del consumo interno desde la Argentina, pero con menos dependencia año tras año”.
El cultivo va por más hectáreas en el centro del país
Por su extensa geografía agrícola, Brasil tiene potencial para ofrecer nuevas locaciones para la siembra de trigo. En eso se fundamentan buena parte de las expectativas de llegar en un futuro próximo a la autosuficiencia.
“Brasil tiene la oportunidad de sembrar trigo después de la soja, tanto en los Estados del sur, principalmente en Rio Grande do Sul, como en el Cerrado, donde las zonas bajo riego podrían agregar el trigo a su sistema de rotación de cultivos”, destacó Lima. Agregó que la falta de rentabilidad del cultivo es la que vino limitando su crecimiento fuera del área núcleo del sur del país, donde, además, se concentra buena parte de la industria molinera.
Pero destacó que para intentar revertir los limitantes, en marzo último el Ministerio de Agricultura aprobó un programa para expandir la producción de trigo en el centro de Brasil. “El bloque de Estados sobre los que aplicará este plan está formado por Goiás, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Tocantins y Rondônia. El trabajo será coordinado por Embrapa y plantea alianzas con productores y con la industria molinera. La intención es destinar recursos federales para desarrollar variedades de trigo adaptadas al Cerrado y políticas públicas para incentivar la siembra y la molienda en la región”, explicó.
En opinión de Brandalizze, la siembra de trigo “seguirá con su núcleo en el sur de Brasil, que suele tener más del 80% de las áreas destinadas al cultivo del país y que en dos años debe llegar a cerca de 4 millones de hectáreas. Pero el sudeste debe ganar espacio en los próximos años, al igual que el centro, con muchas nuevas áreas bajo riego que están funcionando muy bien, con sitios que cosechan hasta 9000 kilos por hectárea. En estos lugares debe entrar el trigo como alternativa para la rotación de cultivos, pues ya se evidencian problemas sanitarios con el maíz y el poroto que normalmente ocupan esas zonas”. El consultor dejó en claro que, igualmente, la prioridad al momento de ocupar áreas, la sigue teniendo el maíz de la segunda cosecha, “que aún tiene mucho por crecer”.
Respecto de las fortalezas y las debilidades de trigo brasileño, Brandalizze destacó como un activo clave “la alta calidad del grano cosechado” y como uno de los limitantes al clima, “por los riesgos de heladas en los momentos de formación del grano, que puede restar productividad y calidad, de manera de dejar un trigo más apto para forraje que para el consumo humano”.
Por esto último destacó el potencial de sumar áreas en los Estados del centro de Brasil, donde ese contratiempo climático puntual no existe. “En este nuevo año, tendremos 42,50 millones de hectáreas con soja en Brasil y casi la totalidad de esta área se puede utilizar para una cosecha posterior. El maíz debe tomar alrededor de 20 millones de hectáreas a partir de enero, por lo que aún queda mucha superficie para otros cultivos y el trigo puede avanzar como alternativa”, aseguró.
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