La información que se posee sobre el insecto permite tomar un conjunto de decisiones y medidas para reducir eventualmente su población
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El que tenga miedo de morir, que no nazca. No sé quién dijo esa frase, pero bien puede aplicarse a la ansiedad actual que sienten los productores de maíz ante la perspectiva de una nueva campaña y el avance que ha tenido la chicharrita, transmisora del complejo de achaparramiento del maíz, en el ciclo actual.
Mucho se habló sobre no sembrar maíz en la campaña 2024/25, pero ¿es necesario llegar a tal extremo? La respuesta es no. Hay conocimiento sobre la biología y ecología del vector, y también sobre las enfermedades que transmite, por lo cual, adoptando buenas prácticas de manejo, se podrá sembrar maíz en esta campaña.
¿Qué sabemos de la chicharrita? El nombre científico de la chicharrita es Dalbulus maidis, por una sencilla razón: solo se alimenta y cumple su ciclo vital en el maíz. Se reproduce e incrementa su población con temperaturas mayores a los 10 °C, y en el norte del país, donde las condiciones climáticas son favorables, puede tener más de siete generaciones por campaña. Pasa el invierno sin alimentarse en otras gramíneas.
¿Qué sabemos del complejo de achaparramiento del maíz? Es causado por tres patógenos distintos transmitidos por la chicharrita. Dos son mollicutes, bacterias sin pared celular, y el tercero es un virus. En la planta, interrumpen la circulación de fotoasimilados y, dependiendo del momento de infección y la severidad del ataque, pueden causar enanismo e importantes pérdidas de rendimiento.
Aprendizajes
¿Qué aprendimos en la campaña 2023/24? En la presente campaña hubo precipitaciones dispares en todo el país, lo que ocasionó siembras escalonadas, que proporcionaron alimento constantemente a la chicharrita, y favorecieron así su reproducción e incremento poblacional. De esta manera, una plaga habitualmente circunscripta al NOA, logró estar presente en la zona núcleo del país. ¿Qué hacemos con esta información? Como la información es poder, hay que transformarla en acciones para asegurarnos una exitosa campaña 2024/25. ¿Cómo? Implementando prácticas de manejo orientadas, principalmente, a reducir la población de chicharritas. Entre ellas, podemos citar:
●Monitoreo: tanto de la plaga como de las condiciones climáticas invernales, ya que, con inviernos fríos, habrá menos chicharritas al inicio de la primavera. Con esta finalidad, se ha creado una Red Nacional de Trampas de Monitoreo de chicharrita, que aúna el esfuerzo público y privado para dar información en tiempo real a los productores sobre la dinámica de la plaga.
●Control de maíces guachos: para suprimir la fuente de alimento y reproducción del vector.
●Concentración de la siembra: para evitar que el vector pase de lote a lote encontrando las condiciones ideales para incrementar su población.
●Tratamientos químicos: tanto para su aplicación en la semilla, como sobre el cultivo. Se está trabajando para el registro de algunas moléculas promisorias en las respectivas agencias regulatorias.
Es importante también considerar la elección de un híbrido adaptado a la zona agroecológica de siembra que presente cierto grado de tolerancia a las enfermedades. Al respecto, los semilleros evalúan constantemente sus materiales para hacer recomendaciones por zona, y es una característica primaria buscada en los programas de mejoramiento de maíz para el norte.
Con el conocimiento previo que se ha desarrollado en el país sobre la chicharrita y las enfermedades que transmite, y con los aprendizajes de la campaña 2023/24, no deberíamos tener miedo a volver a sembrar maíz, un cultivo que potencia la bioeconomía argentina.
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La autora es gerente de Asuntos Regulatorios de la Asociación Semilleros Argentinos