Lluvias justas y temperaturas adecuadas, una planificación para alcanzar altos rendimientos, buena fertilización y ausencia de enfermedades fueron los principales factores que influyeron para alcanzar resultados positivos
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En el semáforo que se puede establecer como balance de la campaña triguera 2021/22 hay luces rojas y verdes. Entre las primeras, el protagonista emergente es el Gobierno con sus intervenciones en el mercado para evitar el aumento del precio de los farináceos. Una práctica que ya se aplicó en el pasado y solo produjo una merma en el área por sembrar y en la producción final subsiguientes.
Entre las luces verdes, figuran los problemas productivos en varios países exportadores, que catapultaron los precios del cereal a niveles muy superiores a los presupuestados al momento de sembrar el cultivo.
Otra luz verde han sido los altos rendimientos que se están obteniendo. En el norte y centro de la región pampeana muchos resultados están siendo mayores a los que se esperaban dos meses atrás, en una campaña con La Niña como telón de fondo, que redujo las lluvias recibidas por los cultivos. No obstante, también hay que aclarar que se advierte heterogeneidad en los resultados según zonas y manejo.
En los lotes en los que se obtienen rendimientos superiores a los previstos, técnicos y productores coinciden en que hubo una combinación virtuosa de factores positivos: cultivos planificados para obtener altos rendimientos, con adecuada fertilización; lluvias justas pero regulares a lo largo del ciclo del cultivo; temperaturas frescas durante el llenado del grano; alta radiación solar y baja incidencia de enfermedades y plagas, entre los principales.
Particularmente, los técnicos destacan las lluvias en agosto y septiembre, dos meses que no son muy llovedores, que recargaron los perfiles al momento de la encañazón, cuando la demanda diaria hídrica del cultivo pasa de uno a tres milímetros. También resaltan que, durante el llenado de grano, las espigas fueron muy poco afectadas por epifitias, lo que generó un buen número de granos por metro cuadrado y los pesos de los granos es sostuvieron merced a la buena la etapa final de los cultivos.
Por regiones
En el sur de Santa Fe están obteniendo rindes de trigo y cebada por encima y por debajo de lo esperado. En los primeros, los productores destacan el rol de la fertilización nitrogenada, porque se ven diferencias de 10qq/ha (de 40 a 30qq/ha) entre los lotes tratados con la dosis correcta versus los no fertilizados. Otras explicaciones de los buenos resultados apuntan al oportuno control de enfermedades fúngicas y la primavera con temperaturas menores a la media.
En los últimos días, la cosecha se interrumpió por las repetidas lluvias y días de humedad, y hay lotes que empezaron a dar grano panza blanca por esa causa.
Por otro lado, según Miguel García Fuentes, agricultor que opera en el sur y sudeste de Córdoba, los rindes promedio que se obtienen con el trigo son superiores a los que estaban presupuestados, con algunos lotes que se disparan a rindes excepcionales. En tanto, la calidad no es superlativa, precisamente por los altos rindes.
Las principales causas de la elevada productividad en la zona fueron -según el empresario- condiciones climáticas favorables durante el llenado del grano en la zona, con temperaturas relativamente cálidas durante el día y muy frías durante la noche. Esa amplitud térmica y una gran radiación impulsó la acumulación de almidón y proteínas en el grano. “También influyó la ausencia de ataques de Fusarium durante la floración por las condiciones de baja humedad ambiente”, resalta.
García Fuentes revela que los productores planificaron buenos paquetes tecnológicos para los cultivos, con adecuada fechas y densidades de siembra, y la fertilización necesaria, en función de los precios y márgenes atractivos que se calculaban al momento de planificar la siembra.
La visión académica coincide. Gabriel Espósito, profesor de la Universidad Nacional de Río Cuarto, dice: “la mayoría de los lotes del centro y sur de Córdoba tuvieron rendimientos superiores a lo esperado, salvo algunas áreas puntuales que sufrieron sequía. Hubo un caso récord de 80qq/ha bajo riego, con picos de 120qq/ha dentro del lote según mostraron los monitores de rendimiento”. En secano, 50qq/ha fue un rinde frecuente. Incluso, lotes sembrados con trigo como cultivo de servicio, que tenían buen aspecto, se dejaron para cosechar y rindieron 35qq/ha.
La explicación puede asociarse a las lluvias generalizadas de 30/50 mm en agosto, un mes en el que en esa zona de Córdoba generalmente no llueve. En algunas áreas se complementaron con precipitaciones de 100 mm más en octubre y en toda la región hubo bajas temperaturas primaverales, que permitieron un largo período para fijar granos, una espiga larga y granos pesados. “Cuando se reúnen todos estos elementos se llega a los rendimientos del trigo que se observan en 2021″, concluye Espósito.
En Entre Ríos, los rindes de trigo también resultaron satisfactorios. “Está concluyendo una muy buena campaña, con rindes de 35 a 50 qq/ha”, resume Federico Vouillod, coordinador zonal de los CREA de Litoral Norte. Quienes recorren la provincia observaron muy buenos rindes en campos cercanos a Paraná.
Según el consultor Julio Lieutier, los rendimientos de sus asesorados en el norte de Buenos Aires fueron semejantes a los de los dos últimos años, que fueron muy satisfactorios. “Hay sectores con rindes altísimos, pero cuando se calcula el promedio de toda la superficie del lote se llega a satisfactorios niveles de producción, no superlativos”, dice, y añade: “El régimen de lluvias de 2021 está mostrando que faltan alrededor de 300 mm respecto de la media histórica.
Para el trigo, el tanque no se había llenado de entrada y en julio había 60/70% de agua útil, pero luego las lluvias fueron oportunas; nunca fueron abundantes, pero iban cayendo regularmente, lo que permitió un buen desarrollo de las etapas reproductivas del cultivo”. Además, jugó a favor de los rendimientos un factor clave: el cociente fototérmico. Así, las temperaturas primaverales fueron frescas, excepto una semana en octubre, pero con mucha insolación, el cóctel predilecto de los cultivos de invierno. Lieutier observa que el cóctel tuvo otro ingrediente que le encanta al trigo: la muy buena fertilización de los cultivos, porque la urea y el fosfato se habían comprado antes de la fuerte suba de precios.
En el sur de Buenos Aires la cosecha de trigo está en sus tramos iniciales. En tanto, según el consultor Jorge González Montaner “la recolección de cebada muestra resultados dispares”. Los mejores rendimientos se obtienen en la zona costera -Necochea por ejemplo- con rindes de 6000-7000kg/ha en planteos bien llevados. En cambio, en Tres Arroyos y Cascallares, los rindes están 40% por debajo de los históricos, con casos frecuentes de 3000/4000kg/ha.
En el área más septentrional del sudoeste provincial, los rendimientos también se ubicaron por encima del promedio por oportunas lluvias de octubre y principios de noviembre. En el área serrana se nota más disparidad por efecto de la helada del 17 de noviembre.
Condiciones
En cultivos bien implantados, la etapa crítica para la determinación del rendimiento del trigo se ubica en un período que va desde 20 días antes de la floración hasta 10 días posteriores a la aparición de las anteras (partes de las flores que contienen el polen) en las espigas. Las condiciones ambientales y la disponibilidad de agua y nutrientes vigentes durante esa etapa inciden positivamente sobre el número final de granos generados por metro cuadrado.
Expresado de otra manera: en un cultivo con buena genética y adecuada densidad y fecha de siembra, si el periodo crítico coincide con suficiente disponibilidad de nitrógeno y fósforo, en un marco de temperaturas frescas y muchos días de insolación, como ocurrió en 2021, se producen muchas flores fértiles, que cuajan satisfactoriamente y dan muchos granos por espiga. Si las condiciones posteriores siguen siendo positivas, se concreta la acumulación de materia seca que permite alcanzar una alta productividad por hectárea.
Un toque de atención: la virosis
En la campaña 2021/22, se detectaron ataques de la enfermedad producida por el virus del mosaico estriado del trigo, que afectaron a muchos cultivos de las regiones trigueras norte y sur. Esta afección es una de las enfermedades virales más importantes a escala mundial por su potencial de generación de pérdidas. En la Argentina redujo los rendimientos de manera significativa en ataques graves.
El INTA Pergamino recibió numerosas consultas y muestras de lotes de trigo infectados por un amarillamiento foliar y hojas con presencia de estrías cloróticas con diferente grado de intensidad y. en algunos casos, necrosis
Una vez que las plantas contraen la enfermedad, no hay medidas curativas que se puedan establecer. No hay fitosanitarios probados para su control. Por eso, el manejo debe orientarse a la prevención en la campaña próxima
Según informa el consultor Jorge González Montaner, esta virosis es trasmitida por un pequeño ácaro que se hospeda en el trigo “guacho”. Pica a las plantas e inyecta el virus de produce zonas cloróticas en las hojas, que pueden ocupar toda la superficie foliar.
Para la campaña 2022/23, recomienda evitar la siembra de trigo en lotes que hayan tenido trigo voluntario. Hay que asegurar barbechos limpios y vigilar, también, los lotes de productores vecinos que fueron sembrados con trigo para cosecha o como cultivo de servicio y triticales. Tampoco conviene usar semilla que provenga de cultivo que fueron infectados.
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