Salvo excepciones, las lluvias de mayo y de junio recargaron los perfiles de los lotes destinados a trigo en la región central del país, lo que permitió avanzar con las siembras con pocos problemas y obtener buenas emergencias.
En la región triguera norte, el consultor Julio Lieutier recomendó no modificar los planes de siembra previstos para el cultivo, que habitualmente ocupa 33% del área agrícola, al contar con 70% de agua útil en el perfil, con los primeros 100 cm bien provistos. Las variedades de ciclo largo recién están emergiendo y avanza la implantación de las cortas. Las plantas nacidas cuentan con suficiente humedad, lo que les permitió superar con pocos daños las bajas temperaturas que se verificaron durante esta semana.
Para la compra de insumos para el trigo muchos prefirieron el pago al contado o con canjes por grano disponible de la campaña anterior, para evitar las tasas de interés que se cobran para la financiación hasta el momento de cosecha. “Un crédito al 35-38% anual, combinado con un dólar que se devalúa muy lentamente y abarata el producto por cosechar, es un sobrecosto de tasas positivas que muchos prefieren eludir”, observa Lieutier.
Hubo muchas compras anticipadas para aprovechar las buenas relaciones insumo/producto de fines de verano. Quienes no tienen los recursos necesarios y deben recurrir a la financiación tratan de concretarla por plazos cortos y aprovechando créditos de tarjetas o con el aval de sociedades de garantía recíproca.
Los productores asesorados por Lieutier no aflojan con la fertilización, pese al aumento de precios de los productos fosforados y nitrogenados. “El trigo es un repositorio de fertilidad en la zona, por lo cual nos le escatiman las dosis de fósforo y azufre”, explica. Tampoco van a reducir las dosis de fertilizante nitrogenado, porque los suelos del norte de Buenos Aires están mostrando bajo contenido de nitratos en esta época. Por eso planifican la aplicación de 250 kg por hectárea de urea o más, dividida entre siembra y macollaje. A medida que se obtienen buenas emergencias, los productores se animan a tomar posiciones comerciales por el 25-30% de la cosecha esperada, para aprovechar los precios mayores a los US$200 por tonelada que se ofrecen para fin de año.
Los productores asesorados por Lieutier destinan alrededor del 20% de la superficie de cosecha fina a la cebada. Solo la cultivan los que pueden obtener grano de calidad, al destinarle lotes de buena fertilidad y estratégica fertilización. “El de cebada es un mercado complejo por las exigencias de calidad que imponen los compradores, que son pocos, y por la obligación de subordinarse a cupos de entrega en fechas fijas”, critica el técnico. Agrega que “si las condiciones comerciales fueran otras, el cultivo crecería en el norte de Buenos Aires, porque tiene atributos positivos desde el punto de vista agronómico”. En la zona se puede entregar directamente a malterías o a un acopio donde se puede acondicionar para cumplir las exigencias de proteína y de calibre.
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