La baja de 50 puntos básicos en la tasa de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos modificó el accionar de los fondos de inversión, que ahora apuntalan el valor de los granos
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Y finalmente en septiembre la mano cambió. Luego de un agosto con mercados agrícolas muy presionados a la baja por varios factores (cosecha estadounidense impecable, “fondos” vendiendo y Brasil volcando agresivamente su gran cosecha de soja a la plaza), el presente mes viene mostrando una tónica positiva.
La baja de 50 puntos básicos en la tasa de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos modificó el accionar de los fondos de inversión (esperable) y la demanda global comenzó a mostrar una actitud más razonable ante niveles de precios muy ajustados.
Algo de esto último percibimos en nuestra visita a China durante la primera quincena de este mes. El país que logró cambiar el slogan del “made in China” al “created in China” (de “hecho en” a “creado en”).
Reuniones muy interesantes en Beijing y en Shanghái con empresas del sector que nos permitieron confirmar que la demanda por soja continuará creciendo, al tiempo que también reconfirmamos que nadie sabe a ciencia cierta el volumen de las reservas estratégicas de la oleaginosa. En los canales comerciales las mismas son absolutamente nulas.
También fuimos informados del colapso en la confianza del consumidor generado por el drama del Covid; del desafío enorme que implica la deformación de la pirámide poblacional que derivará del ahora abolido sistema de control de natalidad; del optimismo que reina en los jóvenes profesionales que trabajan bien y viven con sus padres (sin hijos que mantener, ni hipotecas que pagar) al pesimismo que prevalece entre los que deben pagar créditos y mantener hijos/familiares con una creciente inseguridad laboral y entre los ancianos campesinos. También nos anoticiamos de la casi nula expectativa de crecimiento de la producción por la irrupción de los productos genéticamente modificados.
En la región de la Manchuria (noreste de China), donde se encuentran las mejores tierras, vimos miles y miles de hectáreas con maíces prontos a ser cosechados y con rindes estimados de 12.000 kilos por hectárea. Apreciamos también cambios notorios en la población rural respecto de nuestras anteriores visitas (2004, 2010 y 2018), con mucho campo arrendado por “cooperativas”.
Y algo sorprendente fue el marcado interés por trigo argentino de inferior calidad para reducir la dependencia de Australia como proveedor (casi un “ruego”).
Nuestras visitas a la India (2023) y a China (2024) nos dejan la tranquilidad de que la demanda está y seguirá traccionando. El problema es que del lado de la oferta Estados Unidos seguirá creciendo por la vía de la tecnología y Brasil también lo hará por esa vía y por área. Así, el partido es claro. Su majestad “el clima” es el que tendrá la última palabra. Por allí transita hoy el mercado.
A las noticias positivas mencionadas ut supra se le agregan los avatares climáticos que hoy enfrentan Brasil y la Argentina, que plantean interrogantes en los volúmenes de oferta de maíz y de soja para el ciclo 2024/2025, aún en plena cosecha gigante del forrajero en Estados Unidos y con récord en soja. Si las lluvias en Sudamérica no se verifican, seguiremos escalando. O viceversa. Así son los mercados. Hagan juego señores.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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