Manuel Otero, director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), que participa de la cumbre en Bakú, resaltó la necesidad urgente de aumentar los fondos destinados al sector agrícola, que solo recibe el 3% del financiamiento global a pesar de su papel crucial en la seguridad alimentaria
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BAKÚ, Azerbaiyán.- Desde ayer, la capital de Azerbaiyán es sede de la Conferencia de las Partes (COP29), un encuentro que reúne a delegaciones de diversos países para debatir los desafíos más urgentes del cambio climático. Este año el foco de la cumbre gira en torno a la “financiación climática”, con el objetivo principal de definir cuánto dinero debe asignarse anualmente para apoyar a los países en desarrollo en cubrir los costos que implica enfrentar el cambio climático. En este marco, Manuel Otero, director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) destacó la paradoja de que, pese a la vital importancia de la agricultura para la seguridad alimentaria global, este sector solo recibe el 3% del financiamiento mundial, una cifra que considera insuficiente para enfrentar los retos del cambio climático.
En diálogo con LA NACION fue contundente al afirmar que, para garantizar un futuro sostenible, es necesario reconocer la importancia de la agricultura y asegurar un mayor apoyo financiero. A medida que el cambio climático intensifica su impacto, el papel de América como proveedor clave de alimentos para el mundo será cada vez más crítico.
“Hay que sacar a la agricultura de una actividad estigmatizada y responsabilizada, cuando lo que debe ser es una actividad cada vez más reconocida y que tiene que tener cada vez más financiamiento”, afirmó. Según Otero, los países de América deben tener una mayor convicción sobre el rol estratégico que desempeñan en la seguridad alimentaria global y actuar en las negociaciones a nivel mundial. “A la agricultura se le asignan cada vez más responsabilidades. Por eso, desde nuestro continente, debemos actuar con mayor firmeza y capacidad de negociación en los foros internacionales”, agregó. Este año, la presencia del IICA se materializa en el “Pabellón de la Agricultura Sostenible de las Américas”, que lleva el lema: “Sistemas agroalimentarios para personas sanas y un planeta sano”.
Resaltó la importancia de América en el contexto agrícola global al señalar que no solo produce una cuarta parte de los alimentos del mundo, sino que también lidera las exportaciones globales, con una de cada tres toneladas de alimentos que provienen de esta región. “Algunos podrían pensar que esto se debe a la presencia de Estados Unidos y Canadá, pero si los excluimos, América Latina y el Caribe generan exportaciones netas superiores a las de Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, Australia y Nueva Zelanda juntos”, precisó.
Otero advirtió sobre las paradojas que enfrenta el sector. “Lo paradójico es que, pese a la relevancia que este sector tiene, solo recibe el 3% de todo el financiamiento mundial. Es necesario destinar más recursos, dado el tamaño de las responsabilidades que asume, tanto en el presente como en el futuro”, subrayó.
Agregó que, además del financiamiento, también hace falta una nueva generación de políticas públicas que interpreten los nuevos límites de la agricultura mundial, especialmente en la región. “Necesitamos más inversiones en ciencia y tecnología, porque es a través del conocimiento que podemos seguir profundizando estas transformaciones”, dijo.
Por otro lado señaló que, a pesar de ser el mayor productor y exportador de alimentos, América es la región “más vulnerable”.
“Tenemos regiones como el Corredor Seco Centroamericano y el Caribe que son epicentros de esta vulnerabilidad. Nadie escapa al cambio climático, y lo hemos visto con las recientes inundaciones en Río Grande do Sul y las sequías en Argentina”, destacó Otero. “Ningún país del planeta está inmune o ajeno a esos eventos extremos que nos golpean. Por eso necesitamos dinero para adaptarnos a estos nuevos escenarios”, agregó.
“Lo que nosotros insistimos es que los cambios que van a ocurrir en los próximos 25 años van a ser iguales o superiores a los cambios ocurridos en los últimos 10.000 años, y esto no es una frase. Esto está ocurriendo”, afirmó.
Este fenómeno requiere una adaptación rápida y profunda, tanto en la formación de los productores como en la integración de nuevas tecnologías. Otero destacó la necesidad de una agricultura cada vez más profesionalizada, que involucre a jóvenes y mujeres. “Necesitamos un relevo generacional con participación de los jóvenes y las mujeres. Necesitamos a esos actores cooperativizados para que puedan defenderse de todos esos cambios en los mercados internacionales y, sobre todo, incorporar esa nueva tecnología”, indicó.
También hizo hincapié en la necesidad de estar preparados para los desafíos globales que se presentan en un contexto incierto. Señaló que las nuevas barreras no arancelarias que podrían surgir en los mercados internacionales exigen una acción colectiva y proactiva por parte de América. “Los temas son transversales, y solamente nosotros somos los que tenemos que tener esa actitud para defender, digamos, la posición de la agricultura de las Américas, y de ahí nuestra presencia en esta COP”, explicó Otero.
Y se refirió a la creciente frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos. “Hay una toma de conciencia de que está aumentando desde hace tiempo ya la frecuencia y la intensidad de los eventos climáticos, y hay que manejar adecuadamente esos riesgos, no cabe ninguna duda”, comentó.
Remarcó que la sostenibilidad es un requisito indispensable para la agricultura del futuro: “La producción actual y la producción futura tiene que ser cada vez más sostenible. Nosotros siempre decimos que la agricultura será sostenible o no será agricultura. Tiene que ser regenerativa”, aseguró.
Otero fue contundente al afirmar que, para garantizar un futuro sostenible. “La agricultura no solo debe ser parte de la solución, sino que necesita un mayor respaldo para cumplir su rol en la seguridad alimentaria global”, concluyó.
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