En un documento presentado en la cumbre climática por el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA) elaborado por el académico argentino, Ernesto Viglizzo, se destaca que las pasturas capturan carbono y que la huella es menor que la atribuida a la actividad
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El señalamiento de la ganadería como uno de los sectores económicos que más contribuyen al calentamiento global y aceleran el cambio climático es errónea, según se desprende de un documento presentado hoy en la COP 28, que se está realizando Dubái, por una institución gubernamental que representa a los países del continente americano.
El trabajo, elaborado por el académico argentino Ernesto Viglizzo, fue dado a conocer por el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA) en la ciudad de Emiratos Árabes Unidos, ante ministros de la región y otras personalidades. Básicamente, sostiene que para medir correctamente el impacto de la ganadería en la emisión de gases de efecto invernadero no se le debería atribuir en la Huella de Carbono el que le corresponde al transporte, la industria y el comercio de carne. Al mismo tiempo, afirma que también se tendría que considerar el Balance de Carbono, y no solo las emisiones de metano de los vacunos, que provienen de la captura de carbono que hacen las pasturas y la vegetación nativa con la fotosíntesis.
“Un productor ganadero no puede cargar sobre sus espaldas emisiones que no dependen estrictamente de sus actividades sino de otros sectores”, expresa el documento elaborado por Viglizzo.
En el pabellón del IICA participaron de la presentación del documento el ministro de Ganadería de Uruguay, Fernando Mattos; y la secretaria de Innovación, Desarrollo Sustentable, Irrigación y Cooperativismo del Ministerio de Agricultura y Ganadería de Brasil, Renata Miranda, y el director general del IICA, Manuel Otero, entre otros.
Mattos señaló: “hemos sido víctimas en las últimas décadas de embates muy dañinos para la imagen del sector agropecuario, intentando responsabilizarnos como uno de los mayores causantes de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Pero es el único sector productivo de la economía que es imprescindible para la seguridad alimentaria y debe interpretarse como lo que es: un sector que captura carbono”.
El ministro uruguayo agregó que “somos esenciales para la seguridad alimentaria del mundo y debemos continuar insistiendo en que deben estar disponibles los fondos para ayudar a la adaptación a los países que están sufriendo los mayores efectos de la variabilidad climática”.
En tanto, Miranda sostuvo: “cuando hablamos de ganadería y cambio climático debemos hablar de reducir emisiones y de adaptación, porque si no nos adaptamos no tendremos condiciones de producir alimentos en el futuro”.
Por su parte, Otero recordó que la ganadería explica la mitad del PIB agrícola de América Latina y el Caribe y que genera divisas por 23.000 millones de dólares con la carne bovina, además de otros 3000 millones con productos lácteos.
“La ganadería en la región ha realizado importantes avances hacia la transformación de sistemas ganaderos sostenibles, con estrategias para reducir los impactos en agua, suelo y emisiones, incluyendo desarrollo tecnológico y adopción de buenas prácticas. Tenemos que demostrarlo ante los diferentes foros internacionales y eso estamos haciendo”, sostuvo.
Argumentos
En el trabajo, Viglizzo explicó que “Si se le imputasen al ganado bovino únicamente sus emisiones biogénicas (las producidas por las vacas) se comprobaría fácilmente que su impacto en el clima global es mucho menor que el estimado. En la actualidad ese valor no supera el 5 % de las emisiones globales y tiende a disminuir porcentualmente cuando se lo compara con las emisiones globales de carbono de todos los sectores de la economía y la sociedad”. Trabajos anteriores le imputan a la ganadería el 14% de las emisiones globales.
El documento afirma que el impacto global es menor cuando se estiman las emisiones del ganado en las Américas, “debido a que predominan los sistemas pastoriles, que tienen la posibilidad de compensar, total o parcialmente, las emisiones del carbono del ganado mediante la fotosíntesis”.
Además, añade que “resultados de investigaciones de campo reflejadas en el estudio demuestran que es posible diferenciar, mediante métodos relativamente sencillos, a los productores que generan créditos de carbono de aquellos que no lo hacen. Así, se abre la puerta para valorizar a los primeros, que son parte de la solución del cambio climático”.
Viglizzo señala que los países del continente americano iniciaron un proceso de transición hacia “modelos de desarrollo ganaderos bajos en carbono”. Y considera que “en ese contexto, el carbono capturado debería ser acreditado como un commoditie comerciable, como son la carne, la leche, los granos”. A su vez, sostiene que “la región debería ser incluida en proyectos que certifiquen créditos por esos resultados”.
Otro punto que recomienda tener en cuenta es que “la emisión de metano, el gas de efecto invernadero predominante en la ganadería vacuna, tiene un tiempo promedio de residencia en la atmósfera de unos 11,8 años, mucho menos que el tiempo de residencia del dióxido de carbono, que se estima en unos mil años”.
En el estudio también se hace un recorrido por “los paquetes de tecnología climáticamente inteligentes que ya están aplicándose en la ganadería y, con los que es posible capturar decenas de billones anuales de carbono y generar balances positivos que beneficiarían a todas las cadenas agroalimentarias, informó el IICA.
“Algunas de esas prácticas son: diseño de distintas configuraciones silvo-pastoriles, uso de enmiendas orgánicas, meteorización de rocas (rock weathering) a través de la trituración de silicatos que producen captura inorgánica de carbono atmosférico, elaboración de fertilizantes a través de energías renovables, uso de aditivos reductores de metano en rumiantes, reducción de pérdidas y desechos de alimentos, aplicación de carbono vegetal por combustión de biomasa (biochar), y producción de bio-fertilizantes y biogás a partir de heces y orina”, destaca.
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