De acuerdo a un informe presentado en el Simposio Fertilidad 2023, reduciendo las diferencias de rendimiento entre a campo y los potenciales es posible también pasar a 60 millones de toneladas en soja y 30 millones en trigo
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Las brechas de rindes entre lo que logran los productores a campo y el potencial fue uno de los temas que estuvo en la agenda del Simposio Fertilidad 2023 que, organizado por la Asociación Civil Fertilizar, comenzó hoy en Rosario.
En este marco, José Andrade, especialista de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba), dio a conocer los datos de un estudio basado en modelos de simulación de cultivos y datos de campo. Allí se estimó la brecha existente entre los rendimientos potenciales y reales en las principales zonas productoras de soja (primera y segunda), maíz (temprano y tardío), girasol y trigo del país, “tanto en la frontera agrícola como en la región núcleo, en doce zonas climáticas, considerando la influencia de la napa”.
“Los rendimientos promedio en campos de productores suelen estar muy por debajo del potencial debido a factores que los limitan y reducen, como la deficiencia de nutrientes, la competencia de malezas y el daño causado por insectos y enfermedades”, dijo Andrade. También influye la concentración de dióxido de carbono atmosférico, la temperatura, la radiación solar, el balance hídrico, el tipo de suelo y el manejo.
Según el experto, “un productor con buen acceso a insumos, mercados y conocimientos técnicos podría alcanzar entre el 70 y 80% del potencial, aunque más allá de este nivel sería difícil lograr incrementos de rendimiento de manera rentable con las tecnologías existentes”.
“De acuerdo con el estudio, para el caso de un trigo en Tandil, los rendimientos logrados a nivel de partido se ubicaron en 3,5 toneladas por hectárea en promedio, mientras que los rindes potenciales, sin limitación de agua, llegaron a 6,7 toneladas, es decir que la brecha fue del 52%”, apuntó Fertilizar.
Agregó. “Para el cultivo de maíz (temprano y tardío), en Pergamino, la producción obtenida fue de 14,4 toneladas por hectárea con un potencial de 7,6 toneladas, con lo cual, la diferencia entre ambos resultados llegó a 47%”.
Otro caso evaluado fue una soja de primera en Pehuajó que alcanzó 3,2 toneladas por hectárea, pero tenía un potencial de 4,9. Allí la brecha fue del 66%. “Para los cultivos de segunda, se registraron rindes de 2,2 toneladas por hectárea cuando podrían haberse logrado 3,6 toneladas”, señaló la entidad.
En el caso del girasol, en General Pico los rendimientos reales llegaron a 2,1 toneladas por hectárea y tenían un potencial de 1 tonelada más, por eso, la brecha llegó al 67%.
Impacto
“Llevar los rendimientos logrados actualmente al 80% de su potencial en secano, en la superficie actual, significaría que en maíz podríamos estar hablando de 80 millones de toneladas de producción anual a nivel nacional”, dijo Andrade.
“En trigo sería posible llegar a los 30 millones de toneladas, en soja a 60 millones de toneladas y en girasol a 4 millones de toneladas de producción al año”, se indicó.
Según informó la organización, Nahuel Reussi Calvo, especialista de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata e investigador adjunto del Conicet, analizó cuánto de la brecha de rendimiento se debe a la nutrición y cuánto al manejo de suelos.
“La nutrición es condición necesaria pero no suficiente”, dijo Reussi Calvo. Destacó la importancia de hacer un diagnóstico y monitoreo de nutrientes adecuado y considerar las interacciones entre las distintas prácticas de manejo que afectan su disponibilidad.
“Los rendimientos de los principales cultivos extensivos de Argentina y, por ende, la demanda de nutrientes se ha incrementado en los últimos 20 años. La tasa de crecimiento de la producción total de granos alcanzó 4,17 millones de toneladas por año como consecuencia de la mayor participación del cultivo de maíz, sin embargo, en la actualidad existe una brecha entre los rendimientos actuales y los alcanzables en secano que se ubican entre el 35% al 50%”, precisó.
En tanto, Reussi Calvo advirtió: “La falta de rotaciones con pasturas y la disminución de la frecuencia de gramíneas en la rotación, sumado al bajo uso de fertilizantes, han producido una notable disminución de los niveles de materia orgánica de los suelos de la región pampeana y, por lo tanto, la oferta natural de nutrientes. Así, dependiendo del tipo de suelo y textura, hoy en día solo existe el 50% del nivel original de materia orgánica”.
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